jueves, 19 de mayo de 2011

LAS LOMAS COSTERAS DEL CERRO CAMPANA

EL APU DE LAS LOMAS COSTERAS Y SUS MARAVILLAS

Por Víctor Corcuera Cueva (*)
peruguide@hotmail.com
http://larutamoche.blogspot.com/

El pasado sábado 13 de mayo, fui invitado por Percy Valladares a caminar por las Lomas del Cerro Campana. Este día lo habia reservado para acampar en el Alto de la Guitarra - allá donde el cosmos está interpretado en el Arte Rupestre milenario-, pero la invitación venia de un amigo que desde que tiene uso de razón camina bajo el amparo del Apu Campana, además el Cerro Campana es uno de los Apus del Valle Moche que por sus características topográficas es un hábitat por excelencia de la biodiversidad de las “Lomas Costeras”. Por lo tanto no podía darme el lujo de rechazar tan distinguida deferencia. La víspera recopilaría la información necesaria más el equipo de desierto, cenar pastas y activar el despertador; sin olvidar de dejar el alimento listo para las gatas “samuráis”. Al siguiente día a las siete de la mañana estaríamos partiendo desde Huanchaco, el equipo estaría dirigido por el Bibliotecario Percy Valladares y el Biólogo Carlos Quiroz.
Nuestro amigo Paul Córdoba nos daría un empujón en su poderosa 4X4 para luego continuar a pie. Al sur oeste, a nuestras espaldas, se iba alejando el litoral de Huanchaco – y con el - su templo colonial. Frente a nosotros el Apu se divisaba entre las nubes desveladas por el viento marino. Al primer kilometro y después de la introducción magistral de Carlos se dibujaría ante nosotros un manto de “Achupallas” (Tillandsia latifolia). Carlos nos ilustraría las características de esta especie y de otras que habitan sobre los 150 m.s.n.m. Las gotas del rocío se resbalan por las hojas, formando bebederos naturales para las lagartijas y otros animalitos. Cada diez metros el telón natural se abre para mostrarnos más bellezas; huellas diminutas de reptiles, aves, mamíferos, insectos y arácnidos van apareciendo.
- A ver, si deja huella de uña es de perro o zorro, sino es de puma. Nos explica Percy
- ¿Entonces hay pumas aun por estas Lomas? Pregunto emocionado.
- Así es, ya en otras ocasiones hemos registrado huellas de felinos que por sus dimensiones indican que son de Puma. Exclama Carlos, que a medida que preguntamos él se apasiona mas.
De esta manera vamos aprendiendo a diferenciar las huellas de la mastofauna. A medida que avanzamos afloran sobre la arena fragmentos de cerámica que por sus características se asocian a las Civilizaciones que emergieron de la arena.
- En otras oportunidades he traído a arqueólogos para que vean estos vestigios e informado al INC, dándole las coordenadas debidas pero no se han pronunciado, han regresado solos después, con la información que les di. Todo sigue en abandono, pronto va desaparecer cuando estas áreas se conviertan en monocultivos industriales. Nos comenta indignado Carlos.
El GPS señala que estamos a 176 m.s.n.m. y sobre una colina se divisan figuras esquemáticas que llaman nuestra atención. Carlos nos comenta que son geoglifos hechos de adobe por Civilizaciones antiguas y que se han salvado del paso de motos y camionetas que transitan por allí. Particularmente me siento atraído por estas figuras, pues se parecen iconográficamente a los Geoglifos de la “Quebrada Santo Domingo”. Después de registrarlas y con la intriga de su antigüedad retomamos la exploración y nos adentramos en el manto de “achupallas” que se tupe a medida que avanzamos. Nuestros pasos crujen, las plantas secas friccionan entre la arena, nuestras huellas van paralelas al de “coralillos” (Elapidae) y “sancarrancas” (Bothrops barnetti .Estamos ya cerca a los 300 m.s.n.m. y llegamos al “atrapa niebla”, curiosa herramienta elaborada por Carlos Quiroz. Esta permite monitorear la humedad que después de un sofisticado proceso el agua cae gota a gota un recipiente. El tiempo y probablemente algún individuo, han dañado este “atrapa niebla”. Alzamos la mirada, el viento desvela al Apu y este se muestra en todo su esplendor mientras que dos águilas sobrevuelan, nos saludan y se retiran. Bajamos las miradas y una gran hoyada de unos cien metros de profundidad agudiza las sensaciones. Pareciera que en otro tiempo la cuneta natural fue bloqueada intencionalmente para formar una especie de “represa”, el tiempo y la arena lo han ha cubierto, formando una gigantesca barrera de arena. Impresionado por el paisaje, imagino el lugar con senderos interpretativos y personas caminando, aprendiendo de la sabiduría de la naturaleza, de las Lomas Costeras.

Carlos y Percy nos llevan a ver el lecho seco de una caída de agua, a la cual han bautizado con el nombre de “el candelabro”. La pasión de Carlos por las manifestaciones culturales de nuestros antepasados lo lleva a inferir que es un gran petroglifo de la misma forma del “candelabro” ubicado en la península de la Reserva Nacional de Paracas. Lo curioso es que en la parte inferior de este “candelabro” existe una estructura en piedra tallada. Esta estructura esta adosada a una gran roca orientada hacia el norte y que conecta en línea recta el lecho vertical de la caída de agua. Por sus características estructurales denota su función ritual asociada al agua, pero lamentablemente el lugar ha sido víctima del saqueo. Restos de osamentas, de cerámica y restos de envases de conservas de atún se encuentran esparcidos por el área arquitectónica. Con indignación registramos el recinto y nos apoyamos sobre la roca madre para ingerir nuestra sabrosa lonchera de desierto.
Durante el almuerzo, una lagartija se acerca sin ningún temor. Nos sorprendemos de su osada actitud, esta hace su festín con las moscas que han venido por el olor de las frutas. Para este personaje de 15 centímetros (incluyendo la cola) no hay mosca que se le escape. Ella se convierte en la protagonista de los comentarios, y como adivinando nuestras conversaciones se extiende sobre una piedra para tomar sol y dormir su merecida siesta. Entre carcajadas retomamos la ruta en dirección NE. Ascendemos unos ochenta metros, esquivando los “cola de zorro” llegamos a una explanada desde donde se divisa el “Valle de los gigantones”.
- ¡Esos gigantones tienen mínimo sus cien años! Exclama emocionado Carlos.
- ¿Y vamos por allá? Le pregunto inquieto.
- ¡Así es Nómada! Confirma Percy.
Descendemos en “zigzag” para evitar fortuitos accidentes, no es muy agradable caer sobre un cactus “cola de zorro”. Este Valle ha sido bautizado así, por ser hábitat de una importante población de cactus “Gigantón” que tienen una altura promedia de seis metros. El “zapote” y el “palo verde” con sus leñosos troncos forma parte también del marco natural de este Valle. Nos paramos cerca a estos “gigantones” y en realidad nos damos cuenta que somos enanos.
- Por aquí vamos a tomar el camino de regreso, un par de kilómetros y estaremos en la parte baja del “tapón” de arena. Nos indica Carlos.
Sobre nosotros la neblina empieza a cubrir al Apu de las Lomas. El viento nos refresca, tomamos un camino curvo y bordeado paredes de granito que nos conduce hasta la “laguna seca”. Seguramente la lluvia en épocas del “Niño” debe haber llenado esta área formando una represa natural. Un oasis en medio de dunas de arena, ¡Que placer!
Frente a nosotros divisamos galpones para pollos, un poco más al sur emerge entre el horizonte de las “achupallas” el tempo colonial de Huanchaco. Atrás de nosotros las nubes cubren el gran Apu. El viento hace bailar las sombras de las “achupallas”.
¡Hemos caminado 20 km! La visita fue productiva, el haber conocido lo que este cerro cobija y gracias a las explicaciones de dos personas involucradas en su protección, me impulsa escribir esta crónica de viaje. Un primer gesto para compartir pero también para exhortar a los organismos competentes en agilizar la protección de las “Lomas costeras” del cerro Campana. Pero para amar hay que conocer por lo que urge que la población, estudiantes y profesionales de diferentes disciplinas se involucren en la investigación y difusión de la importancia ecológica de este relicto ubicado a solo 6 Km. del Distrito de Huanchaco.
Texto y fotografías:
Víctor Corcuera Cueva

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