jueves, 28 de enero de 2010

Participación Ciudadana para el Desarrollo

Por: JORGE SAITO H.
jesh10@hotmail.com
Arquitecto

Uno de los aspectos más importante para construir ciudadanía y contar con una comunidad responsable, comprometida, activa, propositiva y preparada para ayudar a solucionar los problemas de su ciudad y alcanzar el ansiado desarrollo sostenible, es promover la participación ciudadana.

Promover la participación en una comunidad significa sensibilizar, informar, organizar y capacitar a las personas que la conforman, para que sean creativos en el momento de elaborar sus propuestas, sean solidarios para asumir compromisos y muy decididos para entrar en acción. Somos seres sociales y solidarios por naturaleza. Si revisamos un poco nuestra propia biología humana, vemos que nuestro cuerpo está conformado por sistemas que funcionan automática y solidariamente. Un órgano no puede funcionar sin los demás órganos. Una célula no puede vivir y regenerarse sin la ayuda de las otras; cuando una célula se aísla, muere. Cada célula de nuestro cuerpo existe en presencia de otra célula y de las millones que existen. Esto define nuestra “Identidad Genética”. En consecuencia, el ser humano no debe vivir aislado, porque resultaría imposible su existencia.

Son muchas las experiencias de participación ciudadana, algunas con resultados exitosos y otras aún en proceso de alcanzarlo. La participación ciudadana es un proceso continuo y permanente que en la actualidad se concibe como un aspecto transversal a cualquier propuesta enfocada a solucionar problemas urbanos. No es posible imaginar una propuesta de ciudad sin participación de la comunidad en su conjunto: autoridades, empresarios, representantes de instituciones, de organizaciones públicas y privadas, de organizaciones gremiales formales e informales, de comerciantes formales e informales, de grupos diversos de personas que forman parte de una sociedad donde no debe existir exclusión de ninguna clase.

La exclusión origina resentimiento, el resentimiento genera violencia y la violencia es en la actualidad una preocupación prioritaria en nuestra ciudad y en el país en general. Es preciso reconocer que somos una sociedad muy diversa, concebida y sustentada en estructuras y sistemas creados para la exclusión. Somos una sociedad quebrada, desintegrada, dividida y separada por barreras sociales, religiosas, políticas, étnicas, culturales, económicas, geográficas, académicas, laborales, conceptuales, etc.; por ello nos es difícil ponernos de acuerdo y llegar a consensos para lograr mejores formas de convivencia.

Es cierta la frase que dice “Divide y vencerás”, o “Divide y robaras mejor”. Una sociedad dividida es una sociedad violenta, corrupta, débil y atrasada; esto lo saben algunas personas inescrupulosas que fomentan y promueven conflictos para generar división, anarquía, corrupción y desgobierno. La “Unión hace la fuerza” y esto lo sabemos todos pero no lo practicamos.

Necesitamos reinventar nuestra sociedad, convocando a personas con un alto sentido ético y moral, solidarias, honestas, con vocación de servicio, con flexibilidad de criterio, capaces de innovar y construir escenarios imaginarios de ciudades aptas para la vida, y donde el concepto de sostenibilidad se practique, sea un estilo de vida general y no se escriba en un papel para leerla como si fuera una letanía. Necesitamos abrir espacios para que las personas se reconozcan, primero como seres humanos, sensibles y solidarios; después como actores de su propio desarrollo con un talento, una vocación y una misión en la vida; y finalmente, como seres trascedentes capaces de legar a las actuales y futuras generaciones experiencias ejemplares de vida.

La participación ciudadana es importante en todo proceso de desarrollo de una ciudad, porque integra personas, las organiza en grupos, las prepara para identificar problemas y oportunidades y elaborar propuestas en consenso. Constituye una práctica democrática que contribuye a solucionar problemas o aprovechar oportunidades para mejorar la calidad de vida de una comunidad. Con participación ciudadana los proyectos se humanizan y se convierten en sostenibles.

Es un error pretender que los proyectos sean propuestas eminentemente económicas sustentadas con indicadores que no resuelven el verdadero sentir de la población más necesitada; o se conviertan en propuestas técnicas de medición, con indicadores que solo sirven para tomar la temperatura inicial de un escenario y construir una línea base para comprenderlo y definirlo mejor, pero no resuelve el problema en sí, porque su alcance es tan solo de medición y no conduce a acciones concretas para resolver los problemas. Cuando una propuesta se sesga a una dimensión social, el resultado puede ser asistencialista como es el caso de los programas sociales que ejecutan todos los gobiernos de turno. Constituye un grave error concebir las propuestas municipales como obras físicas de infraestructura: construcción de caminos y carreteras, mejoramiento de pistas y veredas, construcción de canales de irrigación, construcción de centros de salud, centros educativos, losas deportivas, terminales terrestres, mercados, museos, arreglo de parques y jardines, etc. Son obras físicas tangibles porque se pueden ver y tocar, pero después de concluidas no se percibe el ansiado desarrollo sostenible porque la presencia de estas obras físicas no llegan a resolver los problemas de una ciudad en toda su dimensión. En realidad los proyectos se deben concebir desde diferentes dimensiones: ambiental, social, económico, gobernabilidad, infraestructura, etc.; porque cada proyecto requiere del otro y todos se complementan entre sí. La ciudad debe pensarse con un sentido holístico y no en partes que la fracturen.

La participación ciudadana abierta, clara, transparente, honesta y organizada facilita cualquier proceso de desarrollo sostenible y le otorga validez a todas las propuestas concebidas para este fin. Las autoridades y los verdaderos líderes deben apostar por esta práctica ciudadana que fortalece toda democracia y permite construir un desarrollo integral con un horizonte a corto, mediano y largo plazo.

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