Por Gastón Garatea Yori
Estamos muy acostumbrados a oír decir que los niños y las niñas son los humanos del futuro, y la verdad es que se trata de una media verdad, pues los niños y las niñas de hoy son personas humanas que lloran y ríen, sufren y se alegran, duermen y están despiertos; es decir, son personas humanas que viven en nuestro mundo de HOY. Desgraciadamente no todo es bueno para todos los niños de nuestro país.
Aunque no parezca mentira, en nuestro Perú tan lleno de piropos, descubrimos dos males que afectan a los niños con mucha crueldad: la desnutrición y la anemia.
Nos parece mentira que, en un país tan lleno de perspectivas buenas frente al futuro, tengamos estas marcas tan dolorosas e injustas. Los más pequeños son los que sufren las consecuencias de estas carencias tan dañinas. Los entendidos nos dicen que los niños hasta los 3 años van formando todo su sistema cerebral y que la debilidad que producen la desnutrición y la anemia afecta gravemente el futuro de esa persona de manera irremediable.
Qué increíble resulta que en estos años de desarrollo económico se den estos escándalos frente a los pequeños peruanos. Pero recién estamos tomando conciencia del drama de nuestra gente menor. Más aún, tenemos que señalar que hay regiones en nuestra patria que tienen una mayoría de niños desnutridos y anémicos.
Esta no es una desgracia inevitable pues en nuestro país hay también niños bien nutridos y fuertes que pueden, gracias a Dios, gozar de buena salud, estar bien estimulados, y tener capacidad de reír, cantar, aprender, jugar. Queremos que todos sean así. Que los niños les alegren la vida a sus padres y que no sean una preocupación insalvable.
Es cierto que cada día el gobierno hace más cosas por los niños del país, pero todavía estamos muy lejos de donde deberíamos estar. Hay temas que debemos tomar muy en serio: educación, salud, pobreza, marginación, solidaridad, injusticia, olvido de los pequeños, etc. Gracias a Dios que, por el trabajo de algunos, vamos avanzando. ¡Apurémonos!
Es verdad que los niños más pequeños de nuestra patria son inocentes y sencillos. No hacen huelgas ni paros, no toman carreteras, no votan ni postulan a ningún cargo oficial. Nos creen con un corazón sano y ponen toda su confianza en sus padres. De ellos esperan todo porque sencillamente son sus padres. Van aprendiendo a vivir mirando su ejemplo. Miran y aprenden. Aprenden a sentir. Aprenden a amar.
Jesús, que para muchos de nosotros es un camino a seguir, nos muestra una figura muy humana y dice que los niños se acerquen a Él. Más aún, nos dice que tenemos que hacernos como los niños si queremos entrar al reino de los cielos. Quiere que tengamos un corazón limpio, sano, ajeno a la maldad, que no le temamos a la ternura. Y, sobre todo, los toma en cuenta.
Se nos exige una solidaridad inmensa para lograr que los “peruanitos” vivan felices para poder replicar más tarde un mundo justo, solidario, digno y fraterno. No es un imposible porque en muchas partes de nuestra patria hay gente que lo logra desde una experiencia profundamente humana y valiosa.
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