David Sobrevilla se ha propuesto presentar un retrato de cuerpo entero de Manuel González Prada en su valiosa compilación “¡Los jóvenes a la obra!”, última publicación del Fondo Editorial del Congreso, que se presenta hoy en el hemiciclo Raúl Porras Barrenechea del palacio legislativo. Junto al pensamiento político-filosófico y la obra literaria de la principal figura del anarquismo en el Perú, la selección incluye testimonios de su vida burocrática (González Prada fue director de la Biblioteca Nacional) y su veta poética, además de cartas escasamente divulgadas y una entrevista
Dentro del material insólito, llama la atención una serie de cuentos y sainetes, estos últimos libres en forma y contenido.
Desde un ángulo estrictamente retórico, impacta la capacidad del autor de “Horas de lucha” para una sintaxis dúctil al extremo, a la que asiste un asombroso enciclopedismo, tal vez sólo posible en el siglo XIX.
En sus ensayos, González Prada no teme recurrir bruscamente a la metáfora, a menudo de corte científico o empírico, ni mezclar la erudición y el ingenio popular. Estos diferentes registros conforman una prosa a la que debe designarse con la palabra "brillantez". El efecto, además, es plenamente voluntario.
En la selección de David Sobrevilla desfilan las principales víctimas del furor del polígrafo: la religión y el clero, los políticos y las clases altas -indistinguibles para González Prada-, la democracia formal, el militarismo, el racismo. Frente a esta tenacidad crítica, el lirismo de mucha de la poesía de González Prada muestra la otra cara de su fe en los alcances del espíritu en libertad.
Dentro del material insólito, llama la atención una serie de cuentos y sainetes, estos últimos libres en forma y contenido.
Desde un ángulo estrictamente retórico, impacta la capacidad del autor de “Horas de lucha” para una sintaxis dúctil al extremo, a la que asiste un asombroso enciclopedismo, tal vez sólo posible en el siglo XIX.
En sus ensayos, González Prada no teme recurrir bruscamente a la metáfora, a menudo de corte científico o empírico, ni mezclar la erudición y el ingenio popular. Estos diferentes registros conforman una prosa a la que debe designarse con la palabra "brillantez". El efecto, además, es plenamente voluntario.
En la selección de David Sobrevilla desfilan las principales víctimas del furor del polígrafo: la religión y el clero, los políticos y las clases altas -indistinguibles para González Prada-, la democracia formal, el militarismo, el racismo. Frente a esta tenacidad crítica, el lirismo de mucha de la poesía de González Prada muestra la otra cara de su fe en los alcances del espíritu en libertad.
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