TOKIO (Reuters).- A las tiendas en Tokio se les está agotando el agua embotellada el jueves luego de que la radiación de un dañado complejo nuclear brevemente hizo que el agua del grifo fuera insegura para los bebés, y más naciones redujeron las importaciones de alimentos japoneses.
Ingenieros están tratando de estabilizar una planta nuclear de seis reactores en Fukushima, 250 kilómetros al norte de la capital, casi dos semanas después de que un terremoto y un tsunami golpearon la instalación y devastaron el noreste de Japón, dejando cerca de 26.000 muertos o desaparecidos.
Autoridades dijeron a los 13 millones de residentes de Tokio que no den agua del grifo a bebés menores de un año luego de que la contaminación superó los niveles seguros esta semana.
Pero los niveles volvieron a caer bajo los niveles aceptables el jueves.
Pese a los llamados del Gobierno a no caer en el pánico, muchos supermercados y tiendas se quedaron sin agua embotellada.
Radiación por encima de los niveles normales también fue detectada en leche y verduras procedentes de Fukushima.
Singapur y Australia se sumaron a Estados Unidos y Hong Kong en restringir las importaciones de leche y alimentos desde la zona, mientras que Canadá se convirtió en la última de muchas naciones que refuerza las revisiones tras la peor crisis nuclear del mundo desde Chernóbil.
Partículas radiactivas han sido encontradas en lugares tan lejanos como Islandia, aunque Japón insiste que los niveles no son peligrosos para los adultos.
El temor a la contaminación tras la catástrofe del 11 de marzo se está sumando al período más traumático que enfrenta Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
Los estimados 300.000 millones de dólares en daños por el terremoto y posterior tsunami convierten a este en el desastre natural más costoso del mundo, eclipsando el terremoto de 1995 que golpeó a la ciudad nipona de Kobe y al huracán Katrina, que arrasó a Nueva Orleans en el 2005.
La cifra oficial de muertos por el desastre ha subido a 9.523, pero podría seguir trepando debido a que 16.094 personas aún figuran como desaparecidas.
En la planta Fukushima, los técnicos lograron conectar cables de energía a sus seis reactores y comenzaron a bombear agua a uno de ellos para enfriar las barras de combustible nuclear.
Casi 300 ingenieros, que rápidamente se están convirtiendo en héroes nacionales, trabajan dentro de la zona de evacuación.
Ellos reanudaron sus labores el jueves en el reactor número 3, considerado el más crítico, luego de una suspensión de un día luego de que surgió humo negro.
El operador de la planta Tokyo Electric Power Co (TEPCO) está tratando de reiniciar los sistemas de la planta para evitar la fuga de más radiación o una fusión del núcleo, el peor escenario posible.
Tres empleados de TEPCO que trabajaban con agua para conectar un cable resultaron heridos por radiación el jueves y dos fueron llevados a un hospital con quemaduras, indicó la agencia de seguridad nuclear de Japón.
Ingenieros están tratando de estabilizar una planta nuclear de seis reactores en Fukushima, 250 kilómetros al norte de la capital, casi dos semanas después de que un terremoto y un tsunami golpearon la instalación y devastaron el noreste de Japón, dejando cerca de 26.000 muertos o desaparecidos.
Autoridades dijeron a los 13 millones de residentes de Tokio que no den agua del grifo a bebés menores de un año luego de que la contaminación superó los niveles seguros esta semana.
Pero los niveles volvieron a caer bajo los niveles aceptables el jueves.
Pese a los llamados del Gobierno a no caer en el pánico, muchos supermercados y tiendas se quedaron sin agua embotellada.
Radiación por encima de los niveles normales también fue detectada en leche y verduras procedentes de Fukushima.
Singapur y Australia se sumaron a Estados Unidos y Hong Kong en restringir las importaciones de leche y alimentos desde la zona, mientras que Canadá se convirtió en la última de muchas naciones que refuerza las revisiones tras la peor crisis nuclear del mundo desde Chernóbil.
Partículas radiactivas han sido encontradas en lugares tan lejanos como Islandia, aunque Japón insiste que los niveles no son peligrosos para los adultos.
El temor a la contaminación tras la catástrofe del 11 de marzo se está sumando al período más traumático que enfrenta Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
Los estimados 300.000 millones de dólares en daños por el terremoto y posterior tsunami convierten a este en el desastre natural más costoso del mundo, eclipsando el terremoto de 1995 que golpeó a la ciudad nipona de Kobe y al huracán Katrina, que arrasó a Nueva Orleans en el 2005.
La cifra oficial de muertos por el desastre ha subido a 9.523, pero podría seguir trepando debido a que 16.094 personas aún figuran como desaparecidas.
En la planta Fukushima, los técnicos lograron conectar cables de energía a sus seis reactores y comenzaron a bombear agua a uno de ellos para enfriar las barras de combustible nuclear.
Casi 300 ingenieros, que rápidamente se están convirtiendo en héroes nacionales, trabajan dentro de la zona de evacuación.
Ellos reanudaron sus labores el jueves en el reactor número 3, considerado el más crítico, luego de una suspensión de un día luego de que surgió humo negro.
El operador de la planta Tokyo Electric Power Co (TEPCO) está tratando de reiniciar los sistemas de la planta para evitar la fuga de más radiación o una fusión del núcleo, el peor escenario posible.
Tres empleados de TEPCO que trabajaban con agua para conectar un cable resultaron heridos por radiación el jueves y dos fueron llevados a un hospital con quemaduras, indicó la agencia de seguridad nuclear de Japón.
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