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Durante la invasión española en el territorio andino se sucedieron acontecimientos culturales que la historia trata de borrar de la memoria colectiva. En los primeros años del saqueo y pillaje acometidos por Francisco Pizarro le acompañaron individuos venidos de diferentes partes del actual territorio Español, entre ellos los naturales de los Países Vascos.
En varias ciudades y pueblos del actual Perú se encuentran los apellidos de origen Vasco, lo cual no quiere decir que los que lo portan son necesariamente descendientes de estos, ya que se bautizó a la fuerza a los nativos andinos con nombres y apellidos de los invasores. El síndrome colonial nos presiona a seguir negando nuestros orígenes ancestrales Andinos y sobreponiendo como patrón de modelo a seguir a lo del otro lado del charco. Sumo a esto, las palabras de mi amigo Gori Tumi, quien en una noche de campamento a través de la luz de la fogata y bajo la protección del Apu de las Lomas de Huanchaco nos comento: “…la invasión y ocupación española es una anécdota; 500 años frente a 11000 años de cultura Andina”.
El Perú y la España de hoy son realidades diferentes de lo ocurrido hace 500 años, existen deudas que saldar, la memoria ancestral sigue presente y las condiciones están cambiando. Estas condiciones me han permitido viajar y comprender mejor la complejidad de nuestras sociedades, de los esfuerzos colectivos e individuales, de las taras sociales y de las gestas por forjar y reforzar identidades culturales. En esta corta estadía en Francia y gracias a la generosidad de Danielle y Jean Jacques pude visitar los Países Vascos del norte y sur (Francés y español). Los vascos mantienen una identidad cultural fuerte, con esfuerzos colectivos han logrado que estas tradiciones se transmitan de generaciones a generaciones y son reacios a crear lazos con foráneos. Son orgullosos de sus tradiciones, existe una relación intrínseca entre la tierra y sus tradiciones, así como también con el mar. Siguiendo las rutas pequeñas se divisa todo un conjunto inmenso de colinas “abombadas” y en la cima de estas centenarias casas pintadas con color blanco y un color de “sangre de res”. Todas las casas tienen tejas rojas y balcones, los balcones tienen una vista directa e infinita sobre las colinas y praderas. ¿Cómo no sentirse orgulloso, si el paisaje es encantador? Estos paisajes han sido domesticados durante siglos y los acontecimientos históricos han logrado mejorar la calidad de vida de sus hijos. Estos habitantes traducen la calidad de vida a la salud ambiental donde desarrollan sus actividades económicas, como la agricultura, ganadería, pesca y caza. La calidad del aire y sus aguas termales en la ciudad de Cambo le valió erigir in situ un hospital para sanar enfermedades respiratorias, donde solo el hecho de respirar el halo del amanecer curaba a los enfermos de tuberculosis.
En Bayona gracias al matrimonio de Luis XIV y la Infanta de España le val

Durante mi infancia tuve la mala experiencia de observar una corrida de toros, allá arriba en el Otuzco de La Libertad. Era la fiesta de un santo católico que no me acuerdo y la corrida era uno de los puntos fuertes de la fiesta patronal. Por la calle, por la radio y por las paredes se anunciaban los toros de Chuquisongo, reconocidos por su braveza y fortaleza. Ver la corrida, me dejo traumado de por vida. Estos recuerdos de niñez volvieron al presente al momento de ingresar a la plaza principal de San Sebastián, una ciudad de origen medieval en donde las antiguas “arenas” se han convertido en el corazón urbano; sus antiguos palcos ahora son departamentos, que reviviendo la tradición aun ostentan en el frontis de sus puertas los antiguos números de ubicación. Montaditos, brochetas, cerveza de la casa y otras delicias culinarias se ofertan en “Casa alcalde”, un restaurant de comida típica donde el propietario -que es un aficionado a los toros- ha decorado el interior con afiches alusivos a la tauromaquia. Una tradición pintoresca Vasca es la de los pimientos de Espelette, los cuales una vez cosechados los secan colgados en las fachadas de las casas, convirtiéndose en un carismático atractivo.
Podría continuar hablando de los Países Vascos, dejo las imágenes que traducen mejor lo que aprecie durante dos intensos días de visita.
Esta memoria fue escrita durante el trayecto de Bordeaux a la Loire el 31 de Enero de 2012.
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