Por: Iván La Riva Vegazzo
http://ivanlariva.blogspot.com/
He tenido la gran oportunidad de recorrer los restos de la más grande ciudad preinca de la sierra norte del Perú, Markahuamachuco, guiado por el arqueólogo que más la conoce, el Dr. Jhon R. Topic, reforzando mis conocimientos gracias a un artículo del arquitecto Fernando Belaunde Terry. Ambos aportes, uno verbal y el otro escrito, se complementaron para darme una visión integral e histórica del grandioso monumento.
El ex presidente del Perú con mucha razón afirmó: “El Perú es un extenso cementerio de ciudades que, como los hombres, nacen, crecen, decaen y mueren”, yo agrego: Markahuamachuco es una de ellas.
Antes de llegar a la ciudadela, ubicada sobre los 3,750 m.s.n.m. visitamos los “chiles” del cerro Amaru. Son tres pozos ceremoniales que tienen una boca de aproximadamente 50 cm. y que, según Max Uhle que los estudió, tienen forma de botella. Llama la atención la gran cantidad de restos de spondilus y obsidianas que se encuentran en los alrededores. Estos objetos demuestran el carácter ceremonial del sitio. Con el Dr. Topic visité una “collca” o depósito de granos, bastante destruida por cierto. De forma circular, sus ventanas dan al valle permitiendo la entrada de aire fresco al piso inferior para así conservar a los alimentos que se depositaban en la parte superior.
Retomando el camino hacia la ciudadela nos detuvimos frente al adoratorio de la Piedra Wanka, construida entre tres adoratorios. A pocos minutos de aquel sitio ingresamos a la ciudadela de Markahuamachuco por su Portada Este, de la que sólo quedan las dos jambas o piedras de los lados laterales, bastante estrecha por cierto. Ya dentro del monumento concordé con la opinión de Belaunde Terry: “Marca Huamachuco, de formas libres, que podríamos clasificar bajo el rubro de la arquitectura orgánica;… se inspira en el naturalismo, emplea formas dinámicas, liberadas de la geometría elemental; se guía, como diría Zevi, por sensaciones intuitivas basadas en la realidad de la vida.”
Hay evidencias de ocupación humana en Markahuamachuco desde el 400 d.C. Empezamos el recorrido visitando el sector de Las Torres que, a decir del Dr. Topic, son “chulpas” o monumentos mortuorios. Gracias a su información, pude admirar la conformación de los muros construidos por piedras de diferentes tamaños, grandes, medianas, pequeñas y las llamadas “pachillas” o cuñas, todas unidas por mortero de barro. Pude reconocer una la de las características más saltantes de la arquitectura de los wamachukos, la construcción de las esquinas: una piedra labrada larga colocada en vertical y dos más cortas colocadas en horizontal, constituyendo una particularidad que no se presenta en las construcciones líticas de otras culturas.
De allí nos dirigimos a recorrer los Corrales Nichados. Yo había leído en el libro “Relación de los Agustinos de Huamachuco” (1559): “…tenían grandes corrales y estos tenían por una parte una pared muy alta y tenyan dentro unos hoyos donde hincaban unos palos para hacer las fiestas… ay grandes borracheras, y en todo este tiempo no dejaban de beber, unos caídos y otros levantados, y así celebraban sus desventuradas fiestas”. Estábamos en uno de los lugares referidos. Hay más de 20 de esos “corrales” en toda la ciudadela, unos mejor conservados que otros.
Llegamos a la gran Plaza Ceremonial construida delante del llamado “Cerro del Castillo”, edificio del que se dice, servía de vivienda a la máxima autoridad política, de quien Belaunde recuerda: “…el Príncipe Huamachucu, lejos de intentar estéril resistencia, accedió de buen grado a la incorporación al Imperio de sus bellos dominios, subyugado por la organización y la disciplina incaicas…”. Desde allí, en el horizonte, se aprecian los Apus tutelares: el Shulcahuanca y el Yanahuanca.
Al mediodía ya estábamos frente a la Entrada Oeste, más amplia que la primera. Una doble muralla de aproximadamente 15 metros de alto recorre la ciudadela por varios kilómetros bordeando profundos abismos, envolviendo los edificios que habíamos visitado. Trasponiendo aquella muralla o galería de viviendas, nos dirigimos al lugar más visitado por los turistas: el mal llamado Palacio de Las Monjas. El Dr. Topic recomienda llamarlo “Palacio de las Galerías Circulares”, y yo estoy de acuerdo.
El articulo de Belaunde nos había advertido: “Fuera de este conjunto principal hay otro que a mi juicio es el de mayor interés arquitectónico. Me refiero al Cerro de las Monjas, cuya separación bien marcada, parece insinuar una función especial. Los historiadores han querido encontrar ahí al Acllahuasi y por eso le han dado a sus estructuras curvilíneas la denominación discutible de "conventos".
Malos restauradores tapiaron la entrada principal. Accedemos al edificio por una pequeña puerta. En el interior apreciamos su doble muro perimétrico y los soportes del techo que atestiguan haber sido una construcción de tres niveles. En el área central se hallan diversas edificaciones rectangulares. Las explicaciones precisas del Dr. Topic satisfacen toda nuestra curiosidad.
Acertadamente, refiriéndose a Marcahuamachuco, el ex presidente del Perú escribió: “No tiene el conjunto la densidad de construcción ni la unidad que ofrece Machu Picchu. Pero lo supera en extensión, contrastando el carácter distinto de su arquitectura que posee el muro ondulante o curvo que en "la ciudad perdida de los Incas" no es regla sino excepción. El emplazamiento geográfico, aunque a altitud considerablemente mayor en el conjunto norteño, ofrece marcadas similitudes”.
Hoy, concuerdo con Belaunde Terry cuando tituló a Marcahuamachuco como el “Machu Picchu del norte”,… y espero que el Dr. Topic también.
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He tenido la gran oportunidad de recorrer los restos de la más grande ciudad preinca de la sierra norte del Perú, Markahuamachuco, guiado por el arqueólogo que más la conoce, el Dr. Jhon R. Topic, reforzando mis conocimientos gracias a un artículo del arquitecto Fernando Belaunde Terry. Ambos aportes, uno verbal y el otro escrito, se complementaron para darme una visión integral e histórica del grandioso monumento.
El ex presidente del Perú con mucha razón afirmó: “El Perú es un extenso cementerio de ciudades que, como los hombres, nacen, crecen, decaen y mueren”, yo agrego: Markahuamachuco es una de ellas.
Antes de llegar a la ciudadela, ubicada sobre los 3,750 m.s.n.m. visitamos los “chiles” del cerro Amaru. Son tres pozos ceremoniales que tienen una boca de aproximadamente 50 cm. y que, según Max Uhle que los estudió, tienen forma de botella. Llama la atención la gran cantidad de restos de spondilus y obsidianas que se encuentran en los alrededores. Estos objetos demuestran el carácter ceremonial del sitio. Con el Dr. Topic visité una “collca” o depósito de granos, bastante destruida por cierto. De forma circular, sus ventanas dan al valle permitiendo la entrada de aire fresco al piso inferior para así conservar a los alimentos que se depositaban en la parte superior.
Retomando el camino hacia la ciudadela nos detuvimos frente al adoratorio de la Piedra Wanka, construida entre tres adoratorios. A pocos minutos de aquel sitio ingresamos a la ciudadela de Markahuamachuco por su Portada Este, de la que sólo quedan las dos jambas o piedras de los lados laterales, bastante estrecha por cierto. Ya dentro del monumento concordé con la opinión de Belaunde Terry: “Marca Huamachuco, de formas libres, que podríamos clasificar bajo el rubro de la arquitectura orgánica;… se inspira en el naturalismo, emplea formas dinámicas, liberadas de la geometría elemental; se guía, como diría Zevi, por sensaciones intuitivas basadas en la realidad de la vida.”
Hay evidencias de ocupación humana en Markahuamachuco desde el 400 d.C. Empezamos el recorrido visitando el sector de Las Torres que, a decir del Dr. Topic, son “chulpas” o monumentos mortuorios. Gracias a su información, pude admirar la conformación de los muros construidos por piedras de diferentes tamaños, grandes, medianas, pequeñas y las llamadas “pachillas” o cuñas, todas unidas por mortero de barro. Pude reconocer una la de las características más saltantes de la arquitectura de los wamachukos, la construcción de las esquinas: una piedra labrada larga colocada en vertical y dos más cortas colocadas en horizontal, constituyendo una particularidad que no se presenta en las construcciones líticas de otras culturas.
De allí nos dirigimos a recorrer los Corrales Nichados. Yo había leído en el libro “Relación de los Agustinos de Huamachuco” (1559): “…tenían grandes corrales y estos tenían por una parte una pared muy alta y tenyan dentro unos hoyos donde hincaban unos palos para hacer las fiestas… ay grandes borracheras, y en todo este tiempo no dejaban de beber, unos caídos y otros levantados, y así celebraban sus desventuradas fiestas”. Estábamos en uno de los lugares referidos. Hay más de 20 de esos “corrales” en toda la ciudadela, unos mejor conservados que otros.
Llegamos a la gran Plaza Ceremonial construida delante del llamado “Cerro del Castillo”, edificio del que se dice, servía de vivienda a la máxima autoridad política, de quien Belaunde recuerda: “…el Príncipe Huamachucu, lejos de intentar estéril resistencia, accedió de buen grado a la incorporación al Imperio de sus bellos dominios, subyugado por la organización y la disciplina incaicas…”. Desde allí, en el horizonte, se aprecian los Apus tutelares: el Shulcahuanca y el Yanahuanca.
Al mediodía ya estábamos frente a la Entrada Oeste, más amplia que la primera. Una doble muralla de aproximadamente 15 metros de alto recorre la ciudadela por varios kilómetros bordeando profundos abismos, envolviendo los edificios que habíamos visitado. Trasponiendo aquella muralla o galería de viviendas, nos dirigimos al lugar más visitado por los turistas: el mal llamado Palacio de Las Monjas. El Dr. Topic recomienda llamarlo “Palacio de las Galerías Circulares”, y yo estoy de acuerdo.
El articulo de Belaunde nos había advertido: “Fuera de este conjunto principal hay otro que a mi juicio es el de mayor interés arquitectónico. Me refiero al Cerro de las Monjas, cuya separación bien marcada, parece insinuar una función especial. Los historiadores han querido encontrar ahí al Acllahuasi y por eso le han dado a sus estructuras curvilíneas la denominación discutible de "conventos".
Malos restauradores tapiaron la entrada principal. Accedemos al edificio por una pequeña puerta. En el interior apreciamos su doble muro perimétrico y los soportes del techo que atestiguan haber sido una construcción de tres niveles. En el área central se hallan diversas edificaciones rectangulares. Las explicaciones precisas del Dr. Topic satisfacen toda nuestra curiosidad.
Acertadamente, refiriéndose a Marcahuamachuco, el ex presidente del Perú escribió: “No tiene el conjunto la densidad de construcción ni la unidad que ofrece Machu Picchu. Pero lo supera en extensión, contrastando el carácter distinto de su arquitectura que posee el muro ondulante o curvo que en "la ciudad perdida de los Incas" no es regla sino excepción. El emplazamiento geográfico, aunque a altitud considerablemente mayor en el conjunto norteño, ofrece marcadas similitudes”.
Hoy, concuerdo con Belaunde Terry cuando tituló a Marcahuamachuco como el “Machu Picchu del norte”,… y espero que el Dr. Topic también.
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