Fuente: Otra Mirada
De acuerdo al Ministerio de Trabajo¹, el gasto destinado por las empresas a los programas de capacitación de personal representa solo el 0.54% del total del total de sus ventas.
¿Qué significa este resultado?
De la mano con la recuperación de la situación internacional, el Perú ha venido experimentado reiterativos incrementos en el nivel de empleo a nivel nacional. De acuerdo al último reporte de empleo del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), el índice de empleo urbano en octubre de 2010 tuvo un incremento anual de 5.4%. Si bien es cierto que el empleo nacional se incrementa, lo que habría que sentarse a reflexionar más allá de la cifra de crecimiento “per se” es si este crecimiento es o no sustentable en el largo plazo. En ese sentido, uno de los principales determinantes de la sostenibilidad del empleo es el nivel de especialización o calidad del capital humano con el que cuenta una economía.
En una economía cuyo proceso productivo vaya en dirección a estar centrado en la innovación tecnológica, educación, cadenas productivas y el progreso técnico (competitividad auténtica) resulta evidente que van a ser los empresarios los primeros interesados en invertir de forma creciente en la capacitación de su personal. Sin embargo, en una economía con una competitividad sustentada, entre otros factores, en el estancamiento o reducción de los salarios reales y en la supresión de derechos laborales (competitividad espuria) los empresarios carecen de incentivo alguno para invertir en capacitar a su personal. Que nuestro país se encuentre entre los tres países de la región donde menos se invierte en capacitación laboral no es una mera casualidad.
En 2010 fue aprobada la Ley de Promoción de la Inversión de Capital Humano. En conformidad con esta ley, se permite que las empresas puedan deducir los gastos por capacitación laboral hasta por un 5% del total de gastos en el ejercicio (incentivo tributario). ¿Se contribuye a una mayor competitividad del país con una norma que limita el incentivo a la capacitación laboral? De acuerdo al especialista Jorge Toyama: “No estamos ante una real norma que incentive la inversión en capacitación laboral”
Es ejercicio recurrente que en temas económicos se haga un análisis comparativo con Chile, revisemos este asunto. En el caso chileno, se aplica una franquicia tributaria lo cual genera una promoción efectiva de la capacitación de personal. Por citar un ejemplo propuesto por Toyama: “En Chile, si la empresa invierte US$ 100,00 en capacitar operarios para que logren un grado técnico, podrá deducir como gasto los US$ 100,00 y un porcentaje más”. El Estado chileno tiene claro que lo realmente importante es la sostenibilidad del empleo y no se queda en el cortoplacismo de las cifras, es decir que hay una participación efectiva del Estado chileno en la economía.
En conclusión, el hecho de que se emita una norma que no promueve realmente una mayor capacitación laboral en el país, revela el desdén del Estado en esta materia. De esta forma, no hay una verdadera intención por tocar el tema de fondo que consiste en iniciar el tránsito de una economía sustentada en una competitividad espuria a una respaldada por una competitividad auténtica. Una hipótesis que busca explicar esta situación es que a diferencia del Estado chileno, el peruano no cuenta con una participación efectiva en el sistema económico nacional. En ese sentido, resulta sumamente importante hacer mención de la idea de la “captura del Estado” desarrollado por Francisco Durand quién sostiene que el Estado nacional ha sido capturado por grandes intereses privados. Da para la reflexión.
¹Para el detalle revisar Diario Gestión del 10/01/11 (pág. 8).
De acuerdo al Ministerio de Trabajo¹, el gasto destinado por las empresas a los programas de capacitación de personal representa solo el 0.54% del total del total de sus ventas.
¿Qué significa este resultado?
De la mano con la recuperación de la situación internacional, el Perú ha venido experimentado reiterativos incrementos en el nivel de empleo a nivel nacional. De acuerdo al último reporte de empleo del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), el índice de empleo urbano en octubre de 2010 tuvo un incremento anual de 5.4%. Si bien es cierto que el empleo nacional se incrementa, lo que habría que sentarse a reflexionar más allá de la cifra de crecimiento “per se” es si este crecimiento es o no sustentable en el largo plazo. En ese sentido, uno de los principales determinantes de la sostenibilidad del empleo es el nivel de especialización o calidad del capital humano con el que cuenta una economía.
En una economía cuyo proceso productivo vaya en dirección a estar centrado en la innovación tecnológica, educación, cadenas productivas y el progreso técnico (competitividad auténtica) resulta evidente que van a ser los empresarios los primeros interesados en invertir de forma creciente en la capacitación de su personal. Sin embargo, en una economía con una competitividad sustentada, entre otros factores, en el estancamiento o reducción de los salarios reales y en la supresión de derechos laborales (competitividad espuria) los empresarios carecen de incentivo alguno para invertir en capacitar a su personal. Que nuestro país se encuentre entre los tres países de la región donde menos se invierte en capacitación laboral no es una mera casualidad.
En 2010 fue aprobada la Ley de Promoción de la Inversión de Capital Humano. En conformidad con esta ley, se permite que las empresas puedan deducir los gastos por capacitación laboral hasta por un 5% del total de gastos en el ejercicio (incentivo tributario). ¿Se contribuye a una mayor competitividad del país con una norma que limita el incentivo a la capacitación laboral? De acuerdo al especialista Jorge Toyama: “No estamos ante una real norma que incentive la inversión en capacitación laboral”
Es ejercicio recurrente que en temas económicos se haga un análisis comparativo con Chile, revisemos este asunto. En el caso chileno, se aplica una franquicia tributaria lo cual genera una promoción efectiva de la capacitación de personal. Por citar un ejemplo propuesto por Toyama: “En Chile, si la empresa invierte US$ 100,00 en capacitar operarios para que logren un grado técnico, podrá deducir como gasto los US$ 100,00 y un porcentaje más”. El Estado chileno tiene claro que lo realmente importante es la sostenibilidad del empleo y no se queda en el cortoplacismo de las cifras, es decir que hay una participación efectiva del Estado chileno en la economía.
En conclusión, el hecho de que se emita una norma que no promueve realmente una mayor capacitación laboral en el país, revela el desdén del Estado en esta materia. De esta forma, no hay una verdadera intención por tocar el tema de fondo que consiste en iniciar el tránsito de una economía sustentada en una competitividad espuria a una respaldada por una competitividad auténtica. Una hipótesis que busca explicar esta situación es que a diferencia del Estado chileno, el peruano no cuenta con una participación efectiva en el sistema económico nacional. En ese sentido, resulta sumamente importante hacer mención de la idea de la “captura del Estado” desarrollado por Francisco Durand quién sostiene que el Estado nacional ha sido capturado por grandes intereses privados. Da para la reflexión.
¹Para el detalle revisar Diario Gestión del 10/01/11 (pág. 8).
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