miércoles, 23 de abril de 2014

El fanatismo religioso no es de ahora

El fanatismo religioso no es de ahora sino de tiempos que ha generado incluso conflictos bélicos, holocaustos, asesinatos y actos terroristas, explicó la doctora en psicología y docente universitaria Mirtha Fernández Mantilla, decana del Colegio de Psicólogos de La Libertad. 
Declaró que cuando hablamos de fanatismo religioso, estamos hablando de hombres fanáticos que se ven influenciados bajo las grandes religiones que les llevan a hacer actos que van en contra hasta de su propia religión al actuar no bajo la fe sino bajo la obsesión hacia sus creencias. 
Fernández Mantilla explicó que el fanático es una persona con poco razonamiento para justificar y defender sus creencias mediante la agresión o juzgando a los demás como herejes. Este es el caso delal reciclador Roque Hernán Castillo Leiva (38) que sacrificó en un ritual religioso a toda su familia matando a uno de sus hijos. El se creía un elegido y que Dios lo había comprometido para salvar al mundo, a costa de su mujer y sus cinco pequeños hijos, afirmó la decana de los psicólogos liberteños. 
Indicó que el fanático no acepta consejos ni modificaciones, le es difícil cambiar de mentalidad, no evoluciona, ve la vida de un modo diferente, recurre a todos los medios con tal de triunfar, alimenta un celo inquisitorio y actúa como fiscal creyendo ser juez de la verdad absoluta. 
El fanático religioso es incapaz de admitir y de aprender de los otros generando una sociedad anclado en un tiempo y una forma fija de ver las cosas. Hay casos que encontramos que el fervor religioso es explotado por líderes irreligiosos para poyar la guerra y el terrorismo. 
Además cree poseer la verdad de manera tajante afirma tener todas las respuestas, en consecuencia no necesita ni acepta las criticaras de otro, es un enemigo de la libertad, se encierra en si mismo y no avanza adopta con sendurismo exacerbado. 
El caso del enajenado
Roque Castillo en su enajenada actitud llevó a su esposa Victoria Arias Sotelo (27) y a sus hijos, Kity (9), Kety (8), Katy (7), Roque (2) y Sneider de dos meses, hasta una alejada cantera en Alto Trujillo, en El Porvenir. Cargando una cruz de madera, una Biblia y una botella de agua, abandonó hace una semana su casa en la calle. 
Al llegar al lugar elegido, inició el calvario para sus familiares al negarles comida, agua y vestido. Debido a la falta de alimentación, Victoria y sus hijos fueron debilitándose, pero a Castillo Leiva parecía no importarle. Tampoco se alimentaba y se “bañaba” con tierra. En un descuido la pequeña Katy escapó, y tras caminar varias horas, fue encontrada por trabajadores de la cantera.

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