Episódicamente reaparecen en los medios asuntos vinculados a la sexualidad de los poderosos. Una y otra vez, nuestra curiosidad sucumbe, pese a las numerosas oportunidades en que hemos constatado el escaso interés que estas historias banales tienen. En los últimos días han aparecido tres episodios que nos remiten a la vieja pregunta: ¿por qué nos concierne la vida privada de quienes tienen poder?
Hace poco circuló en las redes sociales un video que Nadine Heredia protagonizó a sus 19 años, cuando estudiaba comunicaciones en la universidad. Pasadas las bromas de rigor, la mayoría de comentaristas observaron, con secreto desencanto, que era un típico video estudiantil, el cual no merecía mayor análisis. Fue un fuego fatuo mediático, un fiasco, pues no había nada que “sacar” de ese material universitario. No obstante, la cantidad de visitas que recibió el video, las bromas que circularon y las especulaciones que surgieron revelaron que había más bajo la superficie de esa supuesta indiferencia y hasta decepción. De hecho, recibí el pedido de algunos medios para analizar lo que se veía en ese corto estudiantil de hace… ¡19 años!
El hecho de que tuviera como guión la infidelidad entre dos gemelas encendió en la opinión pública un fantasma, vinculado a la situación política de la pareja presidencial actual, que los análisis desencantados no pudieron sofocar del todo: había ahí un deseo de evocar la sexualidad trasgresora de una representante protagónica de la “familia bien constituida” en el poder.
Poco después alguien hizo circular unas fotos del ex presidente Toledo, en una reunión con mujeres guapas en posiciones provocantes, con un primer plano de vasos y botellas. La opinión pública no tardó en “melodizar” estas escenas, reviviendo las historias libertinas en las que Alejandro Toledo se vio envuelto en el pasado. La aclaración de Perú Posible, en el sentido de que esas fotos habían sido tomadas en el contexto de una gira política y no en una juerga cualquiera, les bajó el tono a las interpretaciones, pero no logró extinguir del todo la idea de que gallina que come huevo… Las risas que acompañaban este rumor revelaban que eso es precisamente lo que se esperaba que suceda: ¡qué aburrido si Toledo se limita a ser salpicado por escándalos inmobiliarios como los de su colega Alan García!
Ronda por supuesto, en las mismas redes, la sospecha de que estas son cortinas de humo para tapar la corrupción en agravio del erario público. Pero el asunto es que, tal como en el caso del congresista Gastañadui, la gente está siempre lista, como los boy scouts, para que sus fantasmas los arrojen al foso de la curiosidad erótica. Acaso una de las fuentes más potentes de ese salto sea la esperanza envidiosa de que la sexualidad de los poderosos es más… poderosa que la propia. No solo los humaniza y acerca: lo que todos quisiéramos saber es si nuestros padres gozan de privilegios eróticos de los que los mortales estamos excluidos. Acaso ya sabemos la triste respuesta, pero aparentemente nunca nos resignamos.
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