jueves, 3 de junio de 2010

POR LA BREA Y LOBITOS, EN EL NORTE DEL PERU

Por: Iván La Riva Vegazzo
http://ivanlariva.blogspot.com/

Turísticamente, al departamento de Piura se le relaciona con su gran oferta de playas de mar cálido y arenas blancas que, como un rosario, se posicionan en la parte norte, compartiendo territorio con Tumbes.
Hace poco, se me presentó la oportunidad de conocer dos de los seis distritos de la provincia piurana de Talara, ambos ubicados en su vecindad; La Brea al sur y Lobitos al norte. Aunque no están en el corredor de playas de mar cálido y de arena blanca, tienen lo suyo. Tienen lo que yo llamo, ventajas competitivas, es decir argumentos o valores agregados que los hacen diferentes de los demás de su competencia.
Personalmente estaba muy interesado en conocer los territorios que yo había escuchado en mis primeros años de estudiante de derecho al estudiar el “Laudo de La Brea y Pariñas”; aquel enojoso problema de soberanía sobre nuestras riquezas del siglo pasado y que fuera solucionado con la nacionalización del petróleo.
En La Brea se encuentra “Punta Balcones”, el extremo más occidental de América del Sur, un argumento turístico de primera magnitud. Para tener la experiencia de pararse en el lugar más extremo de esta parte del continente, hay que acceder a una especie de barranco constituido por una gran roca a la que hay que subir con alguna dificultad. Una vez en la cima se tiene una sensación especial. Al frente está la inmensidad del océano Pacífico, salpicado de plataformas petroleras y abajo, algunos lobos de mar toman el sol sobre unos islotes; se dice también que en este punto se encuentran las corrientes de Humbolt y la del Niño.
Frente al Punta Balcones, al norte, se divisa claramente Punta Pariñas con su faro. Se cuenta que allí ancló Francisco Pizarro en su segundo viaje de conquista y al recibir a una delegación de indios pariñas se le cayó su espada al mar molestándose mucho por ese hecho. Se dice también, que al volver a pasar por allí en su viaje de regreso los indios pariñas le entregaron su arma demostrándole sus capacidades para el buceo.
Muy grato para mí fue disfrutar de la gastronomía marina del puerto menor San Pablo, anexo de La Brea. Frente a una amplia playa en cuyo mar se balancean los botes de los pescadores, se han instalado buenos restaurantes que nos ofrecen los más clásicos manjares marinos de esta parte del país.
El ceviche primero y el pescado sudado después degusté con mis atentos anfitriones. Compartimos nuestro almuerzo al más puro estilo piurano, todos al unísono y desde la misma fuente. Por aquí no se conocen los platos ni las porciones individuales. Todo hay que compartirlo. Una sinfonía de cubiertos chocando entre sí, acompañan la conversación y el disfrute del rico almuerzo.

Más adelante me tocaría conocer otras de las ventajas competitivas del distrito, una zona desértica y árida donde se pueden apreciar troncos de árboles petrificados y que los pobladores ya han bautizado como el “Bosque pétreo”. Debo confesar que por primera vez en mi vida estaba yo frente a un singular recurso turístico. Más de treinta troncos fosilizados, uno de hasta doce metros, descansan en aquella soledad a la espera de ser admirados los visitantes que como yo, no me canso de tomar fotos.
Al día siguiente me tocaría conocer el distrito de Lobitos. Entre pozos de extracción de petróleo, antes de llegar a él, nos desviamos hacia la playa para visitar una zona rocosa conocida como Las Capullanas. Debo confesar que la naturaleza en esta parte del país ha hecho lo suyo. En la orilla, en lo que puso ser un antiguo acantilado es hoy un lugar compuesto por enigmáticas cuevas que permiten echar a volar nuestra imaginación: sitio donde los piratas escondieron sus tesoros, túneles sin fin donde la gente se ha perdido, vivienda de seres míticos, lugar de avistamiento de seres extraterrestres, son temas que se nos vienen a la mente dentro de las grandes bóvedas pétreas. “La zona de Las Capullanas merece ser puesta en valor turístico”, fue mi recomendación.
El poblado de Lobitos, a quince kilómetros de Talara, tiene dos zonas: la nueva y la antigua. La segunda me llama poderosamente la atención por sus casas de estructura de madera que son mudos testigos de una pasada grandeza. Su atractiva y singular iglesia sigue en pie.
También llamó mi atención la cantidad de surfistas, en especial extranjeros. La razón es que esta parte del litoral, según me informaron, tiene hasta cinco tipos de olas. Esto se debe a que sus arenas que llegan hasta el horizonte y cumplen ciclos anuales de desplazamiento, gracias a los cuales los fondos marinos varían dando lugar a tan diversos tipos de olas. Un paraíso para los deportistas. Recién me enteré que el pasado campeonato de Surf femenino fue aquí, en Lobitos.
Y así culminé dos días interesantes en el norte del país. Cabe la pregunta: ¿Si estos dos distritos tienen interesantes recursos turísticos, cuantos tendrán los 1 832 distritos de todo el país?

1 comentarios:

Saul dijo...

La zona de las capullanas, parece ser muy interesante, podrias indicar como llegar a ese lugar en particular.