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Saliendo de Sullana, iba yo entusiasmado por visitar el lugar donde el conquistador, Francisco Pizarro, fundó la primera ciudad española en América del Sur, el lejano año de 1532, con el nombre de San Miguel de Tangarará. El señor Benítez, chofer del vehículo que me conducía acompañado de mis entusiastas alumnos piuranos, me iba informando sobre los poblados que atravesábamos y los sembríos que abundan en el trayecto. Una carretera bastante descuidada que se aparta de la Panamericana norte nos condujo hasta nuestro destino luego de un recorrido de 45 minutos.
Hoy, Tangarará es uno de los tantos pueblos pobres del Perú norteño. Es una larga fila de ranchitos con paredes de adobe o quincha, como si el tiempo se hubiera detenido. Sus pobladores están a la espera que las generaciones presentes hagan justicia a este histórico pueblo, sacándolo del olvido. En la plaza, un obelisco nos indica el lugar donde el Márquez don Francisco Pizarro coloco una picota y clavo su espada, siguiendo la usanza de la época. Frente al obelisco, una réplica de la cruz que se utilizó para el acto fundacional, completa el paisaje.
En el museo de sitio, Milton Murguía Calderón y Jamer Castro Barranzuela, dos entusiastas y muy versados hijos del lugar, orientan a los visitantes respecto a su historia, no solo colonial sino también sobre la cultura Tallán de la que son directos y orgullosos descendientes. Ellos nos informan que el cronista Pedro Cieza de León, en su “Crónica del Perú”, dice “...la ciudad de San Miguel fue la primera que en este reino se fundó por el marqués don Francisco Pizarro, y a donde se hizo el primer templo a honra de Dios nuestro Señor”. Gracias a nuestro esfuerzo, nosotros estábamos en tan histórico lugar
Otro cronista, Juan Ruiz de Arce, que llegó con las huestes de Pizarro aseg
Cuenta la historia que el 15 de julio de 1532 “...se celebro una misa beatíficamente, tomó juramento el Magnífico Capital Don Francisco Pizarro, con la mano derecha puesta sobre los sagrados evangelios, por Dios y por Santa María la Virgen, por la majestad de los Reyes Católicos, la nueva ciudad recién fundada quedaría a 5 leguas distantes del mar de Paita y 36 leguas del mar de Tumbes, con el nombre conveniente de San Miguel”.
Su primer alcalde fue Blas de Atienza quien años más tarde, en 1535, tam
Nuestro emocionante rec
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