Autor: Guillermo Giacosa
Columnista del diario Perú 21
Desde enero al presente se han suicidado seis trabajadores de la empresa francesa de telecomunicaciones France Telecom. Estos suicidios han revivido un debate que concierne al conjunto de la sociedad contemporánea: el estrés. Especialistas en el tema han reunido información para, luego, hacer proposiciones destinadas a mejorar la salud psicológica en el trabajo. Una conclusión es que invertir en salud en el trabajo es una ineludible obligación humana, y señalan que este tema debería preocupar tanto como las estrategias económicas de la propia empresa. Entre las recomendaciones destacamos la que subraya la necesidad de otorgar a los asalariados los instrumentos para realizarse personalmente, creando espacios de discusión autónomos en el interior del trabajo. También se sugiere tener acceso a un superior jerárquico en caso de tener problemas con su jefe directo. Cada empresa debería analizar los riesgos propios de los distintos oficios y buscar las prácticas adecuadas para evitar conflictos. Los autores del informe invitan a cada empresa a elaborar un diagnóstico común con los sindicatos sobre los riesgos psicosociales que se originan en el trabajo. Sugieren que todo proyecto de reorganización o reestructuración debe medir, antes de implementarse, el impacto que producirá en consideración a la capacidad humana para el cambio. En el Ministerio de Trabajo en Francia, las empresas están clasificadas en tres grupos, de acuerdo con su preocupación por las enfermedades psicosociales que pueden originarse en el trabajo. De ellas, las que estarían en zona negativa –calificadas con los colores naranja y rojo– son más de 1,500. Todas ellas con más de 1,000 operarios. Se trata nada menos que de dos tercios de las empresas de ese nivel: 900 de estas últimas están reviendo sus métodos, y 600 se mantienen ajenas a las recomendaciones oficiales. Hay, también, un gran número de empresas con prácticas laborales correctas –y en algunos casos, muy positivas– que están en verde.
Me pregunto qué ocurriría si en Perú se realiza una evaluación similar a la que llevó a cabo el Ministerio de Trabajo de Francia. En primer lugar, supongo que no pocos colegas y políticos pondrían el grito en el cielo señalando una interferencia a la libertad de empresa. En la práctica se trata de un llamado a aterrizar en la realidad que, a la larga, beneficiará tanto a los empresarios como a los trabajadores. Ya en EE.UU. hay empresas que han comprendido que un clima laboral que no afecta negativamente al trabajador es el clima laboral más apto para aumentar la productividad.
El estrés genera desconcentración durante las horas de trabajo y una disminución en la capacidad defensiva del sistema inmunológico. Este último hecho disminuye, a su vez, las horas-hombre trabajadas y aumenta los gastos en materia de seguridad social. Todos, trabajadores, empresarios y Estado, se verían beneficiados con prácticas laborales respetuosas de la integridad de quienes son un motor indispensable y no siempre bien reconocido del crecimiento económico.
Columnista del diario Perú 21
Desde enero al presente se han suicidado seis trabajadores de la empresa francesa de telecomunicaciones France Telecom. Estos suicidios han revivido un debate que concierne al conjunto de la sociedad contemporánea: el estrés. Especialistas en el tema han reunido información para, luego, hacer proposiciones destinadas a mejorar la salud psicológica en el trabajo. Una conclusión es que invertir en salud en el trabajo es una ineludible obligación humana, y señalan que este tema debería preocupar tanto como las estrategias económicas de la propia empresa. Entre las recomendaciones destacamos la que subraya la necesidad de otorgar a los asalariados los instrumentos para realizarse personalmente, creando espacios de discusión autónomos en el interior del trabajo. También se sugiere tener acceso a un superior jerárquico en caso de tener problemas con su jefe directo. Cada empresa debería analizar los riesgos propios de los distintos oficios y buscar las prácticas adecuadas para evitar conflictos. Los autores del informe invitan a cada empresa a elaborar un diagnóstico común con los sindicatos sobre los riesgos psicosociales que se originan en el trabajo. Sugieren que todo proyecto de reorganización o reestructuración debe medir, antes de implementarse, el impacto que producirá en consideración a la capacidad humana para el cambio. En el Ministerio de Trabajo en Francia, las empresas están clasificadas en tres grupos, de acuerdo con su preocupación por las enfermedades psicosociales que pueden originarse en el trabajo. De ellas, las que estarían en zona negativa –calificadas con los colores naranja y rojo– son más de 1,500. Todas ellas con más de 1,000 operarios. Se trata nada menos que de dos tercios de las empresas de ese nivel: 900 de estas últimas están reviendo sus métodos, y 600 se mantienen ajenas a las recomendaciones oficiales. Hay, también, un gran número de empresas con prácticas laborales correctas –y en algunos casos, muy positivas– que están en verde.
Me pregunto qué ocurriría si en Perú se realiza una evaluación similar a la que llevó a cabo el Ministerio de Trabajo de Francia. En primer lugar, supongo que no pocos colegas y políticos pondrían el grito en el cielo señalando una interferencia a la libertad de empresa. En la práctica se trata de un llamado a aterrizar en la realidad que, a la larga, beneficiará tanto a los empresarios como a los trabajadores. Ya en EE.UU. hay empresas que han comprendido que un clima laboral que no afecta negativamente al trabajador es el clima laboral más apto para aumentar la productividad.
El estrés genera desconcentración durante las horas de trabajo y una disminución en la capacidad defensiva del sistema inmunológico. Este último hecho disminuye, a su vez, las horas-hombre trabajadas y aumenta los gastos en materia de seguridad social. Todos, trabajadores, empresarios y Estado, se verían beneficiados con prácticas laborales respetuosas de la integridad de quienes son un motor indispensable y no siempre bien reconocido del crecimiento económico.
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