lunes, 7 de octubre de 2013

Racismo íntimo

Por: Jorge Bruce 
El odio racista contra Magaly Solier, abundantemente expresado en la página web del diario Perú.21 por varios de sus lectores, no debe ser tomado a la ligera. La cantidad, descontrol e intensidad de esos ataques son indicadores de un mal que todavía corroe lo más íntimo del vínculo social entre peruanos. Entiéndase “lo más íntimo” tanto en el sentido de hondo y personal, como en el sexual. 
La ola de repulsa racista se detonó ante este intercambio: ¿De qué manera cambió tu vida la maternidad? ¿No aceptarías hacer determinados roles en las películas luego de ser madre? “Estoy feliz porque ser madre es otra cosa y ahora tengo que pensar en todo lo que me rodea. ¿Qué no aceptaría? No haría desnudos, a menos que me paguen bien y sean justificados. Además, no hay nada que mostrar, ni teta, ni trasero… solo hay talento”. 
Como balazos, aparecieron mensajes de este tipo, que la revista Hildebrandt en sus Trece publicó bajó el apropiado título de “País de complejos”: “¿Y qué tienes para mostrar? Wanaca porque no te regresas a tu tribu a rascar la tierra.” En una sola frase se descalifica su belleza, se la animaliza y exige que regrese al campo. Pero también asoma el miedo en la pregunta: “¿Y qué tienes para mostrar”? Casi todos los insultos coinciden en ese terror (negado): “A nadie le interesa ver un cuy caviar (sic) desnudo.” “La chica que ayuda en la casa está más ricotona que esta llama flaca. Arranca atorrante, quién va a querer verte calata??? Fuira pedorra” “Jajaja que repugnante ver a una auquénida metamorfoceada (sic) calata!!!” “Si con ropa eres para correr, sin ropa ver su asnasiqui… va a dar pesadillas y arcadas” “Bacán, pero te afeitas esa papa” 
De este selecto grupo de expresiones de odio ancestral hacia los peruanos del mundo andino se pueden colegir algunas cosas en estas breves líneas: El racismo tiene un componente sexual fulminante. El terror a la mujer se ve potenciado por ser el sexo de una persona atractiva, talentosa y orgullosa de su pertenencia al campo y la cultura de Huanta. 
Aceptar que esa mujer quechuahablante pueda ser deseable y, peor, que sea más exitosa que ellos por su talento y valía personal, enloquece a estos hombres inseguros que entrarían en pánico frente al cuerpo desnudo de Magaly. El deseo los dejaría a merced de su miedo y los reduciría a la condición de unos niños confundidos y asustados. 
Por eso la violencia de sus reacciones, alimentada por el racismo que les sirve como baluarte contra ese pavor. Tal como lo señala la citada revista, el diario descontextualizó la respuesta de la Solier en su titular: “No haría desnudos a menos que me paguen bien”. Relean y comparen. 
Luego, dejó esos insultos abyectos y promotores de violencia racista contra las mujeres durante varios días. Sin embargo el pie de página advierte: “Peru21.pe se reserva el derecho a eliminar los comentarios que se consideren fuera de lugar y/o que puedan atentar contra las políticas internas de la empresa, sin necesidad de comunicación previa al usuario.” ¿Permitir el odio racista y sexista es política de la empresa?

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