
Consultor en Turismo
Ciro Alegría Bazán vivió en la hacienda Marcabal Grande, en la serranía de Huamachuco, creo que ello le permitió trabajar con brillantez la relación hombre-naturaleza.
Leer sus tres principales obras es como viajar de la mano de un escritor que conoce nuestra geografía andina; es como gozar de un viaje turístico por la serranía esteparia de La Libertad. Quienes la han recorrido y la conocen, darán fe de mi afirmación.
En la “Serpiente de Oro”, narra la pugna de los pobladores contra las inundaciones y derrumbes del río Marañón y configura un tipo de personaje que se distingue frente al costeño y al andino. Los actores de la novela, los balseros de Calemar, ostentan orgullosamente su estirpe modelada en un valle oriental de los Andes en consonancia con la geografía del área. El universo del balsero es el valle, "un mundo pequeño, pero propio".
En “Los perros hambrientos” el paisaje cambia. Las zonas altas y rudas reemplazan la visión subtropical de la anterior novela. Los personajes rurales son indios de las alturas, de las “tierras extremas”. Asistimos al conflicto entre indígenas con los grandes propietarios y surgen, a nivel de personajes, una serie de perros pastores. La historia de su crianza, nombres, actitud frente a los forasteros; su encariñamiento con los niños, su afición por las tareas rurales y su especialización en las faenas agrícolas, etc., se suceden en rápidamente. Llega luego la sequía y sus efectos equiparan en el sufrimiento a animales y personas. Perros y hombres vagan en pos de un nuevo lugar, ávidos de pan y de justicia. La escenografía descrita en esta novela es similar a la de las alturas de Huamachuco, con sus punas, sus cerros, sus rebaños y sus perros “landosos”.
En “El mundo es ancho y ajeno”, Ciro Alegría denuncia el atropello en contra de una comunidad de los Andes del norteños, por el lejano año de 1912. Se trata de uno de los libros más representativos del indigenismo. En la novela "la morada del hombre" deja de ser un valor territorial para convertirse en la hazaña de la libertad.
Sé de la influencia que para los pobladores de los Andes tienen los “Apus”, o montañas sagradas. Cuando las veo, viene a mi mente el pasaje donde Ciro Alegría nos relata cómo, el personaje central, Rosendo Maqui: “Gozaba viendo el nevado Urpillau, canoso y sabio, como un antiguo amauta; el arisco y violento Huarca, guerrero en perenne lucha con la niebla y el viento; el aristado Huilloc, en el cual un indio dormía eternamente de cara al cielo; el agazapado Puma, justamente dispuesto como un león americano en trance de dar el salto; el rechoncho Suni, de hábitos pacíficos y un poco a disgusto entre sus vecinos; el eglógico Mamay, que prefería prodigarse en faldas coloreadas de múltiples sembríos...; y éste y ése, y aquél y esotro... En el fondo de sí mismo creía que los Andes conocían el emocionante secreto de la vida”. Las canas de Rosendo se comparan con la nieve de las montañas, el Urpillau es canoso y sabio, como un amauta, como Rosendo. La naturaleza se acerca al ser humano, los cerros son ya un amauta.
Así transcurren estas tres novelas, y otras tantas de Ciro, entre las serranías de La Libertad, describiéndonos las punas, los valles, las lagunas y las quebradas andinas, como un aporte al turismo, que nos obliga a visitarlas.
Leer sus tres principales obras es como viajar de la mano de un escritor que conoce nuestra geografía andina; es como gozar de un viaje turístico por la serranía esteparia de La Libertad. Quienes la han recorrido y la conocen, darán fe de mi afirmación.
En la “Serpiente de Oro”, narra la pugna de los pobladores contra las inundaciones y derrumbes del río Marañón y configura un tipo de personaje que se distingue frente al costeño y al andino. Los actores de la novela, los balseros de Calemar, ostentan orgullosamente su estirpe modelada en un valle oriental de los Andes en consonancia con la geografía del área. El universo del balsero es el valle, "un mundo pequeño, pero propio".
En “Los perros hambrientos” el paisaje cambia. Las zonas altas y rudas reemplazan la visión subtropical de la anterior novela. Los personajes rurales son indios de las alturas, de las “tierras extremas”. Asistimos al conflicto entre indígenas con los grandes propietarios y surgen, a nivel de personajes, una serie de perros pastores. La historia de su crianza, nombres, actitud frente a los forasteros; su encariñamiento con los niños, su afición por las tareas rurales y su especialización en las faenas agrícolas, etc., se suceden en rápidamente. Llega luego la sequía y sus efectos equiparan en el sufrimiento a animales y personas. Perros y hombres vagan en pos de un nuevo lugar, ávidos de pan y de justicia. La escenografía descrita en esta novela es similar a la de las alturas de Huamachuco, con sus punas, sus cerros, sus rebaños y sus perros “landosos”.
En “El mundo es ancho y ajeno”, Ciro Alegría denuncia el atropello en contra de una comunidad de los Andes del norteños, por el lejano año de 1912. Se trata de uno de los libros más representativos del indigenismo. En la novela "la morada del hombre" deja de ser un valor territorial para convertirse en la hazaña de la libertad.
Sé de la influencia que para los pobladores de los Andes tienen los “Apus”, o montañas sagradas. Cuando las veo, viene a mi mente el pasaje donde Ciro Alegría nos relata cómo, el personaje central, Rosendo Maqui: “Gozaba viendo el nevado Urpillau, canoso y sabio, como un antiguo amauta; el arisco y violento Huarca, guerrero en perenne lucha con la niebla y el viento; el aristado Huilloc, en el cual un indio dormía eternamente de cara al cielo; el agazapado Puma, justamente dispuesto como un león americano en trance de dar el salto; el rechoncho Suni, de hábitos pacíficos y un poco a disgusto entre sus vecinos; el eglógico Mamay, que prefería prodigarse en faldas coloreadas de múltiples sembríos...; y éste y ése, y aquél y esotro... En el fondo de sí mismo creía que los Andes conocían el emocionante secreto de la vida”. Las canas de Rosendo se comparan con la nieve de las montañas, el Urpillau es canoso y sabio, como un amauta, como Rosendo. La naturaleza se acerca al ser humano, los cerros son ya un amauta.
Así transcurren estas tres novelas, y otras tantas de Ciro, entre las serranías de La Libertad, describiéndonos las punas, los valles, las lagunas y las quebradas andinas, como un aporte al turismo, que nos obliga a visitarlas.
0 comentarios:
Publicar un comentario