viernes, 5 de junio de 2009

CINCUENTENARIO DEL FESTIVAL DEL LIBRO DE LA LIBERTAD


Por Alberto Pinillos Rodríguez
alpinitrujillo@hotmail.com

En la década del 60 del siglo pasado, el Perú vivió una suerte de marea cultural. Nos referimos a la publicación en masa de los “populibros” mediante los novedosos festivales que alborotaron a los públicos en Lima, Arequipa, Puno y desde luego al de La Libertad.
Esta brillante idea se debió al destacado poeta Manuel Scorza Torres, huancavelicano y ganador de numerosos premios en el mundo de la lírica que por sus ideas izquierdistas fue desterrado en los días del Ochenio Odriísta, rumbo a México (1948).
A su retorno emprendió la titánica labor de llevar la cultura bibliográfica a “lectores no iniciados” y de bajos recursos económicos, favoreciendo a miles de peruanos que pudieron conocer las obras de escritores nacionales y extranjeros, a precios casi simbólicos. Desfilaron Luís E. Valcárcel, José Carlos Mariátegui, José Santos Chocado, Ciro Alegría, Rómulo Gallegos, Pablo Neruda y muchísimos autores que difícilmente estuvieron al alcance de los pobres. Desde luego que para conseguir grandes tirajes que llegaron hasta 25,000 (IV Festival: 1958) se tuvo que contar con el auspicio de poderosas entidades como el Banco de Crédito, la Cerro de Pasco Corporation, la I.P.C., Hidrandina, Backus y Jhonson, entre otras; consiguiéndose una gran revolución cultural que muchos tuvimos la suerte de saborearla, porque a los Festivales (no ferias) dirigidos por Scorza mediante el Patronato del Libro Peruano dirigido desde Lima, le siguieron ediciones populares de Juan Mejía Baca, Editorial Nuevo Perú de Gustavo Valcarcel, Ediciones Populares del Municipio de Arequipa, el Primer Festival del Libro Puneño, y La Libertad no se quedó atrás porque también tuvo su festival.
Ahora que los que dirigen la Educación desde un escritorio, imbuidos de tecnologías modernas y que se rompen la cabeza pensando “cómo conseguir que los peruanos lean y comprendan lo que leen”, por qué no reviven lo que se experimentó hace 50 años?… publicar libros importantes (bajo precio) y de autores que infundan nacionalismo, práctica de valores, ánimo de progreso, admiración a íconos ejemplares, amor al medio ambiente. Por qué no se invierte un poquito del canon en cultura popular, más aún sabiendo que provienen de la explotación de recursos extinguibles que no durarán largo tiempo?.
En la libertad esta marea también llegó hace 50 años y su mentor fue nada menos que el laureado poeta Marco Antonio Corcuera Díaz que recientemente ha sido condecorado por La Municipalidad de Trujillo como destacado intelectual y filántropo cultural por la inmensa obra realizada en este campo aún sin ser trujillano, ni liberteño, pero sí, un gran peruano.

Como es de conocimiento de los liberteños Marco Antonio Corcuera, abogado laboralista de profesión y poeta de nacimiento, tuvo la feliz idea de fundar y dirigir, aún con su propio peculio, los “Cuadernos Trimestrales de Poesía” que han servido para dar a conocer nuevos valores en la literatura a nivel regional, nacional e internacional. Esto significa que no solamente nos brindó el producto de su inspiración desde sus añoranzas ancestrales de su querida Contumaza, donde transcurrió su niñez y de sus experiencias en Trujillo o Pacasmayo, donde laboró; sino que nos brindó el medio que sirvió a tanto joven que se siente huérfano de apoyo y sus composiciones se pierden en “hojas al viento” y por si fuera poco, dio su valioso tiempo para dirigir hasta el Instituto Regional de Cultural de La Libertad que marcó en la historia cultural nacional.
Refiriéndonos al Festival del Libro de la Libertad que hace 50 años se difundió y que sus bodas de oro lo hemos pasado desapercibidas, debemos manifestar que por primera vez veíamos una colección sin auspiciadores y a precio de regalo que llegaba a nuestras manos de adolescentes universitarios que aunque nuestro camino era la geohistoria, gustosos adquirimos “Tungsteno” de Vallejo, “Edición Extraordinaria” de Alejandro Rumualdo, “Poetas de La Libertad” (varios), “Narradores de la Libertad” (varios), y “Ensayistas de La Libertad” (varios), que si lo habíamos leído, fue por obligación en una biblioteca, pero no tuvimos la suerte de poseerlos en propiedad. Hay que haberlo vivido para poder expresar la inmensa satisfacción de un estudiante pobre que no podía comprar libros que solamente estaban destinados a quienes tenían medios económicos para adquirirlos. Acaso ahora ya no hay estudiantes pobres? Todos adquieren obras costosas?
Entonces no nos olvidemos de los necesitados que en su mayoría llegan a ser profesionales, porque no tienen herencia. En “Poetas de La Libertad”, que es el tercero de la colección y que tiene la más variada muestra de autores, nos ha impresionado el rescate que significa ahora, de poetas casi olvidados que escribieron con una gran sinceridad de cosas dolidas y reales, algunos sin la formación académica como la mayoría de líricos actuales, pero poetas verdaderos.
En la antología desfilan el chocopano Leoncio Bueno con su “Sinfonía Roja” que es un himno al jornalero de nuestra tierra donde quiere hacer hablar al buey, al yugo, al arado, a la rueda, el riel o a los motores. Tenemos al pacasmayino Carlos Alfonso Ríos con “Desvelo” donde dice que “en el insomnio crecen islas de tiempo y cuerpos en derrota”; al salaverryno Carlos Loayza Lagos cantando a la “Galera de ensueño” con remos de plata al compás de olas dormidas que van sin llegar nunca a la rada”; está Eloy Espinoza (trujillano) del Grupo Norte con su canto “Al mar” que lo ve verde, rojo, azul, negro y por eso hay que cantar, llorar, callar.
Por su puesto que no faltan los poetas como Vallejo, Xandoval, Nixa, Romualdo, Torres Ortega, Spelucín, Berríos, Horacio Alva; y, desde luego, que entre los 22 seleccionados están Arturo Corcuera y el propio Marco Antonio con “Semilla en el paisaje”, “Matad a la guerra”, “Hágase la justicia”, “¿Qué harán de ti Bandera?” y otros.
Al recordar el cincuentenario de esta valiosa publicación del primer populibro liberteño, que ya no se ha vuelto a repetir y, a su mentor principal, el poeta Marco Antonio Corcuera, se nos viene a la mente la labor, nunca igualada en el Perú, del Dr. Daniel Estrada Pérez, que actuando como alcalde del Qosqo en la década de los 90 transformó a la ciudad y no solamente publicó la revista municipal de su tierra para poner al tanto a sus codepartamentos sobre su labor, sino que se dedicó a difundir más de 30 libros que contribuirían a fomentar la identidad cusqueña que nadie duda, que al igual que la arequipeña, sobresalen en el Perú.
Hoy a pesar de haber ganado fama por las ferias de libro, seguimos pensando que bien valdría a la par con un festival, pero no sólo de poetas, sino de autores que ayuden a fomentar la identidad liberteña ahora que nos estamos convirtiendo en una región cosmonacional con ausencia de auténticos trujillanos. Así también, pensamos que en esta labor cultural bibliográfica y de otros campos, deben participar decididamente los gremios de profesores activos o cesantes ya que ellos son los motores fundamentales de la culturización del pueblo.
Por otro lado, no se puede dejar en la orfandad a instituciones como “Hojas al viento” que sacrifican esfuerzos por amor a la cultura.
Para cerrar esta remembranzas, tenemos que señalan a las autoridades, locales y regionales, que todavía tienen oportunidad de no desperdiciar a los talentos que quieren a su tierra y no deben regatear su apoyo para trujillanizar a Trujillo y libertiñizar a La Libertad para que quienes tengan que dirigir nuestros destinos lo hagan pensando en el presente y también en el futuro en el aspecto cultural. En este caso, la cultura popular a través del libro barato como hace 50 años lo hicieron Manuel Scorza a nivel nacional y Marco Antonio Corcuera, a nivel regional.

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