sábado, 8 de enero de 2011

EL CANTO DEL ZORZAL Y LA POLÍTICA CULTURAL DE CONTUMAZÁ

Por: Diómedes Morales Salazar *
diomedes_prensa@yahoo.es

Con el recital poético "El canto del zorzal, entre ponchos y sombreros", de Eliseo León Pretell, realizado en Contumazá el pasado 11 de Diciembre, nacen, en mí, algunas ideas prácticas sobre la política cultural que es necesario elaborar a corto, mediano y largo plazo; y que, ahora, es menester intercambiar no sólo con los alcaldes y regidores de cada uno de los distritos de la provincia, sino, también, de todos y cada uno de los trabajadores del arte, la literatura, la artesanía, el turismo, el medio ambiente, la educación estatal y privada, la pequeña y micro empresa y, en general, con todos los habitantes del campo y la ciudad que se sientan ser parte integrante de este gran proyecto, pues la cultura jamás ha estado al margen de la economía y la política en su largo devenir histórico de transformación social.
Y la primera idea que debe asumir nuestra conciencia social, es el deber de rescatar y revalorar a nuestra idiosincrasia cultural, basada en la rebeldía innata y la ironía sacrosanta que la caracterizan; la cual, obviamente, debido al lastre republicano de la emigración del campo a la ciudad, está en nuestros genes no sólo interdistritales, sino también interprovinciales y regionales, como lo demuestra la práctica de ese divorcio geográfico entre Contumazá y Cascas, que debido a la mediocridad intelectual y política de los gobernantes de turno, a partir de 1990, olvidando que ambos distritos están hermanados por la sangre y por el acervo cultural de 120 años de convivencia provincial, hicieron posible dicha separación; y que, ahora, pese a quien le pese, ni uno ni otro distrito pueden negar nuestro parentesco sanguíneo, social y cultural; así como no se puede negar nuestro vínculo familiar con las provincias de La Libertad con que limita Contumazá.
La primera idea práctica y fácil de ejecutar por las municipalidades de Chilete, Toledo, Guzmango, San Benito, Cupisnique, Yonán, Tantarica y Contumazá, es reconocer las casas de la ciudad y el campo donde nacieron y vivieron, a lo largo de la vida republicana, las personalidades más representativas del arte, la literatura, la ciencia, la historia, etc., etc., distinguiéndolas con sus placas recordatorias, como debe ser; para iniciar así el largo camino de revalorar a nuestros escritores, artistas, científicos y héroes independentistas en general, que siendo ya parte indesligable de nuestra idiosincrasia cultural, están todavía marginados y olvidados. Tarea con la cual, además, se promueve el turismo artístico, literario, histórico y científico entre los estudiantes del lugar y los visitantes en general.
Pero las municipalidades deberán también expropiar las viviendas de quienes cuyo prestigio histórico, nacional e internacional, es necesario convertirlas en museos culturales (como, por ejemplo, en Guzmango, la casa de Abundio Sagástegui Alva, uno de los tres botánicos más importantes del mundo; en Contumazá, la casa de Eduardo Pretell Zárate, médico de prestigio internacional; de Mario Florián Díaz, poeta traducido a diferentes idiomas y uno de los más importantes aedas peruanos del siglo XX; del arqueólogo Walter Alva Alva, prestigiado internacionalmente por sus descubrimientos del Señor de Sipán; y, por supuesto, las del primer poeta andino contumacino, Fidel Zárate Plasencia, y de Marco Antonio Corcuera, entre otros; en Chilete, la casa de su primera poeta, María Alva

Rodríguez; en San Benito, la del poeta César Adolfo Alva Lescano; haciendo lo mismo con las viviendas de las personalidades de Toledo, Cupisnique, Yonán y Tantarica), priorizando así nuestra identidad cultural.
Toca aquí decir algo sobre la vivienda campesina de Eliseo León Pretell, cedida de buena voluntad por sus familiares el día de la visita a Silacot como parte del recital poético indicado, para convertirla posteriormente en Museo Cultural; para cuya realización práctica, en mi opinión, lo más lógico es que previamente se organice una Fundación Cultural denominada "Eliseo León Pretell", donde, para su administración, esté involucrada la familia del poeta y todos los silacotinos que de buena gana quieran trabajar por la cultura en este Caserío. Pues, si ya el centro educativo de ese lugar lleva su nombre, gestionado por los profesores y padres de familia, es justo que ellos y los alumnos se involucren también en este gran proyecto cultural.
Además, este ejemplo ha seguir, debe ser imitado por todos los caseríos que conforman la provincia. Así, por ejemplo, referente a Contumazá, en Cosiete la escuela
debe llamarse "Tío Lino León"; en Salcot, sin duda alguna, debe llamarse "Abel (Poncho) Castillo Zárate"; en Chanta, "Armando Revoredo Iglesias", nuestro émulo de Jorge Chávez; etc., etc., para que así, enseñando en los colegios quienes son en realidad las figuras más emblemáticas de la cultura oral y escrita, se vaya transformando la conciencia social hasta alcanzar en la práctica nuestra idiosincrasia cultural. Pero, además, hay que preguntarse si los nombres de las calles y de los centros educativos e institutos superiores existentes en nuestros distritos y caseríos de la provincia, concuerdan o no con nuestra idiosincrasia cultural o es menester cambiarlos, como se deben cambiar las costumbres y tradiciones negativas y mantener las positivas; pues la sociedad que aspiramos, democrática y participativa, no tiene nada que ver con el pasado vergonzante y sí mucho con el devenir histórico de la transformación social.
Otro de los aspectos a tener en cuenta, es la obligación municipal de erigir la Plazuela de la Cultura en la capital de la provincia y en cada uno de los distritos que la constituyen, donde deben estar los bustos de las figuras más emblemáticas del lugar. Asimismo, el turismo cultural exige, como se da ya en otras partes del Perú, que las personalidades más representativas del arte, la literatura, la historia y la ciencia (y en mi opinión, todos los trabajadores de la cultura en general, como tiene derecho cualquier hijo de vecino), estén enterrados en el Cementerio General de su lar natal, y no en otro sitio; pues ellos, como hijos predilectos e ilustres de sus pueblos, de acuerdo a su valor y calidad cultural, sirven también de atractivo turístico de gran envergadura.
Política cultural municipal es también crear y mantener el Fondo Editorial para publicar las obras literarias, históricas y científicas de ayer, hoy y siempre, para promocionarlas a los lectores a precios módicos. Además, las bibliotecas y el Plan Lector deben ser esencialmente regionalistas, con textos trabajados para este fin en los diferentes niveles educativos. Asimismo, se debe organizar eventos artísticos, literarios, científicos y artesanales, como ferias del libro, de carácter regional y nacional, por ser de vital importancia para la industria, el comercio, el turismo y la promoción cultural. También, así como cada municipalidad tiene (o debería tener) en su salón consistorial los cuadros fotográficos o pinturas de sus alcaldes que conforman su historia municipal, es necesario formar las hemerotecas artísticas, literarias, históricas y científicas con las figuras más representativas, pues son ya parte insustituible de la promoción cultural.
Finalmente, el trabajo artístico, literario, artesanal, turístico y cultural en general, requiere de organización, disciplina y profesionalización, que se alcanzan sólo con la experiencia cotidiana de la vida; y que, en el transcurso de ella, a partir del trabajo personal, surge la necesidad del trabajo grupal. Es así como se forman los grupos literarios y artísticos, donde recién aparecen las inquietudes de trabajar por una política cultural involucrando a instituciones similares, sociales y municipales para que uniendo esfuerzos materiales y espirituales, se elabore al fin dicha política cultural. Por eso es necesario trabajar en estos niveles de organización; y, también, sería conveniente ir pensando ya en un próximo evento provincial de carácter cultural para ahí mejorar o corregir estas ideas que aún son sólo eso: ideas sobre la política cultural de Contumazá.

* Diómedes Morales Salazar (Contumazá, 1956). Escritor y periodista de oficio. Actual Presidente fundador de la Asociación Cultura y Sociedad "Alfarero". Publicó en marzo de 1981 el poemario "No intenten sobajarme con quizás". Pertenece al Grupo Literario "Greda" desde 1984. En 1996 publicó el poemario "Perduransias", y en abril del 2010 editó el libro de cuentos "El balde de agua y otros cuentos". Está dedicado a la investigación de la literatura contumacina, por lo que ha publicado ya varios artículos de opinión de esta índole. Edita, además, la Revista de Cuento y Poesía "Alfarero", donde publica a escritores del Norte en general.

0 comentarios: