
adelrioal@yahoo.es
Nunca imaginé que los políticos de peso, en todo el sentido de la palabra, pudieran tener tal agilidad, para jugar al infantil recreo del “Gran Bonetón”.
Mantequilla…a la otra esquina, reza el dicho universal del jueguito. Y toda la ciudad de Trujillo, toda la región La Libertad y todo el Perú, testificó cuando Alan García Pérez, aún presidente de todos los peruanos, se trepo presto a un helicóptero y luego a una draga holandesa en Salaverry, para anunciar pletórico de júbilo que se iniciaba la recuperación de las playas, de esas playas que coloquialmente trajinó su jefe, maestro y líder, Víctor Raúl Haya de la Torre.
Dijo grandilocuente que se recuperaban las playas, que se haría túnel en el funesto molón retenedor de arena y que todo volvería a ser el paraíso que conocimos, los que pasamos los 50 años y algo más.
Pero justo ahí, jugando en cordial pareja con su locuaz ministro de Transportes, su silente e inubicable presidente de ENAPU y los obsecuentes funcionarios locales, empezó a correr la bolita y a armarse una farsa digna de comedia de Moliere.
…que llego la primera draga, que se fue rapidito, que no desesperen que arriba la segunda draga, que el mantenimiento de la draga, que el contrato, que la carta de intención, que el expediente técnico, que la arena de Salaverry no sirve, que hay que conseguir otra arena de una cantera probablemente ubicada en el país del nunca jamás, que la bolita ya no la tiene ENAPU porque por curioso decreto se la pasan al más ágil jugador, que es Enrique Cornejo, el ministro de Transportes.
Que se forma una comisión multisectorial para que diga que se debe hacer con las playas, cuando eso lo saben hasta los niños.
Pasan los angustiosos días y sigue mediático el jueguito, se instala la comisión y resulta que a la semana siguiente, esa tal comisión -que aún no termina de acomodarse- ya tiene la bolita y “es la responsable de solucionar el problema”.
Luego se vence el plazo de la burocrática declaración de emergencia –de esa “emergencia” que nunca existió, porque el problema de la erosión costera en Trujillo no ha surgido de improviso. Es un drama que vive la provincia desde hace más de 30 años.
De esos muchos y mismos años, en que trajinó como alcalde o gobernante regional la misma persona que ahora pedía que se declare la “emergencia”.
¿Es que en sus más de 20 años en la administración municipal de Trujillo y regional de La Libertad, no se dio cuenta que las playas se estaban erosionando y que hacía mucho habían desaparecido bajo las aguas del mar, la antigua carretera a Salaverry, junto con muchas viviendas de gente de todos los colores y condiciones?
¿Es que no sabía que el puerto de Salaverry operaba mal, con severos problemas de dragado?
¿Es que no sabía que los siniestrados Salaverry, Moche, Víctor Larco y Huanchaco, son distritos de la provincia de la que don José Murgia era alcalde?
El jueguito del “Gran Bonetón” que organizaron los seguidores de Haya de la Torre se acaba y el Sr. García Pérez se irá de Palacio de Gobierno y probablemente se pare en la próxima esquina a “exigir”, con estupendo movimiento de brazos y voz estentórea, que el gobierno entrante resuelva la “emergencia” en las playas de Trujillo.
Bueno pues. Como decía el viejo zorro de la política que era Winston C

Y eso fue lo que hizo la gestión gubernamental del Sr. García Pérez, arropado en los dramáticos miedos de las autoridades regionales y municipales de la provincia, de las que según puedo testificar, sólo se salvan y bien los alcaldes de Huanchaco y Víctor Larco Herrera, Fernando Bazán y Carlos Vásquez.
¿Y los parlamentarios liberteños? Bien gracias, con buena salud y mucha paciencia. Tanta paciencia que sólo alguno se acordó muy al final de su inútil gestión, que la provincia padecía tremendo problema.
¿Es todo esto una burla inmensa para el pueblo de Trujillo, por parte del gobierno actual? Sí, a mi juicio, sí lo es. Enorme bufonada.
El juego del gran bonetón redivivo y las playas de Trujillo en proceso de desaparecer.
Alguna solución habrá y la vamos a intentar. Realmente creo que sí las autoridades elegidas o designadas para eso, no lo hacen, lo tendrán que hacer los ciudadanos, la sociedad civil. O sea usted y yo, amable lector.
Ya veremos cómo. Pero lo haremos.
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