Muchas veces puede pensarse que la violencia en la pareja se deja de lado por usar el recurso de tener un hijo o hacerse cargo de los hijos, lo cual es un error capital pues la crianza y el cuidado de un niño demanda un ‘plus’ de esfuerzo y de comprensión que, lejos de salvar el matrimonio, lo empeora por las nuevas tensiones.
Si la pareja ya venía funcionando mal, será muy difícil o imposible que el bebe arregle la violencia, la inseguridad o el desamor que esta puede tener. Antes de tomar una decisión, hay que saber qué es lo que hace que el matrimonio ande mal.
Las razones son muchas; casi todas se deben a peleas cotidianas, insultos, ofensas y otros golpes verbales que hacen que se pierda el amor y empiece el odio, a manera de preparar la separación.
Lo menos útil para salvar el matrimonio es encargar hijos, pues se ahondará el resentimiento. Jamás se debe usar a los hijos para solucionar pleitos de adultos, aunque haya quien piense que un nuevo bebe puede bajar la tensión; de ser así, eso será transitorio. El rol de la pareja moderna exige que ambos sacrifiquen deseos egoístas para atender al recién nacido.
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