sábado, 15 de mayo de 2010

MUSEOS PARA LA ARMONIA SOCIAL

Por: Luís Repetto Málaga
lrepetto@pucp.edu.pe

Al celebrarse el próximo 18 de mayo el Día Internacional del Museo, el ICOM-Consejo Internacional de Museos ha lanzado una convocatoria para que todos sus miembros institucionales se constituyan en espacios pluralistas e integradores; vale decir, en “Museos para la Armonía Social”.

¿Para que sirven los museos en el siglo XXI? Además de ser edificios que albergan colecciones, sus políticas y su accionar han de orientarse a una visión de apertura frente a las diversas manifestaciones culturales que componen un paisaje, un territorio, un patrimonio.

¿De qué manera puede el peruano de a pie unirse a esta celebración? Pues motivos no le faltan en un país con un milenario patrimonio cultural y con un museo nacional fundado tan temprano como en 1822. Los peruanos estamos en condiciones de ofrecer espacios alternativos e interactuar con ellos para retroalimentarnos de nuestra propia cultura.

El debate del Museo de la Memoria (hoy Lugar de la Memoria) fue similar al generado por el Premio Nacional de Cultura otorgado a Joaquín López Antay en 1975. Hubo que esperar la intervención de Mario Vargas Llosa para que nos ofreciera una nueva definición de museo y las autoridades asumieran que ya no estamos en los tiempos de las musas, que los museos son ahora espacios culturales para la preservación de la memoria, del patrimonio, de los testimonios que nos hacen diferentes en el contexto de las culturas universales. Los museos, al decir de Vargas Llosa, nos permiten salir del oscurantismo, de las tinieblas de la ignorancia, nos acercamos a ellos de motu proprio y nos enseñan más que los textos, más que las imágenes brindadas por las nuevas tecnologías, porque la relación del hombre con el objeto tridimensional es irreemplazable, como la del libro y la lectura.

Constituirnos en museos para la armonía social supone comprometernos en la interculturalidad, en la tolerancia y en la capacidad de vivir en paz, sobre todo en un país multicultural y pluriétnico como el nuestro. Salgamos de nuestra ubicación tradicional y abramos nuestras puertas para incursionar en otros espacios: calles, parques, mar, Andes, Amazonía, donde encontraremos mil y una razones para reafirmar nuestro amor al Perú.

Tenemos un remozado Museo de Arte de Lima-MALI, un proyecto de Museo de la Nación, un incipiente Museo de Arte Contemporáneo en Barranco, un santuario arqueológico de primer orden como Pachacamac, al sur de Lima, e iniciativas loables como los museos Larco, De Osma o Amano, por citar algunas instituciones privadas, sin contar el esfuerzo que hacen las universidades, la iglesia y en algunos casos las instituciones militares (aunque de forma tan tímida o austera que hasta podría ser olvidada).

En el ámbito metropolitano limeño esperamos renovados ámbitos en una ciudad que es Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1991, gracias a casonas como las de Riva-Agüero, Torre Tagle, Goyeneche, O’Higgins, Pilatos, Osambela, Prado, La Riva, entre otras, convertidas en espacios culturales. Junto a sus iglesias y conventos nos dan la sensación de una ciudad musealizada, con sus fiestas, con su traza urbana, con su pasado prehispánico, habitada por nueve millones de personas con sus hábitos y costumbres, que necesitan un referente para autoafirmar su nacionalidad.

En el norte están las mejores infraestructuras culturales del país, en la que podemos denominar la Ruta de los Moches, quienes nos dejaron testimonios extraordinarios de su progreso. Los peruanos del siglo XXI debemos incorporarnos a estos milenarios conocimientos sobre el manejo de la tierra, la domesticación de las plantas, los recursos del mar, la armonía en la convivencia, con los vaivenes propios de cualquier sociedad desarrollada para la época.

Trujillo puede jactarse del flamante Museo de las Huacas del Sol y de la Luna, del Museo de Sitio de Chan Chan, del Museo del Juguete, del Museo Arqueológico de la Universidad de Trujillo, de la Casa Museo de Víctor Raúl Haya de la Torre, del Museo de Arte Contemporáneo –esfuerzo denodado del maestro Gerardo Chávez– y, 60 kilómetros al norte de la ciudad, del mejor museo de sitio del Perú: el Museo Cao, que alberga los testimonios de la Huaca Cao, famosa por su gobernante femenina, y que es motivo de admiración por el científico y académico recojo de la información, así como por el magistral montaje de la exposición, para asombro de propios y extraños, en notable esfuerzo de la empresa privada a través de la Fundación Wiese y el Instituto Nacional de Cultura. Pero Trujillo tiene también proyectos en marcha como los del Museo Chimú y el Centro Cultural para las Identidades Locales de la Región La Libertad

A este itinerario podríamos sumarle la Ruta de las Haciendas desde Chiquitoy hasta Casa Grande, testimonios de la historia azucarera del país, tan sentida y corroborada, sobre todo en estos últimos tiempos.

Estas y otras rutas están servidas para el turismo nacional e internacional, listas para descubrirlas, para conocerlas, para asombrarnos, para recorrerlas con el orgullo de ser peruanos.

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