jueves, 24 de marzo de 2011

COREA DEL SUR: EL ALTO COSTO EMOCIONAL PAGADO POR LOS ESTUDIANTES

Por: León Trahtemberg
leon@trahtemberg.com
www.trahtemberg.com


¿Ud. apoyaría que su hijo se estrese intensamente para sacarse mejores notas y llegar hasta el extremo de que desarrolle problemas cardiacos, úlceras y eventualmente quiera quitarse la vida? No pocos padres de familia coreanos empiezan a hacerse esa pregunta (que ya es muy común en Japón), lo que refleja el otro lado de la moneda de la obsesión por la educación entendida como un entrenamiento intensivo cotidiano de 11 horas de clases al día y varias más luego en su casa. Gran parte de los alumnos asiste luego del colegio a academias privadas -llamadas hagwon- para mejorar sus resultados académicos. Si bien eso les permite a los surcoreanos liderar las tablas mundiales de las pruebas de PISA en matemáticas, ciencias y lectura, eso no necesariamente es fuente de satisfacción para los estudiantes coreanos que están bastante hartos de este trajín en la carrera por llegar a las mejores universidades y luego a los mejores empleos.
José Reinoso escribe desde Pekín el 6 de diciembre 2010 un artículo para El País de España titulado “Paradoja escolar en Cora del Sur” cuyo contenido vale la pena considerar como fuente de reflexión.
En 1945 la península coreana se liberó de 40 años de colonialismo japonés. Entonces tan solo el 22% de los adultos sabía leer y escribir. A la fecha, gracias a que los sucesivos gobiernos dieron gran importancia a la educación para compensar la falta de recursos naturales, el 98% de los surcoreanos de 25 a 34 años ha finalizado la educación secundaria y 58% ha recibido algún tipo de formación superior. A la inversión que hace el estado se suman aportes privados de las familias que es casi equivalente al estatal. En el año 2009 las familias gastaban una media de 522 dólares al mes, casi el 16% de sus ingresos.
Si bien hay buenos profesores que son formados entre los mejores postulantes universitarios de cada promoción, son las largas jornadas escolares las que explican buena parte del mejor desempeño. Los profesores más bien suelen estar descontentos, aunque estén bien pagados, porque se sienten infravalorados, y tienen que lidiar con clases masificadas y estudiantes agotados por las clases extras. El sistema de enseñanza se caracteriza por la memorización, el aprendizaje orientado a los hechos, la enseñanza autoritaria y la falta de énfasis en la creatividad.
El precio que pagan los alumnos por el éxito es alto. Estudian 49,4 horas a la semana, frente a una media de 33,9 horas de la OCDE. Tienen poco tiempo para jugar y dormir. Solo 1 de cada 2 dice estar feliz y 1 de cada 6 dice que se siente muy solo. Su nivel de estrés es el mayor de la OCDE. Hay un gran número de suicidios entre los estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato; el año 2009 hubo más de 200, un 47% más que en 2008. El motivo para muchos de ellos, es no haber logrado puntuaciones suficientes en los exámenes escolares.
La pegunta que yo me hago es ¿qué sentido tiene todo eso? ¿No hay aquí acaso una dosis de maltrato a los niños y jóvenes? ¿qué garantías hay de que ese estrés haga que los jóvenes se conviertan en profesionales felices, realizados, emocionalmente estables? No conozco ninguna teoría psicológica que sostenga que esa manera de presionar a los estudiantes sea bueno para su salud mental.
Habrá que esperar 10 años para ver qué pasa con la sociedad coreana cuando estos niños y jóvenes sean el grupo dominante en la fuerza de trabajo coreano. Personalmente prefiero un sistema que coloque el foco en promover el pensamiento crítico, creatividad, originalidad, la fuerza emocional que permite luchar por cambiar lo establecido cuando no es satisfactorio, frente a quienes postulan como aspiración el modelo de las “academias escolares”. Mi experiencia personal me enseña que llegan más lejos los estudiantes que cultivaron su salud mental y sus habilidades sociales –lo que abre espacios suficientes para cultivar su intelecto y sus talentos- que aquellos que son esclavos de los estudios y rehenes de la competencia entre pares.

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