Por: Alfredo Estrada Zavaleta
Sobre las tierras del dominio mochica-chimú, los ibéricos fijaron los linderos de los pueblos y ciudades del Virreinato; los cuales, después, se convertirían con la instauración de la República, en los centros de irradiación político-cultural y progreso económico-industrial.
La explotación de los indios en las zonas mineras y la presencia de africanos y chinos en las agrícolas; determinarían una notable influencia en los estilos de vida de los lugareños e inclusive una producción literaria y artística muy interesante para la Patria Nueva. Posteriormente, otros inmigrantes europeos, escogieron esta parte del país, por la diversidad natural y las expectativas de un futuro mejor al de los conflictos de la época. Con el tiempo, los temas del plano sentimental y la riqueza turística; encandilaron a muchos extranjeros decididos a luchar por la ciudad, que les cautivo desde un primer momento y a quedarse aquí por siempre.
La avanzada fue de chinos y japoneses, muy particulares en los negocios de venta de alimentos, ropa, adornos y ferreterías; formando: Asociaciones, beneficencias, centros de culto y esparcimiento, cuanto posibilitando una singular convivencia social, donde la religión, el arte y la comida, permite sin duda integrarnos cada día más. Los fuegos artificiales, la acupuntura, las artes marciales, el tai chi, el cultivo de bonsái, el desfile del dragón, las prácticas de mahikari y los chifas, constituyen el reflejo de esa presencia y tradición milenaria.
Los italianos, hábiles en el rubro de comida, se decidieron por lograr con éxito las actividades propias del consumo de las pizzas, panetones y dulces en general, como el cultivo de la Opera en los medios artísticos. En su momento, los alemanes brindaron el impulso tecnológico indispensable en la producción de caña de azúcar, proveniente de las haciendas del Valle; en tanto, ciertas familias, invirtieron en el funcionamiento de fábricas de juguetes y negocio de restaurantes.
Árabes y judíos, se establecieron en el comercio de ropa y alimentos, fieles a su dinámica laboral y manteniendo su cultura en la comunicación y mística religiosa; lógicamente, enfrentando la presión de algunos grupos de poder, conservadores y elitistas, quienes limitaban el ingreso a su vez de los asiáticos.
En lo que refiere a nuestros pares americanos, la interacción social; se ha concretado con las celebraciones de sus principales efemérides de independencia, la organización de grupos artísticos de música y baile y la realización de festivales conmemorativos. Las celebraciones del repertorio nacional e internacional, las actividades de las instituciones filosóficas, la selecta comida mundial en restaurantes y ferias y las jornadas académicas; van en si como factores de continua importación, vinculados a nuestra heterogénea realidad.
Por lo demás, Trujillo se enriquece con el aporte de las colonias del Ande y la Montaña, como las que hace suyas por los inmigrantes extranjeros; quienes a través de sus recuerdos y esperanzas, van en la senda del progreso de la ciudad. Lo demuestran, así: Innovando con los manjares de la comida norteña, la participación en los bailes típicos de la región, el deporte, la incursión en la política, la producción literaria y artística, la responsabilidad educativa, la creación de proyectos científicos y tecnológicos y otros.
0 comentarios:
Publicar un comentario