jueves, 11 de agosto de 2011

EROSION COSTERA

Por: Lic. Humberto M. Landeras Rodríguez

Relacionista Público

humbertolanderas@hotmail.com



Nuevos oleajes anómalos anuncian en la costa, la noticia no toma de sorpresa a los trujillanos menos a los bonaerenses que duermen con un ojo abierto luego que los enrocados sucumbieran ante la fuerza del mar amenazando con acabar la poca franja que separan sus viviendas del mar.

En esta hora no se trata de encontrar culpables, tampoco atribuir responsabilidades por las inconclusas obras (en su tiempo) del puerto de Salaverry, menos indilgar quejas contra las autoridades regionales que hallan soluciones al tema de restauración y repoblamiento del borde costero: hay declaratoria de emergencia del litoral, partidas por más de 90 millones de soles para las obras (DU 027-2011), selección y pago al consorcio Intecsa-Inarsa-Oist, por estudios en busca de solución, etc.

El mar no tiene color político menos intereses partidarios, por tanto hay que respetar la voluntad del pueblo que eligió a sus autoridades para enfrentar dificultades de este tipo, el cálculo político no tiene cabida cuando se trata de salvar vidas.

Conozcamos algo de historia. Jorge Basadre, el poeta José Gálvez, entre otros, escribieron sobre el puerto de Salaverry y el arribo de pasajeros usando la playa de Buenos Aires. El primero dice que en 1870, en un lugar conocido como la garita de Moche, se encontró un desembarcadero mejor que Huanchaco: playa ligeramente curvada, abierta al mar, una roca protegía los vientos, la carga y descarga, embarque y desembarque de pasajeros era difícil por los vientos que levantaban altas olas.

Los pasajeros que bajaban a las playas de sus embarcaciones eran transportados por unos muchachotes llamados “tasqueros” palabra quechua que indica rompiente y deriva de la palabra tathqui, “caminar”, “dar pasos”.

José Gálvez llegó a Salaverry en 1916 en el vapor “Huáscar”, un día en que el mar no estaba tan picado; el puerto le dejó mala impresión: desolado, pobre, desorientado se preguntaba ¿en estas condiciones exportan millones de soles? Las cosas mejorarían cuando el gobierno rescindió contrato a la empresa Muelle de Salaverry para concesionar la administración a la Peruvian Corporation a cambio de un préstamo de 16 mil libras peruanas y otro tanto a la firma expropiada en resarcimiento.

En el viejo muelle de madera que ayudó a construir el francés Charles Morín, Gálvez fue recibido por su primo Enrique y partió a Trujillo recorriendo las playas de Salaverry, las Delicias y Buenos Aires (antiguamente llamado Guamán), escribió “el auto corre por la arena muelle y la brisa humedecida y salina se nos mete hasta lo más profundo de los pulmones…”, “… el auto es a veces besado por las olas y en la fugacidad del momento parece un anfibio que por igual corriera sobre el mar y sobre la tierra..”.



Gálvez conocería los pocos chalets levantados en Buenos Aires, ingresó luego a la hermosa avenida (hoy Larco), “…aún sin pavimento de asfalto y por lo mismo polvorienta que une el balneario con Trujillo, lindos laureles decoraban el camino a ambos lados de la pista y un asomo de paisaje costeño nos regalaba el alma, dice el vate.

La evocación del Buenos Aires antiguo entristece, nos recuerda las anchas playas que en verano colmaban uniones familiares virtudes que pedimos a nuestros gobernantes, riñas habían deportivamente hablando, pero en pos de la pelota y del gol, ahora esquivos.

0 comentarios: