Por: León Trahtemberg
http://www.trahtemberg.com
Una analogía clara para comprender la diferencia entre un profesor que dicta ó recita una clase memorística repitiendo lo que a su vez alguna vez aprendió de sus profesores, y un profesor que domina sus temas y es capaz de diseñar autónomamente para cada momento la estrategia de trabajo más eficaz, es la de comprender el trabajo de un buen entrenador físico.
Hay entrenadores en gimnasios que aprendieron las técnicas de entrenamiento de parte de sus propios entrenadores, de modo que cuando les toca entrenar a un nuevo cliente repiten con él esas mismas técnicas y secuencias. Hay otros en cambio que luego de estudiar la anatomía y fisiología humana, tratan de comprender qué músculos se activan con cada movimiento y cómo una rutina genera secuencias que refuerzan los efectos que producen unos ejercicios sobre los otros.
En función de las características del entrenado, su estructura física, dolencias, enfermedades, edad, peso, talla, etc. el entrenador inteligente que comprende el cuerpo humano va creando ejercicios que favorecen la activación de ciertos músculos, pero evitando que se produzcan daños por ejemplo a la columna, cuello, rodillas, etc. Este entrenador puede ir adecuando los ejercicios clase a clase, variando y creando rutinas y modalidades de trabajo de modo personalizado según las necesidades del entrenado.
Al igual que un arquitecto, que para diseñar una columna tiene que tener primero una idea del edificio completo, el entrenador que comprende lo que hace diseñará cada ejercicio a la medida de lo necesario, teniendo presente al conjunto del cuerpo del entrenado, sus capacidades, necesidades y limitaciones.
Cuando se habla del profesor que es capaz de desarrollar una enseñanza efectiva, personalizada, basada en un currículo flexible, estamos hablando precisamente de un profesor con estas características, lo que demanda una formación distinta a la tradicional. Debe formarse teniendo presente todo el tiempo la interacción entre el todo y cada parte, y el uso intensivo de la interrogante “¿por qué?” frente a todo tema que le toque aprender o enseñar. La evaluación de su suficiencia profesional debiera hacerse viéndolo lidiar en clase con alumnos que tengan dificultades de aprendizaje.
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Una analogía clara para comprender la diferencia entre un profesor que dicta ó recita una clase memorística repitiendo lo que a su vez alguna vez aprendió de sus profesores, y un profesor que domina sus temas y es capaz de diseñar autónomamente para cada momento la estrategia de trabajo más eficaz, es la de comprender el trabajo de un buen entrenador físico.
Hay entrenadores en gimnasios que aprendieron las técnicas de entrenamiento de parte de sus propios entrenadores, de modo que cuando les toca entrenar a un nuevo cliente repiten con él esas mismas técnicas y secuencias. Hay otros en cambio que luego de estudiar la anatomía y fisiología humana, tratan de comprender qué músculos se activan con cada movimiento y cómo una rutina genera secuencias que refuerzan los efectos que producen unos ejercicios sobre los otros.
En función de las características del entrenado, su estructura física, dolencias, enfermedades, edad, peso, talla, etc. el entrenador inteligente que comprende el cuerpo humano va creando ejercicios que favorecen la activación de ciertos músculos, pero evitando que se produzcan daños por ejemplo a la columna, cuello, rodillas, etc. Este entrenador puede ir adecuando los ejercicios clase a clase, variando y creando rutinas y modalidades de trabajo de modo personalizado según las necesidades del entrenado.
Al igual que un arquitecto, que para diseñar una columna tiene que tener primero una idea del edificio completo, el entrenador que comprende lo que hace diseñará cada ejercicio a la medida de lo necesario, teniendo presente al conjunto del cuerpo del entrenado, sus capacidades, necesidades y limitaciones.
Cuando se habla del profesor que es capaz de desarrollar una enseñanza efectiva, personalizada, basada en un currículo flexible, estamos hablando precisamente de un profesor con estas características, lo que demanda una formación distinta a la tradicional. Debe formarse teniendo presente todo el tiempo la interacción entre el todo y cada parte, y el uso intensivo de la interrogante “¿por qué?” frente a todo tema que le toque aprender o enseñar. La evaluación de su suficiencia profesional debiera hacerse viéndolo lidiar en clase con alumnos que tengan dificultades de aprendizaje.
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