sábado, 27 de marzo de 2010

EN LA ANTIGUA “SAN JUAN DE LA FRONTERA DE LOS CHACHAPOYAS”

Por: Iván La Riva Vegazzo
http://ivanlariva.blogspot.com/

Aunque por pocas horas, tuve el placer de volver a visitar Chachapoyas, la actual capital del departamento de Amazonas. Al recorrer su calles me parecía estar en el Trujillo que estamos perdiendo, aquel de casonas coloniales y republicanas, de paredes altas, techo de teja y portadas amplias, de vistosos balcones y patios solariegos con floridos jardines. Es que Chachapoyas debe ser hoy la capital departamental con mayor sabor colonial en el Perú y como trujillano lo digo con mucha pena.
Fue fundada por don Alonso de Alvarado Montoya González de Cevallos y Miranda, conocido simplemente como Alfonso de Alvarado, quien llegó en 1535 a la tierra de los Chachapoyas y a principios de 1536 fundó la ciudad de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas en un lugar denominado Levanto. Sin embargo, la naciente villa tuvo que ser abandonada debido a que Alvarado y sus hombres fueron llamados por Pizarro a Lima al estallar la rebelión de Manco Inca. En 1538 Alvarado retornó a la región y realizó la segunda fundación de Chachapoyas, esta vez en el actual lugar en razón de su mejor ubicación.
Sobre esta segunda fundación, aunque él sostiene es la primera, el cronista Pedro Cieza de León escribió lo siguiente: "En cinco días del mes de septiembre año del nacimiento de nuestro señor Ihsu Christo de mil quinientos treinta y ocho años, cerca de sesenta españoles bajo el mando del capitán Alonso de Alvarado se reunieron en [...] "Xalca" y realizaron la primera fundación de Chachapoyas". En dicho acto estuvo presente el capitán Luis Valera, padre del jesuita chachapoyano Blas Valera, de cuyas crónicas se nutrió el Inca Garcilaso de la Vega para la descripción del Tahuantinsuyo en sus "Comentarios Reales de los Incas". Es bueno saber que el lugarteniente de Alvarado, Juan Pérez de Guevara, fue el primero que arribó, desde Chachapoyas, a la región de Moyobamba donde se fundó después la ciudad de Santiago de los Ocho Valles de Moyobamba, el 25 de julio de 1540, ciudad que también ha perdido su arquitectura colonial, pero a causa de los terremotos.
En la Plaza de Armas se destaca una pileta de bronce del siglo XIX, que para mi sorpresa me dijeron que fue mandada traer de Europa junto con otra del mismo diseño, pero de mayor tamaño, destinada a la ciudad de Trujillo. Sin embargo, al llegar al puerto del Callao, el alcalde de Chachapoyas cambió de cajas a las piletas pues pensó que una pileta tan pequeña no se vería bien en una plaza mayor tan grande como la de la ciudad de Chachapoyas.
También destacan, por su hermosa arquitectura, la renovada Catedral, el Palacio Municipal y el Obispado. Este último ocupa la casa donde naciera el precursor de la Independencia, don Toribio Rodríguez de Mendoza, maestro, político, filósofo y jurista que formó una generación de patriotas, firmó el acta de independencia nacional en Lima, fue rector del Convictorio de San Carlos, miembro destacado de la Sociedad Amantes del País, fundador y colaborador de Mercurio Peruano, diputado a las Cortes de España y miembro del primer Congreso Constituyente, en el que la mayoría de sus miembros eran discípulos suyos, siendo uno de ellos José Faustino Sánchez Carrión. Su monumento puede admirarse en la Plaza de Armas.

Quede gratamente impresionado al recorrer el museo étnico-religioso que se ha instalado en la antigua iglesia de indios, de similar nombre a la de Trujillo, Santa Ana, construida en 1569. En ella pude conocer más de la cultura local, de sus costumbres, vestimentas y tradiciones. Me sirvió de mucho apreciar la maqueta de Kuelap, enigmática ciudad pétrea cuyo nombre en lengua nativa significa “lugar frío”, también conocer de la flora y fauna regional, en la que destaca el Colibrí cola de espátula, el picaflor más bello del mundo.
No podía abstenerme de disfrutar de la gastronomía local y aunque no desayuné por la hora en que arribé a la ciudad, si pude almorzar y ponerme “al día”. Disfruté de un solo plato, un cuy entero frito sobre la base de papas sancochadas cubiertas de una crema deliciosa llamada “usho” compuesta de maní con cebollas verdes. Ese único plato constituyó la fiel muestra de la deliciosa gastronomía chachapoyana.
Así transcurrió mi breve estancia en esta ciudad que nos evoca un pasado esplendoroso a la espera de un futuro promisor basado en el turismo y la hospitalidad de su gente. Espero regresar.

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