sábado, 12 de septiembre de 2009

UN ADIOS PARA MARCO ANTONIO CORCUERA

Por: Alejandro Benavides Roldan
papeldevientoeditores@hotmail.com

Se ha ido el hombre, ha empezado la leyenda. Marco Antonio Corcuera nunca dejó de sorprendernos; pareciera que escogió con el cálculo de su genio una fecha cabalística para dejarnos: el 09/09/09.

Se va llevándose en el alma su Contumazá querida, toda esa verde vegetación de paraíso del bosque de Cachil, que en su nombre ningún hombre de bien debe permitir que la voracidad de las mineras y el contubernio de malos gobernantes, enajene esta fuente de vida, por la que tanto luchó, para dejarlo como patrimonio para los hombres que vendrán.

Estoy seguro que se lleva en el alma los campos de caña de Trujillo, todo el paisaje de alfalfares y trigales, los caminos, la sombra de los árboles, el mar y la amistad como una mano abierta; se va en el calor y el abrazo de su patria a la que entregó su vida; de su querido Trujillo donde hizo una familia y al que le dio jerarquía universal con sus Cuadernos Trimestrales de Poesía; al que lo hizo depositario del más importante evento de la poesía nacional: el concurso EL POETA JOVEN DEL PERÚ.

Se va Marco Antonio al mundo celeste y a nuestra alma, se va escoltado de inmortales que le abren el paso: José Watanabe, César Calvo, Javier Heraud. Y esos entrañables amigos: Mario Florián y Manuel Scorza. Aquí deja grandes amigos y una gran tarea: continuar la obra creadora, pero deja un hijo que ha sabido comprender todo el genio de su padre y comprometerse en razón de fe con todas sus causas, asumiendo todo riesgo: el querido Julio Corcuera. Estamos contigo.

Parece que ayer nomás junto a Horacio Alva, Bethoven Medina y Adán Cabanillas, entráramos al Nazab, aquél legendario café trujillano que ahora sólo es recuerdo, porque siempre quiso estar junto a los jóvenes, cuando todavía éramos casi adolescentes, pero él nos daba todo el respeto y jerarquía de poetas; cómo no estarle eternamente agradecidos.

Difícil es decir adiós, no ponerse triste, pero es hora de secar lágrimas para apretar el corazón y decir: ¡Viva!, ¡Viva eternamente Marco Antonio Corcuera!

Todo el Perú se ha puesto de pie, y junto a él todo el continente, para verte pasar y decirte: Hasta siempre MAESTRO.

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