Creo que la honestidad fue un valor que se apreció –consciente o inconscientemente– al votar en la revocatoria de la alcaldesa. Al margen de su desempeño o color político sentimos que Susana es una política honesta. Es que vamos dejando de lado el “no importa que robe, pero que haga obra”. ¿Empezaremos a salir del masoquismo que nos hace elegir a quien nos daña o a sus familiares?
Siendo niña aprendí en el curso de Historia del Perú que un presidente –Ignacio Prado– reunió riquezas nuestras y se marchó a Europa a comprar armas para enfrentar la guerra con Chile.
Nunca más regresó. Nuestro masoquismo e infantilidad hizo que después eligiéramos a su hijo Manuel como presidente. Hay muchísimos en política que utilizan su palabra para llenarse de poder y dinero. Sin estos se sienten vacíos. Usan la ley para encubrir sus delitos. Son políticos psicópatas.
Lo grave es que seguimos creyéndoles. Pensemos antes de creer. Lo que dicen “suena” a verdad o es una verdad, pero si quien lo dice es un farsante, jamás cumplirá. Nos están tratando de engañar en su beneficio.
Antes de creer hay que pensar en quién es la persona que habla y sus antecedentes. También, ¿por qué será que quiere convencernos? Eso se llama procesar lo que escuchamos y eso necesitamos hacer.
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