Una vez más, la CADE fue el escenario de importantes exposiciones, paneles y deliberaciones sobre el mundo de la economía, la empresa y el desarrollo. Una vez más los ponentes hicieron alusiones a que el desarrollo sostenible y pacífico del Perú no es viable sin una buena educación para todos.
Una vez más pasará el año sin que pase nada especial por lo que se avizora que en la próxima CADE volveremos a escuchar alusiones similares a la educación. No nos equivoquemos. Hay empresarios que están haciendo acciones valiosas. Varios bancos se preocupan de apoyar el aprendizaje de lectura, matemáticas y premiar maestros. Varias mineras tienen programas de apoyo social que incluyen nutrición y educación. Hay empresarios que invierten directamente en la educación como negocio buscando que ofrecer una opción educativa alternativa a la población.
Hay empresas que auspician eventos de reflexión educacional; etc. La pregunta es ¿en qué revierte eso de modo significativo el estado catastrófico de la educación peruana? A los que disfrutan de ver indicadores ¿qué indicadores de mejora de la calidad educativa pueden exhibirse en los últimos 40 años? Desde que se empezaron a medir los aprendizajes con pruebas nacionales e internacionales, todos los resultados son lamentables.
El valioso apoyo principalmente asistencialista de la mayor parte de los empresarios a la educación pone parches a lo que el Estado debería hacer pero no hace (infraestructura, mobiliario, equipos, libros, materiales didácticos, capacitación docente). Sin embargo, eso no marca un rumbo ascendente e innovador para el conjunto de la educación peruana que para cerrar brechas con países de avanzada requiere una dramática reforma estructural.
El gran aporte del mundo empresarial peruano -que podría usar a las CADE como caja de resonancia para mostrar avances- debería darse en su capacidad de articularse (inclusión sería la palabra de moda), de modo que todos en conjunto formulen una visión de cómo sacarían adelante a la educación peruana, los plazos, costos y estrategias requeridos, para luego hacer los lobbies legales con los ministros, congresistas, gobernantes regionales y locales y la opinión pública para darle norte, combustible y músculos a las reformas requeridas.
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