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Los recicladores son personas que no se han dejado amilanar por la falta de empleo en el país y han tenido el coraje de generar sus propias fuentes de empleo para el mantenimiento de sus familias. Resulta sorprendente conocer que no es sólo una mirada interna de satisfacción de necesidades básicas sino que ellos y ellas están muy claros su rol como colaboradores ambientales.
Ellos se dedican a segregar plásticos, papel, vidrios, latas, fierros, entre otros tantos productos que luego son vendidos a comercializadores quienes a su vez se encargan de continuar el circuito hacia la industria. Las ventajas del reciclaje son tremendas y no siempre caemos en cuenta de ello. Mediante esta actividad se reduce la cantidad de residuos sólidos en los rellenos sanitarios, las industrias tienen fuentes complementarias de materia prima, los precios de los productos se mantienen accesibles, se reduce la cantidad de extracción de recursos directamente de la naturaleza manteniendo las reservas por más tiempo. Por ejemplo la cantidad de papel que reingresa al sistema vía reciclaje disminuye la necesidad de tala de árboles. De otro lado, el recojo de residuos sólidos incrementa su productividad al verse reducida las cantidades. No existen cifras oficiales sobre la cantidad de recicladores, hecho que se acentúa por la alta informalidad, no obstante se estima que fácilmente superan las cien mil personas. Visto así la cosa entonces estamos frente a un grupo socialmente muy importante con una contribución efectiva al cuidado ambiental de las ciudades.
Este reconocimiento explícito de su rol como colaboradores ambientales y la inspiración de sus familias provoca en ellos una alta autoestima, valoración que no siempre está en sintonía con las percepciones de los vecinos, las autoridades y los políticos. Lamentablemente existe un sector de recicladores informales que colocan sus productos en cadenas de comercialización que lindan con la irresponsabilidad para la salud humana. Resultan también fácilmente confundidos por ciertas autoridades con personas de mal vivir. Los recicladores organizados en la Federación Nacional de Recicladores del Perú (FENAREP) están conscientes de la necesidad de mejorar su identidad demostrando que son trabajadores decentes, solidarios y con valores. Ellos y ellas quieren ser respetados como personas con derechos conscientes también de sus obligaciones ciudadanas. Por la naturaleza de su labor muchas veces están expuestos a enfermedades, cortes o intoxicaciones debido a que los domicilios en su gran mayoría, no clasifican (mos) los residuos sólidos. O en su defecto la clasificación realizada se termina en los camiones compactadores. Se requiere políticas públicas integrales que legitimen una cultura del reciclaje.
Ellos y ellas se reconocen como personas emprendedoras y dispuestas a asociarse, muchos ya lo están, y cumplir con todas las exigencias legales para el ejercicio libre de su actividad productiva y de servicios. Quieren promover la asociatividad y la generación y fortalecimiento de capacidades empresariales.
Actualmente se encuentra en el Congreso de la República una propuesta de Ley del Reciclador que promueve la formalización. Es importante que esta Ley pueda salir a la brevedad posible, así como su respectiva reglamentación. Los recicladores del país esperan que a partir de esta Ley puedan desarrollar con normalidad sus emprendimientos empresariales y lograr la valoración de la ciudadanía y las autoridades como colaboradores ambientales. Los recicladores sólo están pidiendo el derecho a ejercer su trabajo contribuyendo al bienestar de ellos, ellas y sus familias, el bienestar ciudadano y la salud del planeta.
Aunque hayamos sido lentos en reconocerlo, los recicladores contribuyen con nuestro bienestar, la pregunta es ahora ¿Cómo podremos contribuir con ellos y ellas?: respetándolos, clasificando los residuos y dándoles oportunidades para que se fortalezcan como micro y pequeños empresarios. Las autoridades y la ciudadanía tienen la palabra.
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