sábado, 26 de febrero de 2011

CORREO DE SALEM: CHELA ZÁRATE ESCRIBIENDO EN EL MALECÓN DE PACASMAYO

Por Eduardo González Viaña
egonzalezviana@gmail.com
http://www.elcorreodesalem.com/

Esta noche, he soñado con mi puerto de infancia, Pacasmayo. Tendría yo doce o trece años, y caminaba por la plaza de armas que por entonces era para mí gigantesca.
Solamente me seguía una perrita llamada “Lupa” que pertenecía a la familia Zárate. Con ella detrás, avancé hacia el malecón que da a la playa. Lo hice por la primera cuadra de esa calle, y vi que Chela Zárate salía de su casa también en dirección hacia la playa.
Se sentó sobre una de las bancas rojas de ese paseo marítimo con un cuaderno negro en el que estaba escribiendo algún texto. Aprovechando de que yo era un niño invisible en mis sueños, me acerqué tras de ella para tratar de leer lo que decía.
Chela Zárate estaba escribiendo poesía, y eso era extraño en una chica de ese tiempo. Quizás componía una canción que más tarde se llamaría “Callecita azul" y que mucho tiempo después, sería un vals finalista en un concurso nacional de la canción peruana de Panamericana Televisión.
Tal vez en mi sueño le pregunté "¿por qué se escribe poesía?". En la escuela me habían enseñado que todo ya se había escrito, se había pensado o se había hecho. ¿Por qué entonces una muchacha en plena mitad del siglo XX se decidía a hacer algo tan innecesario?
La perra “Lupa” movió la cola en gesto desaprobatorio. Por mi parte, me alejé de allí, recorrí el mundo y cambié de sueños, y acabo de despertar en mi lecho en una ciudad norteamericana muy lejos de allí.
Mi sueño era por supuesto una memoria infantil de mi pueblo y, sobre todo, de mi prima Chela. En este instante, continúo pensando en ella. Recuerdo que después se hizo maestra, escribió poemas para los niños, se convirtió en una seria consultora académica y, en los últimos años, recorrió las escuelas del Perú como una promotora de la lectura tenaz y empeñada en que las escuelas fueran de verdad escuelas y en que los niños se hicieron más niños y más hombres a través de los libros.

"Gira, gira, gira
el pajarito pinto
haciendo un
zzzummm,zzzummm
en su loco pico."

"Zzzzzzzzummm, zummm,
el viajero mago
liba con fruición
el néctar del amor..."


En ese Pacasmayo, puerto de nuestra infancia, su imaginación se alimentó de aires marítimos, de faros bisbiseantes, de cerros misteriosos y de la visión espléndida de un océano que nunca termina. ¿Cómo no ser poeta si se vive en medio de esos sueños? ¿Cómo no ser poeta si se siente que el loco, inconcebible universo termina allá afuera, detrás del océano, pero comienza aquí mismo, aquí adentro de nosotros mismos?
Chela acaba de fallecer. En el Perú es ahora verano. Aquí lejos, en Salem, en pleno norte del norte del continente, está nevando. Aquí, la recuerdo y le agradezco. Gracias a ella por escribir poesía y por hacer eternos esa callecita azul y ese pequeño pueblo que estarán presentes para mí hasta el último día de mi vida.
Ahora, Chela se ha ido a descubrir el cielo, a constatar que el cosmos comienza en nosotros, y que Dios está dentro de nosotros en la mitad de un sueño y acaso caminando al lado de una perrita llamada Lupa.
Anoche soñé que estaba en mi pueblo de infancia, y que bajaba al malecón por una callecita azul. Por allí se ido Chela al horizonte, a caminar, a soñar y a continuar escribiendo poesía para niños.
No la interrumpamos. Ahora ella está soñando con nosotros.

1 comentarios:

segundo cobian dijo...

Estimado Eduardo, leer este relato, me ha permitido acompañarte en su desarrollo, por esas subidas y bajadas del hermoso puerto de Pacasmayo, su malecón cuyas noches iluminaban mi niñez también, el cine gratis frente a la iglesia en la pared de un almacen que mas tarde se incendió, me da gusto saber que hay quienes como tu hacen que los momentos vividos sean experiencias presentes como la mía. un abrazo
segundo agustin (RED LIBRE)