
Por: Juan Antonio Sacaluga y Ángel Navarro.
La cuestión de la inmigración ha pasado inadvertida en la campaña estadouidense, una paradoja en un país de inmigrantes.
Estados Unidos es una nación donde han cambiado mucho las cosas desde la época de Martin Luther King. Hoy, los negros ocupan posiciones de poder y lo mismo sucede con otra comunidad, que antes era débil y también discriminada, humillada. La comunidad hispana.
Uno de tantos hispanos exitosos, que hasta el año pasado fue Fiscal General de los Estados Unidos, Alberto R. González, cuenta la anécdota de su madre, una hija de inmigrantes mexicanos que vivían en la pobreza. A esta mujer se le negó la entrada a un restaurante en un pequeño pueblo al oeste de Texas.
La humillación que vivió la mujer sucedió hace décadas, y hoy, González presume de que su madre, en una generación, pasó de ser obligada por el propietario del restaurante a usar la puerta trasera del comedor, a entrar por la puerta delantera de la Casa Blanca para visitar al presidente.
En estas elecciones la participación hispana es de gran importancia, no sólo por la cantidad de sufragios, sino porque se trata de un voto estratégico. Este voto será necesario para que el republicano McCain o el demócrata Obama ganen en estados de alta población hispana, donde Bush triunfó en las últimas elecciones presidenciales por un reducido margen de 5 puntos o menos.
De acuerdo a un estudio hecho por el Centro Hispano Pew, el 55% de los hispanos que se han inscrito para votar piensan que Obama es un mejor candidato para su propia comunidad, mientras que el 11% prefiere a McCain. Esto quiere decir que hay un 34% que no ha decidido su posición en las elecciones del 4 de noviembre.
Pero aunque existan indecisos, lo que es un hecho es que de un año a la fecha, la mitad de la población hispana ha visto "su sueño americano" deteriorado por el desempleo y una actitud anti-inmigrante.
No es un rumor, sino el resultado de otra encuesta del centro Pew, que concluye que este importante grupo, antes rechazado y hoy cortejado, votará en diez días y su pesimismo generalizado, así como su rechazo a las leyes federales de inmigración pueden tener un costo muy alto en la arena política.
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