Por Nelson Manrique
Fuente: Diario La República
Según la encuesta de Ipsos-Apoyo, Keiko Fujimori gana en Lima y en los sectores A y B, mientras Humala gana en el resto del país, incluyendo el área rural y urbana, y en los sectores C, D y E. Objetivamente Fujimori termina representando a los ricos, lo que le da un escaso margen de crecimiento, mientras que Humala gana un mayoritario respaldo popular y un mayor espacio social donde crecer.
El respaldo otorgado a Humala por un importante grupo de profesionales de primerísimo nivel es un gran paso en la línea de constituir un amplio frente social. Pone además en evidencia la orfandad del fujimorismo para ganar respaldos de calidad, lo que es compensado por las amenazas de sus viejas glorias, como la lanzada por la inenarrable Martha Chávez al juez César San Martín, que envió a AFF a prisión, y los insultos de Jorge Trelles contra MVLl, que ha escrito en El País que votar por Fujimori sería permitir “que se abran las cárceles y los asesinos y ladrones pasen otra vez a gobernar” (EP, 24/4/11).
El despido de Patricia Montero, productora general, y José Jara, productor del noticiero “De 6 a 9” de Canal N, por “humanizar a Humala” (!) y no apoyar a Fujimori muestra cómo concibe la derecha peruana la libertad de prensa y la democracia. El grupo editorial El Comercio (que controla EC, Perú 21, El Trome, Canal 4 y Canal N) viene desarrollando una campaña de miedo afirmando que, de llegar Humala al poder, la libertad de prensa estaría amenazada. En nombre de esa hipotética amenaza los directivos de EC atropellan ahora todos los principios que dicen defender.
No es la primera vez que esto sucede. El 2008 el mismo grupo empresarial despidió a Fernando Ampuero y Pablo O’Brien, por decidir informar al país sobre el escándalo de los petroaudios. Poco después fue despedido el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich, por el mismo delito, lo que provocó la renuncia de la casi totalidad de los columnistas de la página de opinión de Perú 21, que nos fuimos en solidaridad con Augusto. Hoy, otra vez, varios periodistas dignos abandonan Perú 21 en defensa de sus convicciones éticas.
Los directivos de El Comercio justificaron la autocensura sobre los petroaudios con el argumento de “defender la gobernabilidad del país”, pero –según narra Ampuero– se negaron a informar sobre el tema incluso después de que cayó el gabinete Del Castillo y se superó la crisis de gobernabilidad. En realidad lo que les interesaba era proteger sus buenas relaciones con Alan García, que apoyaba importantes negocios del grupo editorial, especialmente de la empresa Graña y Montero.
Según ha declarado Patricia Montero, las presiones para alinearse con Fujimori provienen, entre otros, de Martha Meier Miró Quesada, que fue candidata parlamentaria fujimorista en el 2000, en el mismo momento en que Canal N se enfrentaba heroicamente contra la dictadura fujimontesinista, justamente bajo la dirección de Patricia Montero. Ahora está amenazada Laura Puertas, por negarse a ponerse el kimono: le han quitado la dirección de Canal N y solo la han dejado a cargo de América TV.
Raúl Tola, que ha denunciado la infección de la autocensura, se convierte en otro posible blanco de la cacería de periodistas honestos emprendida. El Instituto Prensa y Sociedad IPYS ha expresado su preocupación “por la decisión del Grupo El Comercio de disciplinar a sus medios para apoyar informativamente la campaña de Keiko Fujimori”. Esto es lo que la derecha defiende cuando se llena la boca con palabras como “libertad de prensa” y “democracia”.
Es necesario estar atentos a las movidas de García. Primero, el DS 003-2011-MINAG para autorizar el ingreso de transgénicos al país (¡faenones a babor!). Segundo, el intento de indultar a AFF. A García se le pasó la mano destruyendo al Apra: ha quedado con apenas cuatro parlamentarios que no van a poder defender su impunidad en el próximo Congreso. De allí la necesidad de negociar –mientras pueda– su impunidad con el fujimorismo, aun si tiene que pagar un altísimo precio por ello. Es necesario movilizarse para impedir semejante escándalo.
Fuente: Diario La República
Según la encuesta de Ipsos-Apoyo, Keiko Fujimori gana en Lima y en los sectores A y B, mientras Humala gana en el resto del país, incluyendo el área rural y urbana, y en los sectores C, D y E. Objetivamente Fujimori termina representando a los ricos, lo que le da un escaso margen de crecimiento, mientras que Humala gana un mayoritario respaldo popular y un mayor espacio social donde crecer.
El respaldo otorgado a Humala por un importante grupo de profesionales de primerísimo nivel es un gran paso en la línea de constituir un amplio frente social. Pone además en evidencia la orfandad del fujimorismo para ganar respaldos de calidad, lo que es compensado por las amenazas de sus viejas glorias, como la lanzada por la inenarrable Martha Chávez al juez César San Martín, que envió a AFF a prisión, y los insultos de Jorge Trelles contra MVLl, que ha escrito en El País que votar por Fujimori sería permitir “que se abran las cárceles y los asesinos y ladrones pasen otra vez a gobernar” (EP, 24/4/11).
El despido de Patricia Montero, productora general, y José Jara, productor del noticiero “De 6 a 9” de Canal N, por “humanizar a Humala” (!) y no apoyar a Fujimori muestra cómo concibe la derecha peruana la libertad de prensa y la democracia. El grupo editorial El Comercio (que controla EC, Perú 21, El Trome, Canal 4 y Canal N) viene desarrollando una campaña de miedo afirmando que, de llegar Humala al poder, la libertad de prensa estaría amenazada. En nombre de esa hipotética amenaza los directivos de EC atropellan ahora todos los principios que dicen defender.
No es la primera vez que esto sucede. El 2008 el mismo grupo empresarial despidió a Fernando Ampuero y Pablo O’Brien, por decidir informar al país sobre el escándalo de los petroaudios. Poco después fue despedido el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich, por el mismo delito, lo que provocó la renuncia de la casi totalidad de los columnistas de la página de opinión de Perú 21, que nos fuimos en solidaridad con Augusto. Hoy, otra vez, varios periodistas dignos abandonan Perú 21 en defensa de sus convicciones éticas.
Los directivos de El Comercio justificaron la autocensura sobre los petroaudios con el argumento de “defender la gobernabilidad del país”, pero –según narra Ampuero– se negaron a informar sobre el tema incluso después de que cayó el gabinete Del Castillo y se superó la crisis de gobernabilidad. En realidad lo que les interesaba era proteger sus buenas relaciones con Alan García, que apoyaba importantes negocios del grupo editorial, especialmente de la empresa Graña y Montero.
Según ha declarado Patricia Montero, las presiones para alinearse con Fujimori provienen, entre otros, de Martha Meier Miró Quesada, que fue candidata parlamentaria fujimorista en el 2000, en el mismo momento en que Canal N se enfrentaba heroicamente contra la dictadura fujimontesinista, justamente bajo la dirección de Patricia Montero. Ahora está amenazada Laura Puertas, por negarse a ponerse el kimono: le han quitado la dirección de Canal N y solo la han dejado a cargo de América TV.
Raúl Tola, que ha denunciado la infección de la autocensura, se convierte en otro posible blanco de la cacería de periodistas honestos emprendida. El Instituto Prensa y Sociedad IPYS ha expresado su preocupación “por la decisión del Grupo El Comercio de disciplinar a sus medios para apoyar informativamente la campaña de Keiko Fujimori”. Esto es lo que la derecha defiende cuando se llena la boca con palabras como “libertad de prensa” y “democracia”.
Es necesario estar atentos a las movidas de García. Primero, el DS 003-2011-MINAG para autorizar el ingreso de transgénicos al país (¡faenones a babor!). Segundo, el intento de indultar a AFF. A García se le pasó la mano destruyendo al Apra: ha quedado con apenas cuatro parlamentarios que no van a poder defender su impunidad en el próximo Congreso. De allí la necesidad de negociar –mientras pueda– su impunidad con el fujimorismo, aun si tiene que pagar un altísimo precio por ello. Es necesario movilizarse para impedir semejante escándalo.
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