La abundancia y tamaño de los animales marinos se han reducido de forma alarmante en los últimos siglos debido a la actividad humana, llegando a un nivel "insostenible", según un grupo de científicos marinos que hará parte de una conferencia internacional en Vancouver.
La conferencia "Past II" analizará del 26 al 28 de mayo las pautas de cambio en los ecosistemas marinos, las razones económicas y sociales, así como las consecuencias de las alteraciones, ejemplos históricos de recuperación de ecosistemas y el desarrollo de estudios de historia del ambiente.
"Past II" está organizada por el programa de Historia de las Poblaciones Animales Marinas del Censo de la Vida Marina que en octubre del 2010 presentará el primer compendio de todas las formas de vida que han existido y existen en los océano.
Poul Holm, profesor del Trinity College de Dublin y director del programa de Historia de las Poblaciones Animales Marinas, en declaraciones a Efe lanzó la alarma antes del inicio de la conferencia."Es evidente que tenemos problemas muy graves.
Desde la década de los años 1980, la capturas totales globales se han estancado alrededor de 95.000 millones de toneladas al año", declaró Holm."Claramente hemos alcanzado el máximo de lo que los océanos son capaces de producir. Necesitamos salir de esa situación extrema porque lo que estamos haciendo es que para mantener esas capturas estamos pescando hacia abajo en la cadena alimentaria, estamos capturando peces cada vez más pequeños", una situación que consideró "insostenible".Durante la conferencia, en la que participarán unos 100 científicos de todo el mundo, se presentará un estudio que señala que las gigantescas poblaciones de especies marinas empezaron a reducirse en la Edad Medieval.
Según los investigadores James Barrett, Jen Harland, Cluny Johnstone y Mike Richards, alrededor del año 1000 de nuestra era se produjo un cambio hacia el consumo de especies marinas en vez de pescado procedente de agua dulce.Los científicos señalan que el cambio se produjo probablemente por el aumento de la población y la contaminación, lo que redujo el tamaño y disponibilidad de las especies de agua dulce.
Otro estudio, realizado por María Lucía de Nicolò de la Universidad de Bolonia, señala que la invención de nuevos barcos pesqueros y aparejos en el siglo XVI hizo posible la pesca en aguas alejadas de las costas.Pero la verdadera revolución se inició a mediados del siglo XVII, cuando parejas de embarcaciones empezaron a arrastrar redes.Andy Rosenberg, presidente de la conferencia y científico de la Universidad de Nueva Hampshire, señaló que la cuantificación de la abundancia histórica de la vida marina obligará a modificar las nociones que se tienen en la actualidad sobre la "salud" de los ecosistemas oceánicos.
Por ejemplo, otro de los estudios que se presentará en Vancouver se centra en la ballena franca austral en las costas de Nueva Zelanda.Las islas neozelandesas fueron pobladas por primera vez por unas 300 personas procedentes de islas del Pacífico alrededor del año 1280 de nuestra era, lo que permite tener una historia continua, aunque corta, del impacto humano.Utilizando una variedad de documentos históricos, los científicos cuantifican ahora en entre 22.000 y 32.000 el número de ballenas francas australes que existían en las costas de Nueva Zelanda antes del inicio de su caza a principios del siglo XIX.
Sin embargo, una vez que los balleneros empezaron su caza, el número de ejemplares se redujo de forma dramática hasta el punto que para 1925 se cree que solo existían unas 25 hembras con capacidad de reproducción.
En la actualidad, la cifra de ballenas francas australes en las aguas de Nueva Zelanda se calcula en unos 1.000 ejemplares, lo que para Holm es un motivo de esperanza."Nos muestra que la vida marina es resistente y se puede recuperar", afirmó el investigador. EFE
Poul Holm, profesor del Trinity College de Dublin y director del programa de Historia de las Poblaciones Animales Marinas, en declaraciones a Efe lanzó la alarma antes del inicio de la conferencia."Es evidente que tenemos problemas muy graves.
Desde la década de los años 1980, la capturas totales globales se han estancado alrededor de 95.000 millones de toneladas al año", declaró Holm."Claramente hemos alcanzado el máximo de lo que los océanos son capaces de producir. Necesitamos salir de esa situación extrema porque lo que estamos haciendo es que para mantener esas capturas estamos pescando hacia abajo en la cadena alimentaria, estamos capturando peces cada vez más pequeños", una situación que consideró "insostenible".Durante la conferencia, en la que participarán unos 100 científicos de todo el mundo, se presentará un estudio que señala que las gigantescas poblaciones de especies marinas empezaron a reducirse en la Edad Medieval.
Según los investigadores James Barrett, Jen Harland, Cluny Johnstone y Mike Richards, alrededor del año 1000 de nuestra era se produjo un cambio hacia el consumo de especies marinas en vez de pescado procedente de agua dulce.Los científicos señalan que el cambio se produjo probablemente por el aumento de la población y la contaminación, lo que redujo el tamaño y disponibilidad de las especies de agua dulce.
Otro estudio, realizado por María Lucía de Nicolò de la Universidad de Bolonia, señala que la invención de nuevos barcos pesqueros y aparejos en el siglo XVI hizo posible la pesca en aguas alejadas de las costas.Pero la verdadera revolución se inició a mediados del siglo XVII, cuando parejas de embarcaciones empezaron a arrastrar redes.Andy Rosenberg, presidente de la conferencia y científico de la Universidad de Nueva Hampshire, señaló que la cuantificación de la abundancia histórica de la vida marina obligará a modificar las nociones que se tienen en la actualidad sobre la "salud" de los ecosistemas oceánicos.
Por ejemplo, otro de los estudios que se presentará en Vancouver se centra en la ballena franca austral en las costas de Nueva Zelanda.Las islas neozelandesas fueron pobladas por primera vez por unas 300 personas procedentes de islas del Pacífico alrededor del año 1280 de nuestra era, lo que permite tener una historia continua, aunque corta, del impacto humano.Utilizando una variedad de documentos históricos, los científicos cuantifican ahora en entre 22.000 y 32.000 el número de ballenas francas australes que existían en las costas de Nueva Zelanda antes del inicio de su caza a principios del siglo XIX.
Sin embargo, una vez que los balleneros empezaron su caza, el número de ejemplares se redujo de forma dramática hasta el punto que para 1925 se cree que solo existían unas 25 hembras con capacidad de reproducción.
En la actualidad, la cifra de ballenas francas australes en las aguas de Nueva Zelanda se calcula en unos 1.000 ejemplares, lo que para Holm es un motivo de esperanza."Nos muestra que la vida marina es resistente y se puede recuperar", afirmó el investigador. EFE
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