sábado, 3 de abril de 2010

Matan a decenas de pelícanos en playas y venden su carne como si fuera de pato

En Santiago de Cao, en La Libertad, cazadores furtivos aniquilan decenas de estas aves que están en peligro de extinción.

Ascope; La Libertad (El Comercio).- El olor a muerte se mezcla con la brisa del mar. “Por acá debe estar lo que buscamos”, dice Carlos Quiroz, el biólogo que en el 2007 se enteró de que en las playas de Santiago de Cao, en la provincia liberteña de Ascope, a los pelícanos se los apreciaba no precisamente por su vuelo, sino por su carne. Esto los había convertido en presa de cazadores indiscriminados.
“Mira lo que hacen con estos pobres animales”, dice Quiroz y señala lo que vendría a ser un cementerio de pelícanos. En el 2007 encontraron un lugar similar, pero en el que yacían más de 100 pelícanos en pleno proceso de descomposición. Ahora hemos hallado los restos de unas 30 aves descuartizadas y escondidas entre matorrales.
La manera como mueren los pelícanos es cruel. La estrategia es la siguiente: a cada animal que se caza se le quita el pecho (alrededor de un kilo de carne) y luego el resto se lo deja secar hasta que pueda ser usado como señuelo. Para ello lo rellenan con pasto seco y lo colocan sobre palos en la orilla del mar para que llamen la atención de otros ejemplares. El cazador se coloca detrás en una trinchera, a unos dos metros del señuelo, desde donde disparará a los pelícanos que caen en la trampa.

Esta situación se repite a diario y se calcula que al menos 50 pelícanos mueren cada mes. Veinte días después sus cuerpos serán utilizados como señuelos hasta que se pudran por completo.
Esta cifra es menor a la registrada en el 2007: más de 100 pelícanos al mes se mataban a lo largo de los casi cinco kilómetros que tiene Santiago de Cao, desde la margen derecha del río Chicama hasta el pueblo cercano al sector llamado El Charco.

EL CAMBIO
Tras la detención de dos cazadores, la población comenzó a tomar conciencia. Muchos decidieron dejar de matar y de comercializar la famosa carne llamada pato coche. En cambio, aquellos que continuaban con esta salvaje actividad pasaron a la clandestinidad. La gente, a su vez, decidió abandonar aquel hábito alimenticio y lo sacó de su menú.
Sin embargo, hace dos semanas, representantes del Imarpe en Huanchaco, que realizaban trabajos de investigación en esa zona, se encontraron con un grupo de al menos 20 señuelos (no hay otra forma de atraparlos) y dos cazadores que huyeron dejando sus armas. Cristian Sotero Yéngle, responsable del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) en Trujillo, señaló que la caza de estas aves está penada porque el pelícano es considerado un ave en peligro de extinción, según el Decreto Supremo 034-2004. “Vamos a tener que regresar al lugar como lo hicimos en el 2007 y ver qué se puede hacer, junto al Ministerio Público y la Gerencia de Recursos Naturales”. En esa oportunidad capturaron a dos cazadores, dijo Sotero, quien admitió no saber cuál es la sanción que se les impuso.
En la localidad todos saben lo que pasa y cuando se pregunta sobre el pato coche hablan con cierta complicidad. “Eso está prohibido”, afirma la mayoría. Peor aun, el gerente municipal, Jorge Valderrama, dice desconocer la ilícita actividad. No obstante, todos recuerdan cómo hace 20 años esta ave se comía en causa y en estofado, y que incluso se hacían ferias gastronómicas en su honor. Un hombre que prefiere no dar su nombre dice que solo se cazan por pedido y que la carne de todo el animal cuesta solo cuatro soles. Dice que a cuatro cuadras de la plaza de armas se puede conseguir, pero que no sabe cómo se llama el vendedor, a quien no llama cazador.

LA FICHA
Nombre científico:
Pelecanus thagus.
Hábitat:
Desde la Tierra del Fuego hasta el norte del Perú, en la costa sudamericana.
Tamaño
El pelícano mide 1,30 metros de altura, en promedio. Su pico puede alcanzar hasta los 42,5 cm de largo.
Característica
Es una especie de la corriente de Humboldt. Se alimenta de anchoveta y la sardina.

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