jueves, 7 de julio de 2011

MACHU PICCHU (LA MONTAÑA VIEJA Y EL HOMBRE)

Por: Bethoven Medina Sánchez
bemedina3@yahoo.es

La hoja de coca sagrada me lleva al primer instante
entre el Big Bang del incendio auroral del Universo,
Dios
hizo a la Montaña Vieja y al hombre,
dignas natura y criatura en el Cosmos.

El trozo de granito extraviado se afincó en Macchu Picchu.
Lo sé por mi oficio de hechicero de la cosmovisión andina.

Ahí, el silencio y el Sol danzan bajo el azul
y se yergue el antiguo poblado inca,
promontorio sobre colina piramidal.

Ahí luce Macchu Picchu
-corazón pétreo-
y nos causa en cada abismo un afilado suspiro.

Ahí, en Huayna Picchu
está formada la cabeza del hombre
de perfil y de cara al infinito.

Dios ensayando el rostro de los hombres perfiló el Huayna Picchu
y ocupado como estaba
se olvidó de borrar la huella grande
o quizá lo dejó adrede, para que el arriero no se pierda nunca.

Mirando desde arriba y, de sur a norte,
se expone en esplendor la maravilla.

Y mi corazón de Runa, se agita cual reloj marcavida
entre Apus que me dictan sus latidos.

La Montaña Vieja y el Hombre,
desde el alfa al omega
son partes de semilla y de piedra.

Ahí, toda la mirada del Sol se concentra en el Intihuatana,
y la Montaña se hizo para que la escale el caminante,
y el hombre existió para que llegue a la cúspide,
y en absoluta paz interior, mire el firmamento,
y busque la imagen de Dios.

Ahí está el arriero
que supera el ascenso a Macchu Pìcchu.

Es el hombre
mirando absorto
aún más allá del Sol, buscando las estrellas y su enigma.

Macchu Picchu
residencia para el descanso de Pachacútec
es ahora posada de caminantes del mundo.

Montaña Ceremonial / santuario religioso.
Ahí está el hombre labrador de la piedra.
Ambos bajo el mismo cielo.

Arriero eterno es el hombre,
Creador de Machu Picchu.

Amanece nublado. El día se abre ante el Sol.
Macchu Picchu reverdece. Y desde Inti Punku sopla el viento.

Humanos asoman sus cabezas por trapezoidales ventanas
y contemplan el Valle Sagrado.

Soy feliz de conocer la sierra, auquénidos,
flora silvestre y El Camino Inca.
En el pututo habla mi corazón dilatado
como si éste,
fuera la pampa por donde trotan las vicuñas...


El hombre hizo los andenes
y cultivó tubérculos y cereales.
Así aprendió a conservar el suelo administrando el agua.

Entre rocas
está la Piedra del Cóndor .


Al caminar Huayna Picchu
llegamos al Templo de la Luna
en la cima de la montaña.

Todos los arrieros tenemos levantado el corazón
ante el firmamento y el Hacedor
-por los siglos de los siglos-
Macchu Picchu
La Montaña Vieja y el hombre.

Y desde ahí,
brazos extendidos
-cual cóndores-
hemos de alzar el vuelo por el Cosmos buscando la Luz.

BETHOVEN MEDINA
(blog Unión Hispanoamericana de Escritores UHE)

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