lunes, 25 de marzo de 2013

¿Podemos ser una marca?

Por: Jaime Lértora

Querámoslo o no, siempre estamos comunicando. Los que interactúan con nosotros están recibiendo numerosos mensajes que son emitidos simultáneamente tanto por nuestra voz como por nuestro cuerpo. Estos mensajes que emitimos les permiten a ellos formarse una opinión de nosotros, saber, por ejemplo, cómo somos, en qué somos buenos y también qué cosas nos interesan. La imagen que proyectemos y que sostenida y consecuentemente mostremos en nuestro accionar puede ser el equivalente a la imagen que proyecta y que reconocemos en una marca comercial solo que en este caso se trataría de nuestra marca personal.
Escucho cada vez con más frecuencia tanto a hombres como a mujeres preocuparse por lo que están haciendo en sus vidas y cómo es que este comportamiento está impactando en los demás, en nuestra sociedad. Ellos quieren trascender y están verdaderamente interesados por dejar algún legado, algún recuerdo que pueda ser valorado y que sirva de ejemplo a los demás, en suma se están preocupando por dejar huella.
Vivimos rodeados de numerosas marcas comerciales, muchas nos han acompañado desde niños y a muchas de ellas, gracias a la calidad de sus productos y a la confianza que les tenemos, todavía hoy las preferimos antes que a otras, les somos fieles, les mostramos lealtad. Estas marcas comerciales nos ofrecen generalmente bienes materiales y también, en menor medida, nos brindan servicios. Una marca comercial responde a determinadas características como ser la promesa de lo que el producto ofrece, asociación con la oferta a partir del nombre o de la imagen, es decir una marca está dotada, por los especialistas del marketing, de una personalidad que la hace única y diferente entre las demás.
Preguntémonos entonces ¿Puede una persona ser una marca? Mi respuesta es: puede. Y para conseguirlo debe, quien esto se proponga, trabajar por definir aquello a lo que se quiere dedicar, reconocer sus habilidades y también sus carencias. Luego de estas definiciones la tarea siguiente es el ser consecuente, es decir, ser verdadero ya que solo a partir de la verdad unida a la perseverancia, los demás, aquellos que nos interesan, sabrán reconocer y valorar lo que hacemos, expresado todo ello en nuestra marca personal.

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