miércoles, 16 de abril de 2014

Jaloneados sin rumbo

Por: Pedro Francke 
Sí, está bien, la economía peruana todavía crecerá 5 por ciento este año. Al mismo tiempo el sicariato y las mafias están avanzando a toda velocidad, y una fotito de Humala en una carretera de Ancash no cambia las cosas, cuando allá siguen matando alcaldes y opositores todos los días. 
Al mismo tiempo Alan García se refugia en el Poder Judicial para no rendir cuentas de los narcoindultos y otros indicios de corrupción en su gobierno, mientras para defenderse maltrata hijos ajenos y dispara insinuaciones a mansalva. 
Al mismo tiempo, Cipriani encabeza la resistencia a la Unión Civil del mismo modo que hace cincuenta años el arzobispo de entonces amenazaba con excomulgar a quienes bailaran mambo. No sé si el Perú avanza, pero lo que sí estoy seguro es que no tenemos idea de hacia dónde estamos yendo. 
INDIVIDUOS No hay que ser “Don Pésimo”. Aunque algunos crean que la economía son solamente las mineras y petroleras, hay un enorme esfuerzo económico de quienes hacen pequeña empresa, agricultura orgánica, turismo, educación y salud alternativas. Me cruzo con un viejo conocido que me cuenta empuja una pequeña industria para hacer una “madera plástica” con nuevas tecnologías, super interesante. 
Estoy seguro no es el único caso. Pero junto a unos pocos innovadores, dominan los arrancha-arrancha. Los mineros ilegales que se llenan los bolsillos malogrando nuestros ríos. Los constructores que consiguen cambios de zonificación a su favor y luego invaden pistas. 
Los transportistas que llevan pasajeros sin seguridad. Los petroleros que no pueden respetar a las comunidades que los alojan. Los contratistas apurados por pagar su “diezmo”, el 10% del monto del contrato a favor de funcionarios y políticos corruptos. Seguramente no son la mayoría, pero así como un poquito nomás de mugre deja manchada toda la camisa, unos cuantos malogran nuestra sociedad. AVANZA LA PODREDUMBRE Si podíamos pensar que la corrupción y el abuso eran simplemente lo común y corriente, la característica estructural, lo permanente en el Perú, los sucesos recientes nos dicen que cuando hay problemas desatendidos, estos tienden a crecer. Estamos cosechando la mala semilla que dejamos crecer. Ya en las elecciones pasadas del 2010, en Lima, en la capital, el alcalde Carlos Burgos de San Juan de Lurigancho se dedicó a perseguir opositores, desmantelarles su propaganda, mandar matones a sus mítines; teniendo comprada a la policía y los fiscales. 
No llegó a matar, pero ha estado tan conectado con la delincuencia que en un ajuste de cuentas mataron a su hijo. Luego de eso, ya con este gobierno, las mafias han seguido asesinando dirigentes sindicales. En Chiclayo, en el Callao, en Barranca y el norte chico, en el mismo Chimbote, dirigentes de construcción civil han sido muertos por sicarios. Pero como eran dirigentes sindicales, a nadie le importó. Casi parecía que los empresarios estaban contentos de tener que lidiar con sindicatos debilitados, hasta que les llegaron las extorsiones. 
Mientras, el Ministerio de Trabajo no solo miraba hacia otro lado sino que daba apoyo a sindicatos creados por delincuentes. Si estas actitudes se han permitido, ¿por qué nos asombramos ahora que en otra región del país veamos ahora una situación peor? 
Hemos pasado de gobiernos corruptos a gobiernos mafiosos. César Alvarez y el gobierno regional de Ancash son un regreso al fujimorismo reforzado. Si comprar medios de comunicación es común por parte de muchos gobiernos regionales, si la corrupción y el enriquecimiento ilícito son generalizados, si a partir de esta fuente de riquezas y de tratos bajo la mesa con mineros legales e ilegales se van a financiar muchas campañas electorales este año, Álvarez nos hizo recordar que las cosas siempre pueden empeorar. 
Ahora para quedarse en el poder no solo se puede meter mucha plata sino también mucha bala con buena puntería. Imposible no darse cuenta de esta coincidencia: la región donde se ubica la mina más rica del Perú – Antamina, la región que recibe más canon que todas, es la región donde el presidente regional compra jueces y fiscales, medios de comunicación y congresistas, y manda matar a los opositores. Qué coincidencia. Aplausos para la fiebre del oro, resultado de esta lluvia de millones que reciben unos pocos en un país sin institucionalidad democrática consolidada.

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