miércoles, 24 de abril de 2013

Importante mea culpa de exmilitar

Por: Segundo Llanos Horna

En la antesala del debate en el Congreso de la República de la denominada “Ley del Negacionismo”, resulta trascendente que el teniente EP (r) Collins Collantes Guerra, condenado a 14 años de privación de la libertad por participar en la detención y desaparición, en la base militar de Pampa Cangallo (Ayacucho), de cuatro personas por él detenidas, manifiestamente arrepentido, haya pedido perdón a los parientes de éstas.
“Les pido perdón por la desaparición de sus familiares. Me ordenaron detenerlos y traerlos. Yo ya estoy pagando mi culpa”, confesó, al borde del llanto, tras ocho años de cumplimiento de la sentencia, quien fuera jefe de la patrulla que aprehendió a los campesinos Manuel Pacotaype Chaupin y Marcelo Cabana Tocno, alcalde y teniente gobernador de Chuschi, respectivamente, junto con el ciudadano Martín Cayllahua Galindo y el niño Isaías Huamán Vilca, y los entregó al comandante de la base militar, Teniente coronel Mario Caldas y el jefe de Inteligencia Marco Aguilar que hizo la lista.
El mea culpa de Collantes Guerra se registró el viernes último en circunstancias que los jueces de la Sala Penal Nacional inspeccionaban, acompañados de los deudos, las instalaciones del centro de detención clandestina y tortura de personas sindicadas como terroristas del grupo subversivo Sendero Luminoso. Informar sobre esto – en ejercicio de los derechos a las libertades de información, prensa y/u opinión- podría, desde una perspectiva del “negacionismo”, incurrir en ilícito penal y ameritar represión legal por el Estado.
Según ha trascendido del proyecto de ley respectivo, la norma propondría pena privativa de la libertad hasta por doce años “a quien públicamente repruebe, justifique, niegue o minimice los delitos cometidos por integrantes de organizaciones terroristas”. Se tiene entendido que, en el país calificaron como tales Sendero Luminoso y el MRTA; pero la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha inventariado hechos como los protagonizados por los citados militares. Algunos, como el teniente (r) Collantes Guerra, purgan prisión con gravísimos cargos.
Los infinitivos verbales reprobar, justificar, negar y minimizar podrían prestarse a sesgadas interpretaciones de los jueces que –como es el caso emblemático de Manson Urbina- evidencian escasa idoneidad e inclinación hacia intereses non santos. Hay consenso en los especialistas respecto a que la aplicación de leyes de esta índole como ocurre con la referente al delito de apología del terrorismo, resulta peligrosa y, en determinada circunstancia, un arma represiva de los derechos de información, prensa y opinión contenidos en la Libertad de Expresión del Pensamiento.
En el caso del terrorismo, se reconoce que, también desde el Estado, se promueven organizaciones terroristas como los tristemente célebres comandos Rodrigo Franco y Colina. Si la finalidad es evitar la insurgencia de grupos de fachada como el Movadef, la bautizada como “Ley del Negacionismo” es incongruente con la verdadera democracia. En el Perú hay muchos precedentes a considerar en un debate esclarecedor. Por ello he traído a colación el mea culpa de un militar de la antisubversión y evocado la instrucción premilitar en la que se nos decía que las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones, porque el responsable es el superior que las imparte.
Debemos reconocer, por otro lado, la precaridad de nuestros legisladores que, en su mayoría, carecen de los prerrequisitos para impulsar leyes que, en su fondo y forma, faciliten una recta administración de la justicia.

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