El mundo tiene una gran cantidad de conocimiento e información en reducción de desastres; la clave es compartirlos
Por: Zonia Luz Reyes Flores* - Lincoln Alayo Bernal*
El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales. Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo. La vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades.
Los Desastres Hoy
Los desastres siempre se han considerado fenómenos naturales. Es sólo hasta últimas fechas que hemos empezado a pensar los desastres como fenómenos de origen social, esto es, que se implican en la trama de la vida humana y, por tanto, sus efectos no pueden deslindarse de la estructura en la que convivimos diariamente. Las implicaciones de esta perspectiva sólo pueden percibirse si consideramos que la vida humana se entrama en un tejido de diversos órdenes: político, económico, cultural, religioso, histórico, por mencionar algunos. Así, tenemos ante nuestros ojos un objeto de estudio que permanece en el centro mismo de la cotidianidad y de los procesos de cada sociedad. Los desastres, entonces, son nuestros. No de la naturaleza.
Los desastres están vinculados a problemas de desarrollo, en donde las fallas u omisiones en las políticas públicas, los proyectos económicos no sostenibles y las actuaciones de los políticos y dirigentes de una sociedad, entre otras causas, pueden resultar en catástrofes de toda índole. Los desastres llamados humanitarios no escapan de esta reflexión. Si bien las guerras o los conflictos armados parecen apartarse del resto de lo que conocemos por "desastres", en realidad hay una larga tradición que considera estos fenómenos como desastres humanitarios, tanto por su fenomenología misma (se presentan como eventos dados en un espacio y tiempo delimitados) como por sus efectos devastadores. La inserción de los desastres humanitarios en esta nueva línea de reflexión que aspira a enlazar los temas del desarrollo no puede parecernos menos que prometedora. Sin embargo, para efectos de este artículo, tendremos que limitarnos a mencionar de pasada este elemento que retomaremos sólo en las conclusiones, ya que nuestra atención se desviará hacia otro asunto no menos importante: la relación del género con los desastres humanitarios. La suma de estas dos categorías analíticas se ha tornado impostergable. La relación entre la situación de una población refugiada o desplazada por motivos de conflictos armados es muy similar a la que vive la población que ha sufrido una inundación o un terremoto y, por ello, la atención a ambas poblaciones muestra amplios paralelismos. El género ha sido un tema que ha alcanzado una importante inserción en el trabajo con la población afectada por algún tipo de desastre, pero todavía faltan esfuerzos por sistematizar las experiencias de estos proyectos.
¿Fenómenos naturales o riesgos sociales?
No hay consenso sobre el significado de la palabra riesgo, pero se le atribuyen principalmente tres orígenes: del latín resecaran: "Aquello que corta" (Peretti-Watel, 2000:10); del griego rhiza, que "hace alusión a los peligros de navegar en un arrecife" (Cardona, 2001:6); y del italiano risico o rischio. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (versión Internet) define el riesgo como: "1. Contingencia o proximidad de un daño. 2. Cada una de las contingencias que pueden ser objeto de un contrato de seguro". Por su parte, en Cambridge Dictionaries Online (Internet) se propone: "La posibilidad de que algo malo suceda". Según el diccionario francés Le Petit Robert de la langue francaise (1999), el riesgo es: "Daño eventual más o menos previsible". Tanto los primeros humanos como el hombre contemporáneo nos exponemos al medio ambiente y sus peligros. Con frecuencia se hace la amalgama entre fenómenos naturales y desastres de origen natural: los "fenómenos naturales" son eventos naturales como erupciones volcánicas, terremotos, tormentas y sequías que pueden causar daños pero que forman parte del funcionamiento del planeta. Los desastres de origen natural representan la falta de capacidad de la sociedad en absorber los impactos de los fenómenos naturales. Generalmente esas causas se relacionan con la intensidad de evento natural, sin embargo desde las ciencias sociales cada vez cobra más relevancia el análisis de la construcción social del riesgo: un proceso que incluye muchos factores como: exclusión económica (pobreza), lagunas en el manejo del territorio (aspectos geográficos), percepción del riesgo (aspectos culturales) y gestión de riesgo (aspectos políticos).
La noción de riesgo contemporánea también hace alusión a eventos antropogénicos como la explosión de Chernobyl en 1986. Pese a que la idea de desarrollo también alude a la seguridad, paradójicamente, se han creado nuevos peligros, y los avances tecnológicos han generado nuevas formas de producción (de energía, de alimentos, etc.), las cuales tienen consecuencias negativas. Así, los estudios de riesgo reconocen principalmente dos tipos de riesgo: de origen natural y de origen social. En consecuencia, una parte de la comunidad científica se enfoca en el estudio de las dinámicas del planeta y otra, en el de las dinámicas sociales, como si se tratara de dos tópicos ajenos. Ambas aproximaciones son necesarias, pero aún hay poco trabajo rnultidisciplinario y, sobre todo, confusión acerca de los significados del riesgo.
Reducción y mitigación del riesgo
La gestión del riesgo de desastre también requiere un enfoque holístico e histórico, que permita manejar un desastre como una oportunidad de cambiar procesos, como una plataforma que legitime y permita hacer cambios sociales, políticos y económicos posibles y necesarios para disminuir los riesgos de desastres y, por tanto, la vulnerabilidad de las comunidades (Demeter, 2004). Sin embargo, tal modificación debe ocurrir, necesariamente, a través de la organización de los esfuerzos de la sociedad civil, en forma conjunta con el apoyo gubernamental. Los integrantes de una sociedad deben realizar tareas que la fortalezcan y le permitan resistir el impacto negativo de eventos peligrosos naturales, ambientales y tecnológicos, a través de la toma de medidas que disminuyan el impacto y la intensidad de un evento peligroso, así como de la reducción de presentes y futuras vulnerabilidades a través de planes de mitigación que determinen claramente quiénes, cómo, cuándo, qué y dónde hay que trabajar, ponderando la rentabilidad social por encima de la económica y la política.
Educación para los desastres
La incorporación de una Cultura de Prevención en la educación y de los conocimientos que permita a los pobladores reconocer las amenazas a las cuales están expuestos. Es decir, el grado de entendimiento sobre los peligros que pueden afectarlos, y que hacer para prevenir y mitigar (evitar o disminuir) los efectos de los fenómenos considerados como peligrosos. Es más vulnerable una comunidad que ignora o desafía dichos procesos. La educación tiene importancia y prioridad, porque si el hombre no adquiere, desarrolla y manifiesta conciencia, conocimientos, comportamientos, actitudes y participación en cuanto a los riesgos de desastres, no será capaz de prevenirlos. Es importante lograr que la educación contribuya y facilite el logro de una cultura de prevención, y que la población y las comunidades se preparen y actúen frente a los desastres Abril 2012.
Mg. Zonia Luz Reyes Flores
Catedrática Universidad Nacional de Trujillo
Directora Ejecutiva SOSVidasPerú
zonialuz@yahoo.com
Prof. Mg. Lincoln Alayo Bernal
Consultor en Gestión de Riesgo de Desastres
Director Académico SOSVidasPerú
prevencionpe@yahoo.com
Por: Zonia Luz Reyes Flores* - Lincoln Alayo Bernal*
El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales. Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo. La vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades.
Los Desastres Hoy
Los desastres siempre se han considerado fenómenos naturales. Es sólo hasta últimas fechas que hemos empezado a pensar los desastres como fenómenos de origen social, esto es, que se implican en la trama de la vida humana y, por tanto, sus efectos no pueden deslindarse de la estructura en la que convivimos diariamente. Las implicaciones de esta perspectiva sólo pueden percibirse si consideramos que la vida humana se entrama en un tejido de diversos órdenes: político, económico, cultural, religioso, histórico, por mencionar algunos. Así, tenemos ante nuestros ojos un objeto de estudio que permanece en el centro mismo de la cotidianidad y de los procesos de cada sociedad. Los desastres, entonces, son nuestros. No de la naturaleza.
Los desastres están vinculados a problemas de desarrollo, en donde las fallas u omisiones en las políticas públicas, los proyectos económicos no sostenibles y las actuaciones de los políticos y dirigentes de una sociedad, entre otras causas, pueden resultar en catástrofes de toda índole. Los desastres llamados humanitarios no escapan de esta reflexión. Si bien las guerras o los conflictos armados parecen apartarse del resto de lo que conocemos por "desastres", en realidad hay una larga tradición que considera estos fenómenos como desastres humanitarios, tanto por su fenomenología misma (se presentan como eventos dados en un espacio y tiempo delimitados) como por sus efectos devastadores. La inserción de los desastres humanitarios en esta nueva línea de reflexión que aspira a enlazar los temas del desarrollo no puede parecernos menos que prometedora. Sin embargo, para efectos de este artículo, tendremos que limitarnos a mencionar de pasada este elemento que retomaremos sólo en las conclusiones, ya que nuestra atención se desviará hacia otro asunto no menos importante: la relación del género con los desastres humanitarios. La suma de estas dos categorías analíticas se ha tornado impostergable. La relación entre la situación de una población refugiada o desplazada por motivos de conflictos armados es muy similar a la que vive la población que ha sufrido una inundación o un terremoto y, por ello, la atención a ambas poblaciones muestra amplios paralelismos. El género ha sido un tema que ha alcanzado una importante inserción en el trabajo con la población afectada por algún tipo de desastre, pero todavía faltan esfuerzos por sistematizar las experiencias de estos proyectos.
¿Fenómenos naturales o riesgos sociales?
No hay consenso sobre el significado de la palabra riesgo, pero se le atribuyen principalmente tres orígenes: del latín resecaran: "Aquello que corta" (Peretti-Watel, 2000:10); del griego rhiza, que "hace alusión a los peligros de navegar en un arrecife" (Cardona, 2001:6); y del italiano risico o rischio. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (versión Internet) define el riesgo como: "1. Contingencia o proximidad de un daño. 2. Cada una de las contingencias que pueden ser objeto de un contrato de seguro". Por su parte, en Cambridge Dictionaries Online (Internet) se propone: "La posibilidad de que algo malo suceda". Según el diccionario francés Le Petit Robert de la langue francaise (1999), el riesgo es: "Daño eventual más o menos previsible". Tanto los primeros humanos como el hombre contemporáneo nos exponemos al medio ambiente y sus peligros. Con frecuencia se hace la amalgama entre fenómenos naturales y desastres de origen natural: los "fenómenos naturales" son eventos naturales como erupciones volcánicas, terremotos, tormentas y sequías que pueden causar daños pero que forman parte del funcionamiento del planeta. Los desastres de origen natural representan la falta de capacidad de la sociedad en absorber los impactos de los fenómenos naturales. Generalmente esas causas se relacionan con la intensidad de evento natural, sin embargo desde las ciencias sociales cada vez cobra más relevancia el análisis de la construcción social del riesgo: un proceso que incluye muchos factores como: exclusión económica (pobreza), lagunas en el manejo del territorio (aspectos geográficos), percepción del riesgo (aspectos culturales) y gestión de riesgo (aspectos políticos).
La noción de riesgo contemporánea también hace alusión a eventos antropogénicos como la explosión de Chernobyl en 1986. Pese a que la idea de desarrollo también alude a la seguridad, paradójicamente, se han creado nuevos peligros, y los avances tecnológicos han generado nuevas formas de producción (de energía, de alimentos, etc.), las cuales tienen consecuencias negativas. Así, los estudios de riesgo reconocen principalmente dos tipos de riesgo: de origen natural y de origen social. En consecuencia, una parte de la comunidad científica se enfoca en el estudio de las dinámicas del planeta y otra, en el de las dinámicas sociales, como si se tratara de dos tópicos ajenos. Ambas aproximaciones son necesarias, pero aún hay poco trabajo rnultidisciplinario y, sobre todo, confusión acerca de los significados del riesgo.
Reducción y mitigación del riesgo
La gestión del riesgo de desastre también requiere un enfoque holístico e histórico, que permita manejar un desastre como una oportunidad de cambiar procesos, como una plataforma que legitime y permita hacer cambios sociales, políticos y económicos posibles y necesarios para disminuir los riesgos de desastres y, por tanto, la vulnerabilidad de las comunidades (Demeter, 2004). Sin embargo, tal modificación debe ocurrir, necesariamente, a través de la organización de los esfuerzos de la sociedad civil, en forma conjunta con el apoyo gubernamental. Los integrantes de una sociedad deben realizar tareas que la fortalezcan y le permitan resistir el impacto negativo de eventos peligrosos naturales, ambientales y tecnológicos, a través de la toma de medidas que disminuyan el impacto y la intensidad de un evento peligroso, así como de la reducción de presentes y futuras vulnerabilidades a través de planes de mitigación que determinen claramente quiénes, cómo, cuándo, qué y dónde hay que trabajar, ponderando la rentabilidad social por encima de la económica y la política.
Educación para los desastres
La incorporación de una Cultura de Prevención en la educación y de los conocimientos que permita a los pobladores reconocer las amenazas a las cuales están expuestos. Es decir, el grado de entendimiento sobre los peligros que pueden afectarlos, y que hacer para prevenir y mitigar (evitar o disminuir) los efectos de los fenómenos considerados como peligrosos. Es más vulnerable una comunidad que ignora o desafía dichos procesos. La educación tiene importancia y prioridad, porque si el hombre no adquiere, desarrolla y manifiesta conciencia, conocimientos, comportamientos, actitudes y participación en cuanto a los riesgos de desastres, no será capaz de prevenirlos. Es importante lograr que la educación contribuya y facilite el logro de una cultura de prevención, y que la población y las comunidades se preparen y actúen frente a los desastres Abril 2012.
Mg. Zonia Luz Reyes Flores
Catedrática Universidad Nacional de Trujillo
Directora Ejecutiva SOSVidasPerú
zonialuz@yahoo.com
Prof. Mg. Lincoln Alayo Bernal
Consultor en Gestión de Riesgo de Desastres
Director Académico SOSVidasPerú
prevencionpe@yahoo.com
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