miércoles, 27 de agosto de 2014

Mal entender la educación inicial universal de calidad

Alfie Kohn se pregunta a propósito del llamado del Presidente Obama por universalizar la educación inicial de calidad ¿basta prometer educación de calidad para asumir que todos estamos entendiendo lo mismo? Para unos, se interpreta como educación de alta intensidad, procurando acelerar las habilidades a desarrollar en la escuela desde la infancia. Obama dice “hay que empezar a la menor edad posible” a “equipar a nuestros ciudadanos con las habilidades y entrenamiento” que requerirán el día que las necesiten para su trabajo. 
Este énfasis en una reforma que acentúa la competitividad global y formación de futuros trabajadores se extendería ahora a niños que apenas han dejado los pañales. 
El NYT editorializa diciendo que hay que articular el PK con K de modo que los niños de 4 años no pierdan su buen momento para aprender porque deben prepararse para un currículo con estándares exigentes que aseguren que se alcanzará el nivel internacional en matemáticas, comunicación y ciencias. 
El problema es que para lograr un aprendizaje relevante en los niños se está apelando a métodos que son contraproducentes porque están diseñados para la enseñanza directa de habilidades y a la repetición de hechos, herencia del conductismo que entiende que los niños son receptores pasivos del conocimiento que les imparten desde fuera, con escasas oportunidades para investigar y hacer preguntas que los intriga. En vez de descubrimiento y exploración se les entrena para estar sentados callados y escuchar, memorizar listas de letras, números y colores. Su éxito o fracaso es monitoreado, cuantificado y reforzado con estímulos de tipo palo y zanahoria para que produzcan las respuestas correctas, contrariando décadas de investigación que dice que eso no funciona, e inclusive puede ser dañino.
En suma, universalizar la educación inicial de calidad solo alcanzará el objetivo de la equidad si se utilizan los enfoques educativos apropiados que lejos de ser conductistas y academicistas, deben ser más progresistas, estimuladores de la curiosidad, inteligencia, creatividad y pensamiento crítico. En palabras de Lilian Katz, reconocida autoridad mundial en infancia, “tenemos la tendencia a sobrestimar a los niños académicamente y subestimarlos intelectualmente", por lo que una escuela excesivamente rigurosa puede ser totalmente estéril.

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