jueves, 23 de diciembre de 2010

CANTARES DE MUJER: Una Navidad sin Pablo…

“Te sembraré en ella como el grano de trigo se siembra en el surco”

Por: Isabel Barrantes Zurita
isarrobles@yahoo.es

La semilla fabulosa de Pablo Enrique Sánchez Zevallos sigue germinando en la vastedad de la tierra. Su tierra, que un día lo viera nacer correteando en sus prados, en los que aprendió a quererla y, desde entonces, trabajar por ella sin descanso. Esa madre generosa lo ha recibido ya de vuelta. La estrella del amanecer nos guía a seguir su ejemplo. Invirtió propios recursos para enseñarnos cómo se hace la cosecha del agua, cómo vestir con cariño, pero sobre todo, con persistencia, la piel de los cerros, herida ya de erosiones múltiples, con sed tremenda de reconocimiento, de ternura, como madre que es, dadora de hijos.
Pablo Sánchez Zevallos también amaba la Cultura, nuestra Cultura, con la cual hilvanó muchos de sus planteamientos, propuestas, hechos. Amó el patrimonio cultural legado ancestralmente y fruto del mestizaje. Nos dejó una herencia fastuosa, pero necesitada de nuestros pensamientos, afectos y manos. Creó hace dos años aproximadamente, el nuevo Patronato de Cajamarca para trabajar arduamente por la conservación del Patrimonio Cultural de esta región, sobre esto casi nadie se ha referido. Todos hemos expresado nuestro pesar por su partida, pero no hemos hecho sentir nuestro rol en la defensa eficaz, oportuna, de ardua labor, de ese patrimonio integral, valorándolo no sólo con palabras, de las que mañana ya casi nadie recordaremos, nos toca expresar nuestro compromiso con el evangelio que predicó y puso en marcha. Espacio de participación democrática, libre, comprometida y ad-honorem en la defensa tanto del patrimonio natural y del cultural. Para que un día en los millones de pesebres andinos nazca otra vez la esperanza, nazca el Dios de los Milagros, florezca la riqueza de la naturaleza, sin explotación indiscriminada de sus recursos; frutezcan las capacidades de los niños y las niñas conservando adecuada y equitativamente su casa grande, que es la de todos y todas. La tierra, el agua, el viento, el tiempo necesitan mantenimiento permanente, cariño para verlos hermosos, saludables.

Necesitan de laderas verdes cultivadas con mismas manos, defendiéndolas de los vendavales, de las proposiciones trasgresoras del comercio brutal y consumista. Los niños deberán Aprender de sus padres y maestros las sabias enseñanzas de un pasado milenario extraordinario, de un presente hacedor de nuestros sueños, de un futuro que asegure la vida de nietos y descendientes. Eso es lo que quería Pablo Enrique, hacer de nuestra casa un lugar posible para la vida, para el agua, la tierra, el fuego, el Sol y las estrellas, el viento bueno que esparza las semillas mejores por los siglos de los siglos.
La Navidad es tiempo de espera, de renovación, de pachán… ¡Volver a empezar!. Don Pablito se fue frisando la navidad del 2010, espera en el universo, que la semillas que sembró con tanta entrega, amor y decisión ayuden al Perú, a través de sus alumnos, hijos, familia, de sus conciudadanos del Perú y del mundo, a cosechar el agua pura de las vertientes de los Apus, prevaleciendo la vida y no el comercio. Nos ayuden a sembrar de bosques las laderas, los valles, los parques, las huertas, para que el aire que respiramos sea de ventura y los alimentos tengan la suficiente agua para crecer, florecer, frutecer y dar semillas inacabables, como lo quiere Dios nacido en un humilde Pesebre, como lo quiere Don Pablo, ya mirando desde el cielo.
Cajamarca, 20 de diciembre del 2010

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