Este mensaje nos fue enviado por medio de un socio de Rotary Club La Libertad ( Gilberth García Anduaga - gilberth_tours@yahoo.es ) la cual le llego a través del Grupo de Rotary ClubEnviado por una Socia de Mexico: Leticia Parra
parratoledo@yahoo.com
Al Grupo: rota-latino@yahoogroups.com
Mis queridos Amigos TODOS,
Durante algún tiempo he participado en unas charlas filosóficas sobre diferentes temas; partiendo de la base de que, a través del intercambio Filosófico, se pueden obtener nuevos puntos de vista y diversos análisis de algunos temas.
Es por ello que en este fin de semana, les comparto un tema que puede resultarles de interés. Obviamente con mucho respeto a la diferencia de culturas y tradiciones que puedan existir.
De buen humor
Cada uno nace con su propio chip. En algunos predomina la belleza, en otros la inteligencia o la simpatía. Algunos son seductores, otros trabajadores u honestos, otros tienen una memoria milagrosa o manejan magistralmente la ironía. Personalmente, una de las cualidades que más aprecio es el humor. La gente que carece de este sentido me asusta un poco, porque se toma en serio, porque cree que todo lo que sale de su boca debe ser escuchado y evaluado con responsabilidad, en una palabra: porque de veras cree que es importante.
Como si se le escapara ese lado absurdo de la existencia, esa faceta cómica que nos vuelve humanos.
El mismo temor me producen las conversaciones "serias", donde todos se sienten obligados a pronunciar sentencias relevantes y a poner cara de "intelecto funcionando”. Es tal mi fobia a estas situaciones que cuando me encuentro metida en una de ellas, siento la imperiosa necesidad de dejar escapar una pequeña broma, cualquier tontería, que nos devuelva a todos al mundo de los mortales. Algunos ríen, otros sonríen, y otros mientras me lanzan miradas despectivas mantienen un aire grave y esperan que pase el efecto para volver a temas que sí valen la pena.
Claro que el hecho de tener buen humor no convierte a nadie en modelo de virtud, pero lo vuelve más agradable. El que ríe constantemente está buscando motivos de risa para poder vivir en un mundo con tanto sufrimiento; reír del mundo y reír de los demás es una manera alegre de recordar que el hombre no es sólo razón, sino también absurdo; que a veces nos gobierna la pasión y actuamos estúpidamente; que aun del dolor podemos emerger con una simple broma. Condición indispensable para que el humor sea convertido en una virtud es que el que se burla de los demás se burle al mismo tiempo de sí mismo; que su risa no sea un arma, sino una forma de aligerar —no de ignorar, no de despreciar— los dramas de la existencia.
Reírse de sí mismo es terapéutico: nos recuerda que no somos tan importantes, ni tan perfectos, ni tan inteligentes como pensamos, y esta humildad hace más fácil que nos aceptemos. Y no sólo a nosotros, sino también a los demás, porque ellos están fabricados con la misma materia que nosotros. El humor ayuda a la convivencia, a la resolución de conflictos y a exorcizar algunos demonios como la agresividad y el fanatismo.
Insisto: no hablo del humor ácido, del que busca hacer daño, de la ironía maligna que intenta someter, ni de la broma constante que se propone negar la realidad. Hablo del individuo que sin dejar de utilizar la razón para comprender y criticar, sin dejar de llorar cuando lo necesita, recurre a la risa para aceptar también la sinrazón en el universo. Para olvidar sus pretensiones de ente elegido y aceptar sus limitaciones. Para tener presente que el ser humano —criatura divina, centro de la creación, motor de la ciencia, constructor del progreso, creador insaciable— también es, a fin de cuentas, un buen tema para hacer chistes.
Saludos,
Leticia Parra
ROTI CHAIR 2009-2011 (Rotarians On The Internet Fellowship) http://www.roti.org/
Rotary Public Image Area Coordinator- Latin America 2009-2010 (Zones 21-22-23)
parratoledo@yahoo.com
Al Grupo: rota-latino@yahoogroups.com
Mis queridos Amigos TODOS,
Durante algún tiempo he participado en unas charlas filosóficas sobre diferentes temas; partiendo de la base de que, a través del intercambio Filosófico, se pueden obtener nuevos puntos de vista y diversos análisis de algunos temas.
Es por ello que en este fin de semana, les comparto un tema que puede resultarles de interés. Obviamente con mucho respeto a la diferencia de culturas y tradiciones que puedan existir.
De buen humor
Cada uno nace con su propio chip. En algunos predomina la belleza, en otros la inteligencia o la simpatía. Algunos son seductores, otros trabajadores u honestos, otros tienen una memoria milagrosa o manejan magistralmente la ironía. Personalmente, una de las cualidades que más aprecio es el humor. La gente que carece de este sentido me asusta un poco, porque se toma en serio, porque cree que todo lo que sale de su boca debe ser escuchado y evaluado con responsabilidad, en una palabra: porque de veras cree que es importante.
Como si se le escapara ese lado absurdo de la existencia, esa faceta cómica que nos vuelve humanos.
El mismo temor me producen las conversaciones "serias", donde todos se sienten obligados a pronunciar sentencias relevantes y a poner cara de "intelecto funcionando”. Es tal mi fobia a estas situaciones que cuando me encuentro metida en una de ellas, siento la imperiosa necesidad de dejar escapar una pequeña broma, cualquier tontería, que nos devuelva a todos al mundo de los mortales. Algunos ríen, otros sonríen, y otros mientras me lanzan miradas despectivas mantienen un aire grave y esperan que pase el efecto para volver a temas que sí valen la pena.
Claro que el hecho de tener buen humor no convierte a nadie en modelo de virtud, pero lo vuelve más agradable. El que ríe constantemente está buscando motivos de risa para poder vivir en un mundo con tanto sufrimiento; reír del mundo y reír de los demás es una manera alegre de recordar que el hombre no es sólo razón, sino también absurdo; que a veces nos gobierna la pasión y actuamos estúpidamente; que aun del dolor podemos emerger con una simple broma. Condición indispensable para que el humor sea convertido en una virtud es que el que se burla de los demás se burle al mismo tiempo de sí mismo; que su risa no sea un arma, sino una forma de aligerar —no de ignorar, no de despreciar— los dramas de la existencia.
Reírse de sí mismo es terapéutico: nos recuerda que no somos tan importantes, ni tan perfectos, ni tan inteligentes como pensamos, y esta humildad hace más fácil que nos aceptemos. Y no sólo a nosotros, sino también a los demás, porque ellos están fabricados con la misma materia que nosotros. El humor ayuda a la convivencia, a la resolución de conflictos y a exorcizar algunos demonios como la agresividad y el fanatismo.
Insisto: no hablo del humor ácido, del que busca hacer daño, de la ironía maligna que intenta someter, ni de la broma constante que se propone negar la realidad. Hablo del individuo que sin dejar de utilizar la razón para comprender y criticar, sin dejar de llorar cuando lo necesita, recurre a la risa para aceptar también la sinrazón en el universo. Para olvidar sus pretensiones de ente elegido y aceptar sus limitaciones. Para tener presente que el ser humano —criatura divina, centro de la creación, motor de la ciencia, constructor del progreso, creador insaciable— también es, a fin de cuentas, un buen tema para hacer chistes.
Saludos,
Leticia Parra
ROTI CHAIR 2009-2011 (Rotarians On The Internet Fellowship) http://www.roti.org/
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