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Manuel Ernesto Ibáñez Rosazza nace en la ciudad de Lima, el 02 de febrero de 1940. Su infancia se desarrolló en la ciudad de Trujillo, pleno de experiencias familiares y sociales, que alimentaron su imaginación y creatividad, para reflejarse luego en una vasta producción poética.
Desde su permanencia en el colegio, tenía ya la inclinación por escribir poesía, presentándose desde 1956, en concursos juveniles de poesía. Estudió en la Universidad Nacional de Trujillo, en la Facultad de Letras y Educación, en la especialidad de Castellano y Literatura, siendo alumno de egregios catedráticos. Por esta época fundó y perteneció al brillante Grupo Trilce de Trujillo, que tiene eminentes y reconocidos poetas y escritores nacionales, que acompañaron sus actividades poéticas.
Inicialmente tuvo una sobria participación política, fue dirigente universitario, fundador de la Federación Universitaria Revolucionaria, hasta llegar a ejercer el cargo de Presidente de la Federación Universitaria de Trujillo. Pero la política no era su objetivo, sino la creación poética. El primer libro de poesía fue “Cotidiano es el Viento”, publicado en 1963 y con el cual obtuvo el premio en los Juegos Florales de Primavera. Con poesía emergente, nos describe con singular sencillez y belleza la inspiración en algunas caminatas por la alameda Mansiche, en donde el poeta escribe: “Desde el viento he visto mi propio corazón. Ay este corazón anudado de tristeza y este viento sin mí de claro cielo…”. Ésta publicación fue el punto de partida para una serie de publicaciones como: “Rumbo al Alba”(1963), “Selección poética” ” (1964), “Magnitud de la Arcilla” ”(1964),”La Ciudad otra vez”(1966),”Esa enorme estrechez y otros poemas” (1967).
Uno de sus principales logros, fue el obtener el Primer Premio en el año 1965 en el concurso Poeta Joven del Perú, con el poemario “La Ciudad otra vez”. Su producción poética se motivó más aún cuando participa en diversos grupos literarios y artísticos, en donde las nuevas experiencias culturales y laborales, lo transportaron a la hermosa ciudad de Cajamarca, en donde el viento gélido y las nuevas formas geográficas acompañaron su creatividad, su imaginación y su producción poética para consolidar una nueva visión sobre el mundo, sobre una nueva de vida, cristalizada en sus poemas. Es así como radicando en Cajamarca publica “La Nueva Emoción”(1974), “Piedras de Cajamarca”(1976), “El Herramientario y otros artefactos” (1976), “Altas Canciones”(1977), “Sexteto de Cuerdas”(1978), “Palomas sobre los Tejados”(1981), “Flores de Cajamarca” (1987), “Sonetos sobre la mesa”(1988); entre otros poemarios.
Del mismo modo, acompañando su producción poética, ejerció cargos importantes en la Universidad Nacional de Cajamarca, pues nunca tuvo una actitud para negarse a la colaboración y asesoramiento de trabajos de investigación, para amigos, colegas y alumnos , y que no lo alejaron de la movida literaria y cultural, pues su experiencia vital lo acercaban en mente y alma a la proyección social y cultural en Cajamarca, en donde fue Regidor de la Municipalidad de Cajamarca, Presidente de la Asociación de Artistas Aficionados, Director del Instituto Nacional de Cultura y otras instituciones más.
Las actividades y actitudes personales del poeta, no cerraron el corazón al artista, pues sus diarias actividades cotidianas se plasmaron en la prosa, el cuento , el teatro y el ensayo, aparte de diversos artículos periodísticos, trabajos de investigación e himnos para instituciones. Su participación en conferencias académicas, representaciones teatrales, emotivos recitales o exposiciones eran insustituibles. Sus redoblados esfuerzos por estimular la cultura se dieron también en su colaboración intelectual con diversos diarios del país, con una inacabable vocación periodística. Y más aún, cuando fue actor principal en la filmación de la película peruana “Los perros hambrientos” del cineasta nacional Luis Figueroa, representando al personaje del Señor Subprefecto.
Manuel Ibáñez Rosazza, nos demostró que la capacidad de un artista tiene múltiples dimensiones, y en su caso, en su tiempo vital nos demostró su singular y alto talento. Asimismo, en un aniversario más de su fallecimiento lo recordamos y valoramos como al extraordinario poeta, amigo noble y al ejemplar padre, que no muere. Que a pesar de los veinte años de habernos privado de su presencia, desde el 2 de julio de 1990, nos dejó todo su corazón en su fina poesía, su ejemplo, su imagen guardada en nuestros sublimes recuerdos y en gratitud de quienes conocimos a Manuel en las diferentes facetas de su vida.
• Mg. En Educación. Docente de la UPN.
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