Por: León Trahtemberg
leon@trahtemberg.com
http://www.trahtemberg.com
El 30 % del total de docentes se siente indefenso ante la problemática de la indisciplina escolar, los conflictos sociales y la violencia. Este es el hallazgo del Instituto de Investigaciones Educativas y Extensión dependiente de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), luego de encuestar a 30 directivos, 25 asesores pedagógicos, 160 docentes de primaria y 384 del nivel medio, es decir unos 600 docentes en total en 100 establecimientos educativos céntricos y suburbanos de Santa Fe y de una veintena de localidades periféricas. De ellos 60 % son estatales y 40% privados (ElLitoral.com de Santa Fé, Argentina, Luciano Andreychuk, 10/7/2011)
Ausencia de límites, violencia en los medios y los problemas familiares encabezan los temas de conversación más recurrentes. Sin duda la crisis de la familia incide de lleno en el flagelo.
El 65 % de los encuestados alude a agresiones verbales, pero también menciona los choques de personalidades (entre profesores y alumnos), presión psicológica y ataques físicos. Este 30 % de los encuestados que se siente indefenso, considera no tener las herramientas para abordar la indisciplina y violencia, lo que afecta la convivencia escolar. Asimismo, el 39 % consideró que es prioritario abordar con especialistas el problema de la conflictividad y el 21 % espera que se incluya el tema en el proyecto curricular de la institución a la que pertenecen.
El 45 % de los docentes encuestados (de escuelas estatales) admitió que en sus clases se destina entre un 21 y un 40 % del tiempo escolar a atender y abordar cuestiones relacionadas con conflictos y problemas disciplinares, dejando poco tiempo “real” para destinarlo al estudio.
En las escuelas públicas encuestadas, un 48 % de los maestros y profesores está por encima de los 15 años de antigüedad cuya formación y experiencias pedagógicas no corresponden a la escuela de hoy. El estudio también encuentra que hay un 37 % de relaciones regulares o malas entre los propios educadores, lo que indica que falta integración entre los equipos docentes.
Las manifestaciones más comunes de la indisciplina -puntualmente en el nivel de secundario medio son: 65 % de agresiones verbales (insultos, amenazas); 18 % de aislamiento de alumnos, rechazos y presiones psicológicas; 13 % de ataques físicos (robos, actos vandálicos como destrozos, etc.). En su generalidad, las situaciones de violencia aparecen con más frecuencia en el recreo, pero también en la salida y entrada al colegio, y un 20 % en las clases.
En cuanto a la relación parental de los alumnos, hubo un 16 % de alumnos que admitió “no sentirse a gusto” con sus padres y ser “tratados mal” en sus hogares y un 38 % de los adolescentes dijo sentirse “normal” en sus hogares, “ni bien ni mal”.
Para los peruanos, a falta de investigaciones nacionales el análisis de los estudios hechos en otros países, sin darnos información precisa sobre nuestra realidad, permite reflexionar sobre lo que podría deducirse por analogía. Éstas quizá no sean científicamente válidas, pero no hace daño intentar aprender de las conclusiones que emergen de esos otros estudios.
En este caso, hay dos conclusiones y sugerencias notorias:
1) Los educadores de las escuelas secundarias no están preparados para enfrentar la indisciplina y no cuentan con herramientas para afrontar adecuadamente situaciones de conflictividad. Por lo tanto necesitan orientación en temas que aluden a las relaciones interpersonales para enfrentar la situación de violencia, que haya contención adecuada, acompañamiento y seguimiento.
2) Los docentes necesitan trabajar el tema de la convivencia escolar dentro de la currícula de formación docente, tanto en lo que se refiere a las relaciones entre sí mismos (como equipo) como en lo que se refiere a aprender a comunicarse con cada uno de sus alumnos, los cuales tienen códigos distintos a los de los adultos. Estos tienen que ser reconocidos y entendidos, así como sus sentimientos y los mensajes que ellos envían, para cambiar el clima de aula. Pero para ello tienen que disponer del tiempo escolar, del que usualmente no disponen.
Por lo dicho, resulta inevitable ponerle atención y dedicarle tiempo a las dimensiones no académicas de la vida escolar.
leon@trahtemberg.com
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El 30 % del total de docentes se siente indefenso ante la problemática de la indisciplina escolar, los conflictos sociales y la violencia. Este es el hallazgo del Instituto de Investigaciones Educativas y Extensión dependiente de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), luego de encuestar a 30 directivos, 25 asesores pedagógicos, 160 docentes de primaria y 384 del nivel medio, es decir unos 600 docentes en total en 100 establecimientos educativos céntricos y suburbanos de Santa Fe y de una veintena de localidades periféricas. De ellos 60 % son estatales y 40% privados (ElLitoral.com de Santa Fé, Argentina, Luciano Andreychuk, 10/7/2011)
Ausencia de límites, violencia en los medios y los problemas familiares encabezan los temas de conversación más recurrentes. Sin duda la crisis de la familia incide de lleno en el flagelo.
El 65 % de los encuestados alude a agresiones verbales, pero también menciona los choques de personalidades (entre profesores y alumnos), presión psicológica y ataques físicos. Este 30 % de los encuestados que se siente indefenso, considera no tener las herramientas para abordar la indisciplina y violencia, lo que afecta la convivencia escolar. Asimismo, el 39 % consideró que es prioritario abordar con especialistas el problema de la conflictividad y el 21 % espera que se incluya el tema en el proyecto curricular de la institución a la que pertenecen.
El 45 % de los docentes encuestados (de escuelas estatales) admitió que en sus clases se destina entre un 21 y un 40 % del tiempo escolar a atender y abordar cuestiones relacionadas con conflictos y problemas disciplinares, dejando poco tiempo “real” para destinarlo al estudio.
En las escuelas públicas encuestadas, un 48 % de los maestros y profesores está por encima de los 15 años de antigüedad cuya formación y experiencias pedagógicas no corresponden a la escuela de hoy. El estudio también encuentra que hay un 37 % de relaciones regulares o malas entre los propios educadores, lo que indica que falta integración entre los equipos docentes.
Las manifestaciones más comunes de la indisciplina -puntualmente en el nivel de secundario medio son: 65 % de agresiones verbales (insultos, amenazas); 18 % de aislamiento de alumnos, rechazos y presiones psicológicas; 13 % de ataques físicos (robos, actos vandálicos como destrozos, etc.). En su generalidad, las situaciones de violencia aparecen con más frecuencia en el recreo, pero también en la salida y entrada al colegio, y un 20 % en las clases.
En cuanto a la relación parental de los alumnos, hubo un 16 % de alumnos que admitió “no sentirse a gusto” con sus padres y ser “tratados mal” en sus hogares y un 38 % de los adolescentes dijo sentirse “normal” en sus hogares, “ni bien ni mal”.
Para los peruanos, a falta de investigaciones nacionales el análisis de los estudios hechos en otros países, sin darnos información precisa sobre nuestra realidad, permite reflexionar sobre lo que podría deducirse por analogía. Éstas quizá no sean científicamente válidas, pero no hace daño intentar aprender de las conclusiones que emergen de esos otros estudios.
En este caso, hay dos conclusiones y sugerencias notorias:
1) Los educadores de las escuelas secundarias no están preparados para enfrentar la indisciplina y no cuentan con herramientas para afrontar adecuadamente situaciones de conflictividad. Por lo tanto necesitan orientación en temas que aluden a las relaciones interpersonales para enfrentar la situación de violencia, que haya contención adecuada, acompañamiento y seguimiento.
2) Los docentes necesitan trabajar el tema de la convivencia escolar dentro de la currícula de formación docente, tanto en lo que se refiere a las relaciones entre sí mismos (como equipo) como en lo que se refiere a aprender a comunicarse con cada uno de sus alumnos, los cuales tienen códigos distintos a los de los adultos. Estos tienen que ser reconocidos y entendidos, así como sus sentimientos y los mensajes que ellos envían, para cambiar el clima de aula. Pero para ello tienen que disponer del tiempo escolar, del que usualmente no disponen.
Por lo dicho, resulta inevitable ponerle atención y dedicarle tiempo a las dimensiones no académicas de la vida escolar.
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