domingo, 1 de diciembre de 2013

La imagen personal

Por: Alfredo Estrada Zavaleta

La apariencia y la indumentaria personal, progresivamente, han cambiado a través de los años, con la influencia de las diferentes culturas y los usos de la moda en las diversas épocas; llámese a causa del material utilizado en la confección textil o por los accesorios que se incorporan a ella, desde aquellos simples objetos de consumo a los modernos equipos de entretenimiento y comunicación, los cuales por el excesivo empleo o generalizada dependencia, inclusive impiden percatarnos de algo tan elemental : caminar con lucidez y lógica. Hace poco, al dictar una clase de Historia de la Música Universal del barroco en el Conservatorio; los alumnos observaban muy sorprendidos, los retratos de Bach y Mozart, luciendo sus imponentes pelucas, una práctica común de la Francia monárquica y que en la actualidad en algunos foros continua, como un símbolo de autoridad y de magna presencia en la sociedad. Con el tiempo, el sombrero y el bastón, significaron otra muestra de la elegancia en los lares de occidente y de igual manera una forma cabal del respeto y la deferencia al conciudadano. 
En los medios literarios y artísticos, se adoptó en su oportunidad, la costumbre de fumar en pipa y portar los relojes de bolsillo; en suma, los conceptos y las premisas indispensables de inspiración e infatigable tertulia, a suerte de los momentos más propicios en el comentario de los principales acontecimientos y de factura de las fascinantes producciones políticas, sociales y románticas. 
La Post-guerra y la efervescencia de los movimientos laborales y económicos, propusieron otra alternativa del corte popular y urbano; mediante, ciertas formas de vestir más sencillas y baratas como asimismo los accesorios con representaciones mágicas o la difusión de la técnica del tatuaje con sus variados estilos y figuras. 
Finalmente, existen otros equipos que forman parte del atuendo del siglo XXI, que al parecer, mecanizan a la persona y por desgracia le conllevan a padecer una sordera crónica, que inclusive le impide reaccionar frente a cualquier situación inesperada. En si la comunicación es importante, pero hay circunstancias en las cuales se deber establecer y otras tan solo, demuestra una falta sentido común y hasta de ubicación real en el medio donde se desempeña.

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