miércoles, 22 de octubre de 2014

Crisis de la anchoveta: la historia se repite

Por Carlos A. Bocanegra García
 
Era el año 1972, el Perú, se convirtió en el primer país pesquero del mundo, debido a la extracción del recurso natural marino “anchoveta” que alcanzó 14 millones de toneladas en esa época, al extremo que se consideró como uno de los “milagros” de la economía peruana, como se considera ahora a la minería, pero la diferencia sustancial es que mientras el primero es recurso renovable el segundo es no renovable, sin embargo tienen en común el hecho que terminan ambos agotándose por el mal manejo en el caso de la anchoveta que no reconocen los límites de la naturaleza y el segundo que no respeta el entorno natural y social. 
Ambas actividades demuestra la política extractivista del modelo económico que nos rige, muy lejos de los slogans de sustentabilidad ambiental, responsabilidad social, etc, etc. Actualmente se ha desatado una alarma por qué según el informe del Instituto del Mar del Perú (debería llamarse Instituto de la anchoveta), no hay anchoveta en la costa del Perú, la biomasa encontrada es de 1 400,000 toneladas, es decir casi nada; pues según el Imarpe para asegurar la renovación del stock, la biomasa debería estar por encima de los 6 millones de toneladas y cuando se encuentre a nivel de 4 millones nunca se debe descender por el riesgo de su disminución dramática para su sostenibilidad. Hecho comparable con lo registrado en el año 1972 y que demoró 15 años recuperarse después del “boom” pesquero, con los impactos negativos en el ecosistema marino (muerte de aves guaneras, lobos y ausencia de otras especies de peces), caída de la economía del sector pesquero, desocupación y demás problemas sociales. 
Es increíble que se haya perdido la memoria individual y colectiva. Cómo se explica este fenómeno de crisis no solo ecológica, climática, sino también de origen humano. El año 1972 y el 2014, tienen en común los siguientes eventos y hechos: 
En ambos años se manifestó el evento o fenómeno “El Niño” con la elevación de la temperatura superficial del mar en 1972 se llegó a anomalías de + 4.2 °C en los meses de noviembre y diciembre, mientras que ahora en mayo del 2014 la anomalía fue de + 3.6°C. En ambos casos las temperaturas siguieron un patrón de elevación y luego de normalización hasta completar su ciclo el evento "Niño”. Sin embargo, ahora estamos ante un hecho complicado por decirlo de alguna manera, nos encontramos en la estación primavera verano, es decir con temperaturas que no disminuirán, sino por el contrario aumentarán hasta probablemente marzo del 2015, es decir no tendremos recuperación de la biomasa de anchoveta, continuará la muerte de las aves y lobos marinos y la economía pesquera se caracterizará por su colapso, desocupación para cerca 300 mil familias de pescadores que viven de este importante recurso marino que se encuentra restringida a las aguas muy superficiales cuyo reclutamiento (ingreso de peces jóvenes) a la pesquería se produce entre diciembre y abril, provenientes del desove principal de los meses de invierno ( estación que no fue normal este año). 
En conclusión nuevamente la insensatez de los grandes industriales, la complacencia de los gobernantes y el silencio cómplice de las instituciones tutelares y científicas están conduciendo al colapso de la pesquería de la anchoveta, cuya nula disponibilidad es atribuida a factores que se han sumado como son: Las condiciones climáticas anormales (“El Niño”), la sobreexplotación (para nada sirvió el Decreto Supremo 005-PRODUCE que prohibía la pesca dentro de las 5 millas), que ridículo se dieron “vedas” por 48 horas, y la poca anchoveta que se pegó a la costa en el mes de julio fue capturada por presión de los grandes industriales y lobbys de los congresistas cuyas consecuencias ahora las estamos pagando.
Finalmente, es tiempo de incorporar la variable cambio climático en los planes económicos y de desarrollo a fin de estar preparados para enfrentar fenómenos que serán cada vez más recurrentes y asumir con responsabilidad las lecciones pasadas, de que vale ser un país megadiverso si dependemos solo de unos pocos recursos como es el caso de la “anchoveta”.

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