Grandes proyectos económicos no toman en cuenta ecosistemas. Sostenibilidad debe ser la meta de todo negocio
(El Comercio).- Al tiempo de hacer negocios nadie la toma en cuenta. Sin ella, sin embargo, no habría ninguna posibilidad de concretarlos. No se escucha a la socia más importante del desarrollo humano y del crecimiento económico. Solo por ella podemos pensar algún tipo de emprendimiento. Poco a poco parece comprenderse que la Tierra, nuestro planeta, es una socia estratégica que debe regir las grandes decisiones del siglo XXI.
ECOSISTEMAS BAJO PRESIÓN
Nuestros patrones de consumo y una visión obsoleta de negocios –que no valora los servicios ambientales de los ecosistemas, ni los pasivos ecológicos que generamos– ejercen una presión ambiental sin precedentes. Persiste la falacia de que los recursos naturales estarán allí por siempre para crear negocios e impulsar el crecimiento económico. El panorama dice otra cosa: deforestación, pérdida de fuentes de agua, tierras de cultivo y hábitats para diferentes especies de flora y fauna, empobrecimiento de la biodiversidad, sobrepesca, contaminación, expansión de desiertos, calentamiento global, crecimiento de la pobreza y baja calidad de vida en las zonas más afectadas por concepciones de desarrollo que literalmente arrollan a la naturaleza.
¿ANTROPOCENO Y NO HOLOCENO?
Expertos como el profesor sueco Johan Rockstrom –considerado uno de los personajes más influyentes del mundo en temas ecológicos– estiman que en pocas décadas el planeta no podrá sostener el desarrollo humano ni la economía. Director del Instituto Ambiental de Estocolmo y del Centro de Resiliencia de Estocolmo, afirma: “Nunca hemos visto, en los últimos 50 años, un deterioro tan pronunciado de funciones y servicios del ecosistema planetario. Podríamos, de hecho, haber entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, en el que los humanos son el motor predominante del cambio planetario”. Esto en vez del saludable Holoceno (del griego holos, todo, y kainos, reciente o la era totalmente reciente) en la que se supone deberíamos estar viviendo. Para el sueco la gran pregunta empresarial es: “¿Cuáles son los límites planetarios dentro de los que se puede operar con seguridad?”.
CIENCIA Y EMPRENDIMIENTO
Abundan experiencias exitosas de potenciales emprendimientos económicos, que no afectan al ambiente. En este camino la investigación científica y tecnológica es fundamental para moldear la nueva empresa del siglo XXI. Tomemos, por ejemplo, el caso de la industria del plástico, dependiente del petróleo como materia prima y cuyos productos son tremendamente contaminantes (una botella plástica puede tardar tanto como hasta mil años para degradarse). La llamada “mancha del Pacífico”, no es otra cosa que un basural de plástico del tamaño de Canadá, acumulado por las corrientes en medio del océano, sin solución a la vista. Otro caso de terror es el de la espuma plástica (tecnopor y sus variantes), su base es la gasolina y es usado en vasos descartables, embalaje, entre otros desechables. Según EPA, la agencia ambiental norteamericana, representa hasta el 25% de la basura de ese país. El material es carcinogénico, no se degrada solo se pulveriza y se han encontrado sus rastros hasta en la sangre y tejidos humanos. ¿Solución? Producción masiva de plásticos biodegradables a base de plantas.
La ciencia ha descubierto en los hongos una materia revolucionaria y barata para crear una gran industria del plástico favorable a la socia Tierra. El inventor Eben Bayer dice que todo producto que creamos debe adecuarse al “sistema de reciclaje natural que ha estado en vigor durante mil millones de años”. A partir del hongo micelio, fácilmente cultivable sobre bases de desechos agrícolas –en moldes con la forma de lo que desea producirse– ha creado plásticos, material de construcción, mobilario y pegamentos, 100% degradables.
CHAU PETRÓLEO
Para la investigadora Lisa Margonelli, no es posible “pensar que podemos tener un mundo verde, sin disminuir la cantidad de petróleo que consumimos”. Pero ¿cómo deshacerse de una sustancia tan presente en nuestras vidas y finalmente base de la economía? Para ella es esencial que nos asumamos como “la gente del hidrocarburo”. Se entiende que solo a partir de allí –como cuando un alcohólico acepta su problema– empezaremos a curar nuestra dependencia de una sustancia cuya exploración y explotación es uno de los negocios más inconvenientes para la socia Tierra: contaminación, deforestación y hasta guerras trae.
“Nuestro éxito económico y el bienestar está directamente relacionado con la cantidad de petróleo que consumimos”, dice el británico Rob Hopkins, fundador de un grupo que apuesta por las tecnologías limpias para liberarnos del oro negro. Y en esas energías limpias existe un vasto campo de negocios útiles para la socia Tierra.
Para el geofísico Richard Sears, científico de MIT, vinculado a la petrolera Shell, el petróleo desaparecerá antes que después de nuestras vidas porque “hace miles de años, las personas inventaron ideas, innovaciones, tecnología. La Edad de Piedra terminó no porque se nos acabaran las piedras. Son ideas, es innovación, es tecnología lo que terminará con la edad del petróleo mucho antes de que se acabe”. Y en esas ideas está hacer de la Tierra la socia principal de la economía del siglo XXI.
(El Comercio).- Al tiempo de hacer negocios nadie la toma en cuenta. Sin ella, sin embargo, no habría ninguna posibilidad de concretarlos. No se escucha a la socia más importante del desarrollo humano y del crecimiento económico. Solo por ella podemos pensar algún tipo de emprendimiento. Poco a poco parece comprenderse que la Tierra, nuestro planeta, es una socia estratégica que debe regir las grandes decisiones del siglo XXI.
ECOSISTEMAS BAJO PRESIÓN
Nuestros patrones de consumo y una visión obsoleta de negocios –que no valora los servicios ambientales de los ecosistemas, ni los pasivos ecológicos que generamos– ejercen una presión ambiental sin precedentes. Persiste la falacia de que los recursos naturales estarán allí por siempre para crear negocios e impulsar el crecimiento económico. El panorama dice otra cosa: deforestación, pérdida de fuentes de agua, tierras de cultivo y hábitats para diferentes especies de flora y fauna, empobrecimiento de la biodiversidad, sobrepesca, contaminación, expansión de desiertos, calentamiento global, crecimiento de la pobreza y baja calidad de vida en las zonas más afectadas por concepciones de desarrollo que literalmente arrollan a la naturaleza.
¿ANTROPOCENO Y NO HOLOCENO?
Expertos como el profesor sueco Johan Rockstrom –considerado uno de los personajes más influyentes del mundo en temas ecológicos– estiman que en pocas décadas el planeta no podrá sostener el desarrollo humano ni la economía. Director del Instituto Ambiental de Estocolmo y del Centro de Resiliencia de Estocolmo, afirma: “Nunca hemos visto, en los últimos 50 años, un deterioro tan pronunciado de funciones y servicios del ecosistema planetario. Podríamos, de hecho, haber entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, en el que los humanos son el motor predominante del cambio planetario”. Esto en vez del saludable Holoceno (del griego holos, todo, y kainos, reciente o la era totalmente reciente) en la que se supone deberíamos estar viviendo. Para el sueco la gran pregunta empresarial es: “¿Cuáles son los límites planetarios dentro de los que se puede operar con seguridad?”.
CIENCIA Y EMPRENDIMIENTO
Abundan experiencias exitosas de potenciales emprendimientos económicos, que no afectan al ambiente. En este camino la investigación científica y tecnológica es fundamental para moldear la nueva empresa del siglo XXI. Tomemos, por ejemplo, el caso de la industria del plástico, dependiente del petróleo como materia prima y cuyos productos son tremendamente contaminantes (una botella plástica puede tardar tanto como hasta mil años para degradarse). La llamada “mancha del Pacífico”, no es otra cosa que un basural de plástico del tamaño de Canadá, acumulado por las corrientes en medio del océano, sin solución a la vista. Otro caso de terror es el de la espuma plástica (tecnopor y sus variantes), su base es la gasolina y es usado en vasos descartables, embalaje, entre otros desechables. Según EPA, la agencia ambiental norteamericana, representa hasta el 25% de la basura de ese país. El material es carcinogénico, no se degrada solo se pulveriza y se han encontrado sus rastros hasta en la sangre y tejidos humanos. ¿Solución? Producción masiva de plásticos biodegradables a base de plantas.
La ciencia ha descubierto en los hongos una materia revolucionaria y barata para crear una gran industria del plástico favorable a la socia Tierra. El inventor Eben Bayer dice que todo producto que creamos debe adecuarse al “sistema de reciclaje natural que ha estado en vigor durante mil millones de años”. A partir del hongo micelio, fácilmente cultivable sobre bases de desechos agrícolas –en moldes con la forma de lo que desea producirse– ha creado plásticos, material de construcción, mobilario y pegamentos, 100% degradables.
CHAU PETRÓLEO
Para la investigadora Lisa Margonelli, no es posible “pensar que podemos tener un mundo verde, sin disminuir la cantidad de petróleo que consumimos”. Pero ¿cómo deshacerse de una sustancia tan presente en nuestras vidas y finalmente base de la economía? Para ella es esencial que nos asumamos como “la gente del hidrocarburo”. Se entiende que solo a partir de allí –como cuando un alcohólico acepta su problema– empezaremos a curar nuestra dependencia de una sustancia cuya exploración y explotación es uno de los negocios más inconvenientes para la socia Tierra: contaminación, deforestación y hasta guerras trae.
“Nuestro éxito económico y el bienestar está directamente relacionado con la cantidad de petróleo que consumimos”, dice el británico Rob Hopkins, fundador de un grupo que apuesta por las tecnologías limpias para liberarnos del oro negro. Y en esas energías limpias existe un vasto campo de negocios útiles para la socia Tierra.
Para el geofísico Richard Sears, científico de MIT, vinculado a la petrolera Shell, el petróleo desaparecerá antes que después de nuestras vidas porque “hace miles de años, las personas inventaron ideas, innovaciones, tecnología. La Edad de Piedra terminó no porque se nos acabaran las piedras. Son ideas, es innovación, es tecnología lo que terminará con la edad del petróleo mucho antes de que se acabe”. Y en esas ideas está hacer de la Tierra la socia principal de la economía del siglo XXI.
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