sábado, 31 de octubre de 2009

Colegios condenados a la decadencia

Por: León Trahtemberg
http://www.trahtemberg.com/

El diálogo frecuente con promotores, directores y profesores de colegios privados en crisis (con retiro de buenos profesores y alumnos), permite tipificar algunas causales frecuentes del deterioro institucional.
Así, cuando los promotores me consultan qué hacer para revertir la crisis, les sugiero repasar los ítems que describo a continuación, y si corresponden a su realidad, rectificarlos a la brevedad.

1). Si los directores son complacientes con la promotora, suele ocurrir que directivos cuyos problemas, psicopatías o preferencias personales penetran en la institución, logran amedrentar o deshacerse de los profesores que no gozan de su simpatía. Curiosamente muchas veces son profesores en quienes estos directivos proyectan las culpas de su propia incapacidad para educar bien a sus hijos.

2). Si los directores son prepotentes y autoritarios, éstos acostumbran reprimir y acosar psicológica y laboralmente a los profesores, generando mucha tensión y hostilidad. Por un tiempo éstos quedan paralizados por el temor a ser despedidos, pero luego, basta que alguien abra el caño, para que se produzca el desembalse.
Una práctica autoritaria común consiste en acosar a algunos trabajadores con amenazas de sanciones o despidos, para enseñarles a todos lo que les pasa a quienes no se someten al sistema.

3). Hay casos en los que se asciende a roles de poder a profesores cuyas patologías sintonizan con la de los directores, desde los cuales espían y hostilizan a sus pares para asegurarse la aprobación de sus jefes.

4). Usualmente los profesores descontentos e indefensos, denuncian (a veces anónimamente) al colegio ante el Ministerio de Trabajo, Educación, Indecopi, Sunat ó los medios, con el consecuente escándalo.

En el corto plazo, el ambiente de tensión, conflicto e incomunicación hacen inviable una buena educación. Luego, buenos profesores abandonan la institución, incapaces de tolerar tal ambiente. Seguidamente, los padres que detectan a través de experiencias propias o las de sus hijos que el ambiente es tóxico, buscan otros colegios para ellos. Finalmente, el colegio en decadencia, se queda sin sus mejores profesores y un número crítico de alumnos, perdiendo atractivo y rentabilidad.
Lamentablemente, el deterioro se puede tornar irreversible. Por lo tanto, es preferible prevenir que lamentar.

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