sábado, 12 de noviembre de 2011

EN TANGARARÁ, LA PRIMERA CIUDAD FUNDADA POR LOS ESPAÑOLES

Por: Iván La Riva Vegazzo
http://ivanlariva.blogspot.com/

Saliendo de Sullana, iba yo entusiasmado por visitar el lugar donde el conquistador, Francisco Pizarro, fundó la primera ciudad española en América del Sur, el lejano año de 1532, con el nombre de San Miguel de Tangarará. El señor Benítez, chofer del vehículo que me conducía acompañado de mis entusiastas alumnos piuranos, me iba informando sobre los poblados que atravesábamos y los sembríos que abundan en el trayecto. Una carretera bastante descuidada que se aparta de la Panamericana norte nos condujo hasta nuestro destino luego de un recorrido de 45 minutos.
Hoy, Tangarará es uno de los tantos pueblos pobres del Perú norteño. Es una larga fila de ranchitos con paredes de adobe o quincha, como si el tiempo se hubiera detenido. Sus pobladores están a la espera que las generaciones presentes hagan justicia a este histórico pueblo, sacándolo del olvido. En la plaza, un obelisco nos indica el lugar donde el Márquez don Francisco Pizarro coloco una picota y clavo su espada, siguiendo la usanza de la época. Frente al obelisco, una réplica de la cruz que se utilizó para el acto fundacional, completa el paisaje.
En el museo de sitio, Milton Murguía Calderón y Jamer Castro Barranzuela, dos entusiastas y muy versados hijos del lugar, orientan a los visitantes respecto a su historia, no solo colonial sino también sobre la cultura Tallán de la que son directos y orgullosos descendientes. Ellos nos informan que el cronista Pedro Cieza de León, en su “Crónica del Perú”, dice “...la ciudad de San Miguel fue la primera que en este reino se fundó por el marqués don Francisco Pizarro, y a donde se hizo el primer templo a honra de Dios nuestro Señor”. Gracias a nuestro esfuerzo, nosotros estábamos en tan histórico lugar
Otro cronista, Juan Ruiz de Arce, que llegó con las huestes de Pizarro asegura que la población era de cinco mil habitantes y tendría unas mil casas. Dice que el curaca Tanga Arac, que en lengua Sec, que hablaban los tallanes, significa “Patrono fluvial de peces”, vivía en un enorme palacio de adobe que sirvió de alojamiento a los soldados hispanos. Tangarará se definió como el segundo pueblo más importante de la cultura Tallan después de Narihualac. Su nombre original era Pullaclla, y estaba ubicado en la margen derecha del rio Chira, antes llamado Turicarami. El lugar para la fundación fue escogido por don Antonio Navarro, Hernando Pizarro y algunos soldados comisionados para ello.
Cuenta la historia que el 15 de julio de 1532 “...se celebro una misa beatíficamente, tomó juramento el Magnífico Capital Don Francisco Pizarro, con la mano derecha puesta sobre los sagrados evangelios, por Dios y por Santa María la Virgen, por la majestad de los Reyes Católicos, la nueva ciudad recién fundada quedaría a 5 leguas distantes del mar de Paita y 36 leguas del mar de Tumbes, con el nombre conveniente de San Miguel”.

Su primer alcalde fue Blas de Atienza quien años más tarde, en 1535, también sería el primer alcalde de Trujillo. La importancia de esta ciudad se comprueba con la deferencia que el rey Carlos V tuvo para con ella al otorgarle, el 7 de diciembre de 1537, su Escudo de Armas; habiendo sido el capitán Hernando de Cevallos comisionado por Pizarro para viajar a España y solicitar Escudos de Armas para Lima, Trujillo, Quito y San Miguel; con ello se demuestra la importancia de estas. Así transcurrieron varias horas en uno de los lugares más históricos del Perú y también de América del Sur. No pudimos abstraernos de visitar los restos del antiguo palacio del cacique Tanga Arac, que luego paso a ser la casa del marqués de Salinas. Lamentablemente, sobre estas bases se construyó, en 1950, un molino de arroz cometiendo un grave atentado a la historia peruana. Bueno es saber que en 1982, luego de su visita, el ex presidente Fernando Belaúnde Terry, declaró a éste pueblo “Ambiente urbano monumental” y en 2005 se lo declara “Patrimonio Cultural de la Nación”
Nuestro emocionante recorrido terminó con la visita a la Casa de Sojo, una antigua construcción de 1910 que representa el esplendor de las antiguas casas-hacienda de arquitectura republicana que, luego de ser puesta en valor, pronto integrará la oferta turística piurana. Para ello tuvimos que cruzar primero el rio Chira, unos en embarcaciones y otros a pie llegándoles el agua hasta la cintura y luego su campiña. Momentos de seguro inolvidables para mis jóvenes acompañantes. Al atardecer y luego de disfrutar el espectáculo que significó apreciar el hermoso ocaso regresamos a Piura, nuestro punto de partida, con la satisfacción de llevar en nuestro corazón parte de la historia del Perú

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