viernes, 27 de marzo de 2009

Un Oasis En El Desierto


Por: Iván La Riva Vegazzo
Consultor en Turismo
ivanlariva@hotmail.com
La extensa franja costera del Perú está salpicada de parajes comparables a frescos oasis que alegran el desértico paisaje. San Pedro de Lloc, ciudad capital de la provincia de Pacasmayo, ubicada entre Trujillo y Chiclayo, es uno de ellos. Los añejos y aún frescos ficus de su alameda de ingreso confirman mi apreciación.

Es innegable que algunas ciudades del Perú trasuntan una personalidad que las identifica. San Pedro tiene la suya. Es la de una ciudad culta y tranquila, apta para el descanso y el solaz esparcimiento. La acertada construcción de la carretera Panamericana por la periferia de la ciudad, impidiendo que ésta la cruce por su calle principal permitió que "… fuese salvada del progreso depredador". En esta ciudad de estirpe colonial, una serie de amplios solares ubicados a lo largo de la antigua Calle Real, hoy llamada Dos de Mayo, así lo atestiguan.
Por sus calles transita gente amistosa, buena y amable. De aquellas que aún, respetuosamente, saludan al transeúnte; costumbre ya casi extinguida en ciudades más cosmopolitas. La tarde que llegué con mi esposa y José Diego, mi hijo menor, fuimos gratamente recibidos por don Guillermo Collao en su acogedor hostal que tiene un nombre por demás sugestivo, "La Posada del Valle", auténtico alivio para los viajeros.
Con mi atento anfitrión, mientras caminábamos por una de sus calles, nos encontramos con Jaime Mejía Barba, un común amigo, quien me invitó a conocer su casa de un modo que no admitía negativa. La hospitalidad de la gente sanpedrana hace proyectarnos hacia un turismo que se apoye en acoger recíprocamente a los viajeros de distintas regiones.
La casa de Jaime es increíble. Contiene objetos de artísticos de China, Vietnam, Francia, Rusia, Camboya, Tánger, Japón, África, América y de muchas partes del mundo, de todas las épocas, estilos y tiempos; todos componen una de las colecciones de arte privadas más impresionantes que yo pueda haber apreciado. Debo reconocer que mis ojos sólo han visto tamaña cantidad de objetos de arte únicamente en museos importantes del orbe. Miles de piezas están expuestas por los ambientes de aquella amplia y cómoda casa de San Pedro de Lloc. Mérito que pocas ciudades del Perú pueden ostentar.
Dos casonas, ambas ubicadas en la calle principal, atraen mi atención. Una me evoca la cuna, la otra la tumba. En la signada con el número 472 nació el Coronel José Andrés Rázuri quien, durante la gesta de la Independencia, al mando de los Húsares del Perú arremetió contra las fuerzas del General Canterac quien tenía acorralada a las tropas patriotas derrotando a los españoles en un arrojo de heroísmo y "valiente desobediencia".


Estoy seguro que sin el triunfo de la batalla de Junín, otra hubiera sido la historia del Perú. En la casona del número 432 falleció el sabio Antonio Raimondi. Hoy, en el inmueble destaca la habitación, muy bien conservada por cierto, donde el célebre italiano partió a la inmortalidad. En la Sala Permanente, catorce infografías dan cuenta de las distintas facetas científicas en las que incursionó el científico y sobre su vida en el Perú. La Casa Raimondi, como se la conoce, es el edificio más importante de la ciudad y está totalmente restaurada. Éxito municipal.
San Pedro también es conocida por su gastronomía. Por su excelente sazón, entre sus muy variados platos podemos mencionar: el ceviche, el cabrito, el pato estofado, la pava guisada, el pepián de pava y el cuy frito, todos pueden ser asentados con la infaltable chicha de jora o el famoso "clarito" jequetepecano.
Pero, los platos más típicos y emblemáticos de esta cálida ciudad son los elaborados en base al cañán o lagartija (dicroton holmbergi) que se cazan en los bosques de algarrobo de sus alrededores. Estos reptiles se preparan en ceviche, en tortillas y también asándolas en la arena. Hoy, esta especie se encuentra en "peligro de extinción" según lo categoriza el D.S. 034-2004-AG. Razón contundente para no solicitarlas en nuestro menú.
Personalmente, lo que más me agrada y aprecio de la gastronomía sanpedrana son los tamalitos que se venden en su Plaza de Armas todas las mañanas; en especial los que prepara mi amiga, la "gorda Lupa". Estos y también las humitas, tienen un sabor inigualable gracias a su sabroso "guisito" que los cubre, ingrediente inigualable al paladar. Se los acompaña con pan casero y se asientan con café pasado o refresco de cebada.
Lugares acogedores como San Pedro de Lloc nos invitan a visitar su mercado de abastos, Meca de productos frescos y típicos cosechados de sus campiñas. Las verduras, las frutas y las flores nos ofrecen un mosaico de sabores, olores y colores. En el mercado, cual vitrina de la producción sanpedrana, no podemos negarnos a disfrutar de un delicioso cebiche ni privarnos de dar cuenta de unas crocantes empanaditas de aire, rociadas y horneadas con azúcar blanca.
Escuché decir al nuevo vice ministro de turismo que, "Conocer el Perú es una obligación y disfrutarlo es un derecho"; entonces les aconsejo: Ejerzan su derecho de conocer San Pedro de Lloc, un oasis en la costa peruana.

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